De izquierda a derecha: Dolores Castro, Lucía Rivadeneyra, Aura Sabina y Francesca Gargallo
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De feminismo y poesía. Un recital con Dolores Castro, Francesca Gargallo, Lucía Rivadeneyra y Aura Sabina
Dolores Castro Varela, Francesca Gargallo, Lucía Rivadeneyra y Aura Sabina leyeron sus poemas y hablaron sobre sus procesos creativos el miércoles 18 de enero de 2012, en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del INBA, colonia Hipódromo Condesa, Ciudad de México, ante un público nutrido de otras feministas y escritoras.
De este recital, aquí una recopilación poemas. Por desgracia el formato de blogspot no me permitió dejarlos tal cual fueron escritos.
El crédito de las fotografías es de Edith Ibarra, dramaturga mexicana, e Irma Villalobos, fotógrafa artística, quienes amistosamente nos las han compartido.
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DOLORES CASTRO
(Aguascalientes, 1923)
La autora leyó en el recital varios de los siguientes poemas.
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Algo le duele al aire
Algo le duele al aire,
del aroma al hedor.
Algo le duele
cuando arrastra, alborota
del herido la carne,
la sangre derramada,
el polvo vuelto al polvo
de los huesos.
Cómo sopla y aúlla,
como que canta
pero algo le duele.
Algo le duele al aire
entre las altas frondas
de los árboles altos.
Cuando doliente aún
entra por las rendijas
de mi ventana,
de cuanto él se duele
algo me duele a mí,
algo me duele.
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En el aire un perfume
Abre con gentileza
el aire
una gran cauda de aroma:
toma de aquí el suspiro
de la yerba
que florece,
del retoño
en las ramas,
y el verdor.
Atesora en su cauda
flor y canto
en vuelo por parejas
de pájaros,
abejas zumbadoras
palomas en zureo
y amantes que bendicen
la salida del sol.
El aire vuela
y como que canta,
pero algo le duele:
del aroma al hedor
algo le duele.
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La sangre derramada
Al borde del camino
lo encontramos
el mismo pantalón, la blusa blanca:
sobre su espalda
amapola de sangre.
Llaman de gracia al tiro
que enmudeció su boca,
ahogó su amor
y me dejó baldada.
El estallido
de aquel tiro de gracia
aún retumba
y aúlla en el aire, aúlla.
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Migrante I
Duró cuanto duró:
asombrado
abrió cinco ventanas
a la luz, a la sombra.
Hospedó en cada célula suya
huevecillos
de crisálida
y vuelo
Satisfizo su hambre
el pan de cada día
y no pudo digerir
el sufrimiento.
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Migrante II
Lanzado hacia la flor
de los vientos,
aun así
pediría una brizna de respeto
a mi dignidad.
Y desearía cerrar los ojos
y antes de dormir
ver una luz
un camino,
Una puerta abierta para mí.
Y en mis sueños
un rumor de palabras conocidas,
unas palabras que entienda: un buen deseo
una buena intención, un Dios te guarde.
Caminar en un lugar en donde pueda
ir libremente.
Un lugar en donde me conozcan
por mi nombre y mis hechos
en el buen tiempo, o bajo la tormenta,
por quien he sido, quien soy:
un hombre solo,
sólo un hombre.
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Tríptico
I
Detén este cordel mientras los ato.
Deben atarse bien
de dos en dos
dedos pulgares.
Sólo te digo que tengas el cordel,
no que los mires a los ojos.
Sólo se trata de colgarlos de los dedos
y que hablen.
II
¿Y qué quieres?
Éste no habla. Éste
es de esos desgraciados
que se tragan el miedo
de un bocado.
III
Duelen los dedos, duelen
los pulgares.
Y sigue este dolor hasta los dedos
[de los pies.
Y duele que se acerquen
a ver cómo nos duele.
Y duele
que esto ya no duela a nadie.
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Cómo arden, arden
mientras van a morir empavesadas
las palabras.
Leñosas o verdes palabras.
