viernes, 29 de marzo de 2013

Judith Bautista Pérez - Consecuencias del racismo. La experiencia de la mujer indígena en su desarrollo profesional y académico



Referencia:

Bautista Pérez, Judith, “Consecuencias del racismo. La experiencia de la mujer indígena en su desarrollo profesional y académico”, ponencia para el 1er Encuentro de Ex Becarios del IFP-México “Género, educación y comunicación entre los pueblos indios de México: viejos probemas, nuevas miradas”, mesa: Género, leída el 7 de noviembre de 2007, Ciudad de México. (Página del 1er Encuentro: http://ford.ciesas.edu.mx/1er_encuentro.htm) Descarga de la ponencia en PDF: http://sdrv.ms/11WEuQi


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Ponencia para el 1er. Encuentro de Ex Becarios del IFP-México.
Viernes 09 de noviembre de 2007

Ponente: Judith Bautista Pérez

Tema: Consecuencias del racismo. La experiencia de la mujer indígena en su desarrollo profesional y académico.




El racismo puede manejarse por debajo (y no tan debajo); puede cambiar sus premisas (e.g. de determinantes biológicas a otras determinantes, visiblemente más plausibles)  sin que el cambio ideológico (yo diría estructural) afecte sustancialmente su práctica diaria”.1

1. En realidad siempre he sido tímida. Me ha dado mucho miedo desenvolverme y mostrarme ante los demás, sobre todo en el medio académico. He escuchado burlas detrás de mí o cometarios y actitudes (generalmente sutiles) que dejan entrever discriminación y exclusión en un intento por despojarme de mi capacidad intelectual, física, emocional y creativa. 
Recuerdo muchos sucesos en los cuales sentí ser tratada diferente; sin embargo, no tenía consciencia que se trataba de racismo. De algunos sucesos ya hace tiempo, otros siguen siendo parte de mi cotidianidad (con esto quiero decir que también hago mías las experiencias de otras hermanas que son excluidas y discriminadas por pertenecer a un determinado grupo étnico y por tener rasgos o un color de piel distinto al “racialmente” categorizado como blanco), ahora que estoy sentada dispuesta a hablar de ello, siento un inevitable malestar al respecto, aunque sé, que es necesario nombrar en voz alta de los mecanismos que son elaborados y reproducidos para perpetuar la dominación de grupos humanos sobre otros, tal es el caso del racismo hacia las mujeres indígenas.
Mi acceso a la educación como para muchos de los que estamos aquí no fue fácil, respecto a la enseñanza superior la experiencia fue especialmente complicada. Para poder pagar los gastos de la escuela tenía que trabajar; por lo tanto el tiempo destinado a hacer las lecturas que teníamos era escaso, mi alimentación no era la ideal, dormía poco y realmente llegaba muy fatigada al cuarto dónde vivíamos mi madre, mi hermano y yo. Trabajaba en ese entonces en tres lugares distintos como empleada doméstica, en uno hacía la limpieza de la casa y en los otros planchaba ropa. Tenía buenos amigos en la UAM, pero también sentía que muchos compañeros me trataban de manera “especial”, aunque pocas veces sentí que ese trato era abiertamente discriminatorio y excluyente. Recuerdo en especial un día en el que estábamos revisando un libro, Entre anhelos y recuerdos de Marie-Odille Marion. Me encontraba dentro del salón esperando que iniciara la clase, mientras tanto un grupo de compañeras sentadas detrás de mí, se reía. Intuía que era yo el objeto de la risa (ya que no era extraño que sucediera), pero no entendía muy bien por qué. Una de ellas alzó la voz y comentó: “se parecen, pero hasta la de la foto esta menos fea que ella” y se siguieron riendo. Como un mecanismo de defensa traté de no prestar atención; sin embargo la curiosidad de saber exactamente a que se referían me obligó a voltear disimuladamente, hablaban sobre la fotografía impresa en la portada del libro mencionado. El libro era un trabajo etnográfico sobre mujeres lacandonas, en la portada aparecía una mujer joven, con rasgos prominentemente “indígenas”.  Yo aparentaba no escuchar, pero sentí que mi rostro se ponía rojo de vergüenza. El resto de la clase permanecí callada tratando de ocultarme de las miradas insidiosas de mis compañeras. Años después, la persona que hizo esos comentarios y que por lo general incitaba a las demás a molestarme con agresiones verbales, me pidió la disculpara por ese incidente en especial, deje que hablara, la escuche atenta.  Al terminar le dije que el daño ya estaba hecho. 