Bajo su toca negra se enjaezan
con los mil tonos de la lumbre.
Y yo las lanzo a su destino;
en su rescoldo brillen.
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Nunca Ceniza
¡Nunca será ceniza!
¡Fuego! ¡Fuego!
Impalpable coto de caza,
mundo de nuestro límites,
Inmenso.
Mundo con atadura de seda
y cerradura
con amoroso cerco de púas.
Mundo de nuestros límites:
hacia la media miel
la punzadura,
hacia la música el estruendo.
El paso llano
y a medio pie
el abismo.
¡Fuego, fuego!
¡Nunca será ceniza nuestro anhelo!
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Intelectuales S.A.
Mientras tú trabajas,
yo pienso por ti.
Y si tú sufres,
yo sufro por ti.
Y si tú no comes,
yo ya comí.
Y si te matan
Yo no morí.
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Otros poemas de Lola Castro Varela en:
http://members.fortunecity.com/mundopoesia2/autores/dolores_castro.htm
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LUCÍA RIVADENEYRA
(Morelia, Michoacán, México, 1957)
Algunos de los siguientes poemas se leyeron en el recital.
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Eres una luciérnaga
He decidido arrancarme la memoria a puñetazos
y olvidarte como al periódico de ayer
aunque me quede sin horóscopo mordiéndome las uñas
porque mientras yo
salpico los cementerios con canela
camino con Truffaut por la orilla de las banquetas
y soy una orquídea que sabe elegir sus madrugadas
tú
me ofreces amor con toque de queda
adornas mi cama con lechugas
tejes ángulos rectos con palabras
y creas fábulas sin pan
además
qué lástima
no sabes besarme por dentro
nunca has mirado las palmas de mis manos
y no entiendes mi manera de secuestrar la luna
eres una luciérnaga en mis días
y un poco de mercurio en mi verano
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Crucero
Apoyada en dos décadas de viento
te dejé, sin prepotencia a tu suerte,
en la humedad de fuego
de tu árida memoria.
Abrazaron tu asombro y extravío
la tarde de diciembre
envuelta en campanadas
y la orfandad urbana
de la colonia Roma.
Amarraron mi insólito valor,
los cables de la luz,
el tiempo y las esquinas.
Abrupto resultado:
mi suerte, bajo fuego, aprendió
a morderse los labios y sangrarlos
para poder humedecer cruceros.
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Azoteas
El lugar ideal para esconder un orgasmo,
en noche de duelo, es la azotea.
Ella recibe llena de polvo y lagartijas
las sorpresas impuestas por la vida.
Mudo testigo de aquelarres
cobija sin remordimiento.
La azotea es orquídea de aire y humo.
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Miseria
nosotros
pordioseros
yo por dios
tú por eros
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Selección
Entre el cine, el café
y la lectura
yo prefiero
tenerte un rato encima
y a ver luego."
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Vestigios
Hoy en este martes ciego
tus manos insolentes me recorren
tus palabras subversivas contraen mis adentros
acepto el allanamiento de morada
mientras cae el peso de tus años en mis ojos
al llegar el armisticio
alta la noche en este martes de bálsamos
queda en tu espalda la huella de mis ansias
mañana todo será miércoles de ceniza.
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Palabras
Si pudiera llegar a la esquina
si pudiera comprar un estropajo
tallarte la lengua y el coraje
si pudiera rasparme la memoria
para enterrar lo que dijiste
ya estaría mordiendo manzanas
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Hospital
I
Quiero imaginar cómo me miran,
en extraño colchón,
los que vienen de afuera
los que huelen a calle, a periódicos.
Quiero imaginar cómo me miran
pasados veinte días
de holganza dolorosa d
e llantos sostenidos
de cambio de trinchera.
II
Aquí todo es perverso.
Las camillas no tienen
ni un punto cardinal.
Los viajes son traslados de ambulancia.
El tiempo en una gota
tiembla, y el agua es suero.
La cama en su blancura
tiene la frialdad insobornable del pepino.
Y el dolor, como una flecha muy agria,
da en el blanco del hígado.
III
He reconstruido lunas, griteríos
y juegos de una escuela
lejana y de altos muros,
perdida en la memoria,
porque aquí la pared
es muda y es biliosa.
Mientras agujas perforan mi orgullo,
en afiebrados sueños, palpo rosas
algodones para olvidar los de hoy,
blancos y sin azúcar.
IV
Enhebro la paciencia en el dolor
porque no puedo huir
de esta celda con aire artificial,
donde la angustia se diluye a ratos
con la respiración de mis amigos
que incendia puertas, sábanas
y ensoñaciones de mi piel que vive,
bajo sospecha médica, en clausura.
Pero para saber cómo me miran
en extraño colchón,
he querido moverme
andar hacia el espejo y no he podido.
Chequeo médico
Si ignoras el horror,
si quieres olvidarte de la vida
un rato, entra al hospital más próximo.
Y busca la zona de corta estancia.
Prohibido equivocarse, fumar, llorar a gritos.
Intérnate. El horror estará cerca.
Enférmate, y entonces
arrancarán tu ropa de colores
pesarán tus desmanes y tus dudas.
Escucharán, extraños seres, tu corazón.
Pincharán, sin piedad, todas tus venas.
Querrán de tu dulzura saber todo.
Contarán tus huesos a contraluz
Matarán tu pudor herido y gris
Recibirán completos tus deshechos.
Pondrán anestesia en tu memoria.
Despertarás en blanco
frente a un ramo de minutos muertos.
Todo bien, dirán en algún instante.
Si te puedes ir, no olvidarás nunca.
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Anestesia
Abren
y cierran llagas.
Aceleran la víscera cardiaca
contagian entusiasmo
eliminan toxinas
expectoran angustias
propagan epidemias
provocan graves fiebres eruptivas.
Tienen olor de clavo y de resina
son bálsamos, a veces.
Me hacen caer en cama y recaer.
Me traen de mal en bien y de bien
en bien. Sólo se trata de tus manos
con las que sueño, vivo y me desvivo
a pesar de la anestesia del tiempo.
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Cirugía
Aunque soy carne viva,
con humedad de angustia muy lejana
me pongo perfume en todo el cuerpo
para que las heridas se evaporen.
Y mi piel arde y forma poco a poco
cicatrices de aromas sorprendentes.
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Salud
Mi nombre pronunciado por tus labios
tiene rumor de mar y de montaña.
Tu lengua de oleajes
descubre, deshiela, hace milagros.
Tu saliva colabora a que digas
¡salud! y me libres de todo mal,
aunque no sea cierto.
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Dicen
Dicen que un buen baño
lo borra todo.
Yo tengo años de bañarme
frotarme
enrojecerme
y no he podido arrancarme
tus manos.
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Rescoldos
nada
no hay nada
como llevar rescoldos
de tu amor
entre mis muslos
y sentir el viento
mientras camino
pegajosa
por las calles
de Coyoacán
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Solidaridad
Le he tomado cariño al perchero
pues percibe con humildad
tu saco, tu camisa, tus pantalones.
Es mi cómplice más firme
porque cuida celoso tus ropas cuando me amas.
No te dice que las acaricio mientras duermes
ni que en sus ojales abrocho mis sueños.
El perchero sufre conmigo
si descuelgas tus prendas para irte
a caminar sin arrugas por las calles.
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Tocando tus silencios
Tibias sábanas húmedas, poros abiertos,
respiraciones epilépticas
me bajaron por escaleras al infierno
me quemé las manos, se doró mi vientre.
En el fuego mismo del cuarto con sombras
toqué tus silencios
y al caer de espaldas como quien recibe un rayo
te ame por horas sin ausencias.
Tu lengua-brasa, tus dedos-pulpos
encontraron fondo en la espuma cálida
de mi mar picado.
Se decretó marea ¡zafarrancho de combate!
y el crepúsculo se fue presentando
como un aparecido que juega con luces
y se enreda en colores.