2. Los obstáculos a los que como mujer zapoteca me he enfrentado para acceder a la educación universitaria  y al desarrollo profesional han sido diversos; sin embargo, y pese a que en México es difícil hablar del tema, muchos de ellos obedecen a un racismo estructural y sistemático que excluye, principalmente, a los sujetos denominados indígenas. Académicamente, no digamos ya en la vida cotidiana, es difícil analizar el racismo y el sexismo, mucha de esta problemática se debe a que existe una impresión de normalidad, sutileza y escándalo cuando se estudian estos temas.  Normalidad, porque sobre las mujeres y los indígenas hay comportamientos, prejuicios y lecturas que no se cuestionan por considerar que son naturales, pero que perpetúan la dominación; tal es el caso de las afirmaciones que confieren a las mujeres indígenas características como la fuerza natural para soportar los partos, la abnegación y pureza de corazón, la incapacidad para realizar ciertos trabajos intelectuales o la innata fealdad  respecto a modelos de belleza racialmente consideradas superiores.  Sutileza, porque muchos de los actos racialmente discriminatorios y excluyentes son tan sutiles que “da la impresión” de existir solo en la mente de quien los padece o de revestirse de amor y conmiseración hacia un ser catalogado como inferior, infantil y objeto de cuidado. Por último, escándalo, por que al cuestionarse la idea de “raza” en el periodo de la posguerra (por ejemplo el antisemitismo en Europa y el apartheid en Sudáfrica), se vuelve difícil hablar del tema, no por que dejara de existir el racismo, sino por la incomodidad y el remordimiento de hablar sobre actos concretos en los que miles de personas murieron. En esta parte, quiero dejar claro que la raza no existe per se, en otras palabras “biólogos, genetistas y antropólogos físicos han llegado a la conclusión de que las razas no existen”. Lo anterior es indiscutiblemente cierto; sin embargo, millones de seres humanos alrededor del mundo (con matices diferentes en cada región) siguen utilizando la categoría de raza para clasificar, asignar valores y ubicarse jerárquicamente en la vida social, lo que perpetúa la dominación y opresión de grupos humanos sobre otros. Es desde esta observación que radica la importancia de seguir nombrando y analizando la categoría de raza. La afirmación de la inexistencia biológica de la raza, ha servido de argumento político y académico para no hablar del tema; como en el caso específico de México. Aquí, la raza es sustituida por la categoría analítica de etnicidad, originando que las percepciones biológicas se fueran supliendo por elementos culturales que hacían a los otros “culturalmente diferentes”. Sin embargo, el problema radica en que de fondo  se esencializaron y complementaron los elementos biológicos y culturales para marcar líneas de exclusión y discriminación hacia los indígenas. En concreto, el racismo revistió nuevas formas de ser nombrado y efectuado; disimulando así su existencia y negando la complicidad y el miedo que provoca exponer las consecuencias “extremas” del racismo: la violencia y el exterminio evidente de seres humanos. 
Por tanto, en este trabajo el racismo es entendido como una parte constitutiva del proceso de dominación capitalista y al referirme al racismo como un proceso, entiendo que este tiene una connotación socio-histórica. La primera afirmación se refiere a que en palabras de Anibal Quijano, uno de los ejes fundamentales de la constitución del capitalismo “colonial/moderno” como patrón  de poder mundial, es la clasificación social de la población mundial  sobre la idea de raza. La segunda afirmación expone que en algunos casos como en Estados Unidos, el énfasis descansará  en el proyecto racial que manifiesta una clara percepción entre la población categorizada como fenotipicamente diferente (dando énfasis a la categoría de raza, originada a partir de las concepciones científicas biologicistas) y en el caso de México, la atención se centrará en las categorías de mestizaje (proyecto estatal del Siglo XX) y en el de etnicidad (categoría utilizada básicamente para referirse a la diversidad cultural).2 Volviendo a la primera afirmación, para Anibal Quijano la raza “es una construcción mental que expresa la experiencia básica  de la dominación colonial y que desde entonces permea  las dimensiones más importantes del poder mundial…”.3 La idea de raza, como él la denomina, construyó bajo supuestos biológicos, relaciones sociales que “produjeron identidades sociales históricamente nuevas: indios, negros, mestizos y redefinió otras. Así términos como español y portugués, más tarde europeo, cobraron en referencia a las nuevas identidades, una connotación racial”.4 “De ese modo, raza se convirtió en el primer criterio fundamental para la distribución de la población mundial en los rangos, lugares y roles en la estructura de poder de la nueva sociedad”.5
El rasgo principal de esta visión racial fue el de inferioridad y la implantación en América de este proceso de dominio basado en el racismo se adoptó a partir de distintos proyectos raciales tales como el mestizaje y el mulataje. Sin embargo, la idea central de todos estos proyectos es que las características físicas y culturales, primordialmente, de los nuevos grupos humanos “descubiertos” e “inventados” fueron percibidas como inferiores respecto a la superioridad blanca y europea. Europa y el sistema capitalista basado en una concepción racista, se comenzó a dibujar a partir del descubrimiento, la invención, la creación y fundación de América. Volviendo al caso de México y parafraseando a Olivia Gall6, el asimilacionismo y el mestizaje se han presentado como no racistas y progresistas, con consecuencias graves para las distintas etnias que hay en el país, hay quienes dicen que es este el rostro “amable” del racismo. Pero este rostro “amable” es el mismo que se mostró en la matanza en Acteal, el mismo que se muestra con madres que junto a sus hijos sortean enfermedades, exclusiones, rechazo y estigmatizaciones en medios urbanos y rurales. El mismo rostro “amable” que presencia las consecuencias del racismo en la vida cotidiana de mujeres concretas.
Como Quijano, desde la academia se ha realizado un importante análisis del término raza para entenderlo en un contexto mundial y para entender su formación en la historia; sin embargo, este peso colonialista del racismo, puede minimizar la atención que el fenómeno racista tiene en la actualidad; es decir, se corre el riesgo de subestimar la capacidad de movilidad y adaptación que los proyectos raciales, tienen como procesos socio-históricos: “the concept of race continues to play a fundamental  role in structuring and representing the social world”.7