Más tarde, con un salto de venado herido,
soñolienta, anestesiada, violácea,
te invité a tomar al toro del pecado por los cuernos
y abrimos la puerta
y entró como un aroma de nardos
la noche fresca.
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Oleajes
Los paranoicos son como los poetas. Nacen así.
Además, interpretan siempre su realidad en el
sentido de su obsesión, a la cual se adapta todo.
Luis Buñuel
I
Cómo olvidar el mar
si todos los días
entre olas de popelina
me empapa
la salobre blancura
de tu orgasmo
II
Si tu lengua
me arranca óleos marinos
por qué no pintas
mis jadeos
III
El lenguaje de tu cuerpo
en mis adentros
me hace imaginar naúfragos
con la piel desollada
IV
Por las noches
tus besos arenosos
marcan en mi cuerpo
una Vía Láctea
Al amanecer
el mar se la ha tragado
y sólo conservo
en testimonio
el olor de la resaca
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AURA SABINA
(México)
Poemas del recital compartidos por la autora
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Haz lo propio
Si te gusta la cocina, te digo:
amargo chocolate es mi sangre;
azúcar mascabada es mi piel.
Con pan de centeno
fabricaron mis senos
mis ojos son dos granos de café
acitrón lengua
margarina por dedos
de canela y miel mis pies.
Haz lo propio a fuego lento…
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Corazón de mimbre
Cuando decidas besar
la comisura de la tentación,
un hallazgo dulce tendrás
justo frente a ti.
Diluye lo que otros
llaman tu amargura,
en el pozo azúcar
de mi soledad.
Besa mi memoria:
sabrás que el desapego
me ha dejado libre
de nostalgias y fantasmas,
lista para amar
tu espontáneo devenir ternura,
corazón de mimbre.
Remanso soy,
para restaurarte
el alma, tacto
y vientre.
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Perdono
Perdono que me hayas construido
un paracaídas, con letras,
para luego hacerme descender
por el Gran Cañón.
Eximo los brindis de los miércoles,
las confesiones insensatas
donde bebimos el jugo de poder y deseo.
Paso por alto la confección sistemática,
artesanal, de huipiles bordados
con anhelo rosa, que un día desgarraras.
Tus celos, la posesión en tu biblioteca,
Tu cocina y tu voz; la burla pública,
el tacto salvaje que me obligara a la castidad.
Pero no pretendas que perdone
tus oraciones a los muertos
para que jamás nadie
cuelgue su amor
en mi perchero.
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Las altas luces
Todas mis soledades
como altas luces
sin neblina
me arrojaron tu ausencia
sobre las líneas blancas
de Michoacán a Nuevo León.
Apresuré el paso
y dejé en la otra acera
las preguntas ilusas,
las lluvias que hemos pisado;
el verano en tu sonrisa
y tu rebozo: esperanza
de lejanos girasoles.
Al doblar la vieja esquina
de breves complicidades,
yacía tu vestigio.
¿Cuántas calles faltarán
para no desear el retorno
sobre tus propios pasos?
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Réquiem para una guerrera
“Qué importa la muerte si la vida no es vida.
Que importa la vida si la muerte es la vida”
Rita Guerrero
Invocaste al abismo, impetuosa,
con chelo y guitarra.
El Coro de la vida
Tu risa –laud. Laudable labor.
Tenazas de fuego en tu carne
La paz se volvía ceniza.
Mar adentro del dolor, el alma.
Preciosa, vermella voz
avivaron nocturnos de Villaurrutia,
a Louis, el vampiro
Y porque “ la existencia es una imperfección”
Cristales rotos barren mi plexo solar.
Alcatraz de cósmica garganta.
La dama oscura te arrancó
Las cuerdas vocales
con sus finos dientes
Peces muertos llevan mis lágrimas.
Aun sin pulso eres belleza:
Copas y coronas.
Carmín tus atavíos
Cantatas, sones, lamentos.
Todo era un holograma.
Entreabiertos de último suspiro
tus labios.
Toda tú la blanquitud de gasa
toda tú sobre nardos,
tú: velas e incienso.
Tulipanes se desprenden.
Reencarnarás en belleza
Así es. Que así sea.
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Naturaleza viva
Me incendias
si tus ojos acechan los míos.
Manantial es tu palabra,
agua mansa de turbios caudales;
eres la sombra empalmada
de árboles frondosos.
Hospital de amoríos.
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Bikini
Me importa
un revendo cangrejo
dejar al aire mis excesos:
vestigios de felicidad.
El bikini es la palapa
Y el pudor reposa
debajo de la tela.
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La casita
Descubrí la atrocidad
de construir una casita
autosustentable,
con energía eólica,
sobre arenas movedizas.
Aunque tuviera vista al mar…
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En otoño
el café y las ganas se enfrían pronto
La esperanza anochece.
Decidí, en contra de mi voluntad,
olvidar las coincidencias
los viajes oníricos hacia tus alebrijes
Regalaré los dulces japoneses,
pues ahora comprendo
que aunque te elijo ni te enteras
Rozo tu aura a distancia
y tú pospones la hora
de violetas mascabadas.
Me despido
temporal o permanentemente
hibernaré hasta que venga un sol de canela
que derrita mi vocación de soledad.
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Cómo hacer para disimular
Si acaso aún es posible
La lluvia de buganvilias
sobre mi esperanza
cada vez que tu presencia
Incluso a la distancia
Se manifiesta
como un sorbito de café
expresso, doble, sin cortar.
Transito del vértigo al pudor
entre meses que construyen
mi intento de madurez.
Aprendo, con torpeza,
a dosificar palabras.
Con narcisos y galletas
sofistico la efusividad
para no invadir tus francas zonas.
Adolezco aún, adviertes.
Disfruto las sales de litio
que me inyecta tu mirada
y luego busco reposar
en una virgen playa de Oaxaca.
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Amorelia
A Morelia voy
amorelia siento por una mariposa amarilla que perseguí en el Conservatorio.
Enmoreliarnos al caminar, arrastrando memorelias antiquísimas
Moreliar.
enamoreliarme . Lágrima reincidente, en la calle de la Amargura.
Lágrimas que cristalizan los pétalos de rosa, vendidos como dulces morelianos.
Lágrimas purhépechas.
Rosas arden en mis venas.
Rosas devoro a espaldas de la Catedral.
Rosas el jardín de Victoria.
Yañez , “La creación”
P á t z c u a r o
grillos invisibles con estridencia cantan.
Lirios sofocados por flores para muertos.
Faro de Janitzio.
Estalla el atardecer en luces de naranjas
Moré en Morelia los días de alondras
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FRANCESCA GARGALLO
(Italia, 1956, reside en México desde 1979)
Poemas del recital compartidos por la autora
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Para Alma Karla
Qué pasión la del espejo y el ira atenta
tu mirada
la violencia impúdica
hostil
cotidiana del asesino a sueldo.
Han golpeado a tu padre
su voz tiembla y en el temblor se hace fuerte
vence lo vivido
se abraza a tu cabeza.
El abuso
-lo sabe todo cuerpo de tierra caliente-
nunca es personal.Te abalanzas a zancadas sobre la palabra
interno externo y real tu decir es ya un acto.
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La calle es de quien la camina
Nací viajera
sombra de un tren sobre las zarzamoras
huella de barco.
Me vive lo que todavía desconozco y lo ya recorrido
el aire brioso de los Andes
el mar Caribe
la noche en una ciudad que desconozco.
Entonces tomo la mano que pinta las calles,
le ordeno un cartel que se vea desde muy lejos:
La calle es de quien la camina,
las fronteras son asesinas.
Ahorro peso sobre peso y una primera mañana
giro la manija, cierro despacio la puerta
y me voy con el tiempo del paso sobre el suelo de todas.
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Ciudad Juárez
La muerte es un zapato vacío de mujer
en el desierto indiferente
sequía de sueños
una madre que grita.
La violencia es el grito
el deber del grito
la telaraña de mentiras que sofoca el grito.
La violencia es la trampa donde cae
la mujer que pierde el zapato
trabaja doce horas sin afecto
y no puede abortar a pesar de la eclampsia
el abandono
la violación
el hambre mismo.
Un zapato sin mujer es testigo
un trozo de media
el pelo negro desparramado en el desierto que llora
que gime como la muerte.
La madre recoge el zapato
lo arranca de la mano de un policía indiferente
lo lee.
La hermana levanta el rostro
la amiga la mira, se miran, sueñan plantando sus pies en la tierra.
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Cuerpo mío de todos mis amores
Carne
viva carne
giro de dedos en el pensamiento.
Carne
vena
idea
Carne de cuerpo y sol. Memoria de carne en cambio.
Soy este tránsito mío del riñón al pezón
del miedo al placer
como planta de pie que frisa
el suspendido átomo que une a todas las cosas.
Para decir nací de vientre
para gritar
enloquecer de ganas de justicia.
Cuerpo con cuerpo
semen, semilla y viento
sin escisión alguna
perfumada miel del sudor más trabajado
y piel.
Andariega al fin, al principio, andariega.
Cuerpo que es alma y camino.
Cuerpo que muere y por ende piensa
se estremece en la evolución de la especie
juega en el paso del tiempo.
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BELIZE AGAIN
AGAIN
again
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La vida es un perro que nada
¿Un perro qué?
Nada
Nada, nada
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Asir la mañana como el regalo de una diosa en descuido
sin entender siquiera la totalidad de su importancia
y gozarla hasta el fin
-la noche, el siguiente día, el aire que se acaba-
en la dureza del camino la brazada en el agua de mar.
Asir la mañana dormir la noche
la piel húmeda como hoja al rocío
el remo en la mano al enfrentar la ola.
Ninguna nostalgia solo el presente
no vaya a ser que en el recuerdo se cuele
la consabida previsión del futuro
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Amarte fue un intenso regalo
Lo rechazaste
El olvido es ahora una tarea
que enfrento en compañía
Como todo trabajo
el fin de semana se suspende
suspiro en la hamaca
recuerdo tu boca con olor a mañana
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Cuando no sabes qué decir
hombrecito que elevado a la altura de mi pasión
gritas:
¡Tú de mi sólo quieres sexo!
Iluso:
yo de ti lo quiero todo.
Y no va a ser suficiente
❃
Mosquito
mosquito
mosquito:
¡Te voy a matar!
En este caso la ley de la selva
es la palma de mi mano
destripando tu cuerpo sobre la piel del muslo
con más remordimiento por el piquete que alcanzaste asestarme
que por tu efímera vida de chupasangre.
Todavía no medito lo suficiente
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Por pañuelo una tela verde y naranja
naranja y verde
la tela de mi falda
el vestido
el chal y la camisa.
Un velo de tela verde con naranja
me cubre las tetas.
Ya no son como fueron
pero todavía aguantan
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Mi querido Ulises he descubierto tu secreto
no eres un alma en busca de descanso
menos aún un héroe
nomás un marido
uno de esos sádicos que dice
amándote me voy
y consigue tanta gloria cuantos amigos pierde.
Luego un día vuelve a casa
porque está celoso de que su mujer goce
con tejer y destejer
el arte efímero de la vida.
Frente al mar, mi querido Ulises,
se diluyen los secretos de los navegantes
y cualquier hombre vuelve a ser
un coral que se desgasta en la arena
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Voy a colgarle del pescuezo un reloj al pájaro ese
el esquizofrénico
el vestido de ojo blanco y azul como daltónico.
Por las mañanas despierta a cualquier hora
y grita. Caray si grita.
Cumple con llamar el sol cuando flojea aún tras la tierra
para obligar al trabajo.
Un reloj de fácil lectura
doce números en redondo que le enseñen
cuándo cacarear con su voz de macho.
Es cierto
nada tan masculino como un pinche gallo.
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