3. ¿Las consecuencias?

El slogan informal de la Década de la Mujer se convirtió en “Las mujeres hacen las 2/3 partes del trabajo mundial, reciben el 10% del ingreso mundial y son propietarias del 1% de los medios de producción”. 8

Cito:
“• La incidencia de la pobreza extrema en el 2002 era 4,5 veces 9mayor en los municipios predominantemente indígenas en comparación con el resto de la población, un retroceso frente al 3,7 de la década anterior.
• Ser indígena aumenta la probabilidad de ser pobre, una relación que no ha mejorado en 10 años. 
• La población indígena continúa teniendo menos escolaridad que el resto de la población. Por otro lado, el analfabetismo es mayor en las mujeres indígenas. Las mujeres indígenas analfabetas son, en general, monolingües y cuando emigran a la ciudad, les es difícil acceder a los servicios públicos, donde se habla el idioma de la mayoría.
• La población indígena, especialmente las mujeres, los niños y las niñas, continúan teniendo menor acceso a los servicios básicos de salud. Las mujeres indígenas sufren efectivamente el efecto combinado de varios niveles de discriminaciones: la discriminación fundada en el sexo y la fundada en el origen étnico”.9 

Las mujeres somos uno de los grupos oprimidos más grandes, ya que representamos el 51% de la población total del mundo y el racismo, el clasismo y las denominadas brechas generacionales nos separan entre nosotras y crean diferencias que en vez de enriquecernos y unirnos, nos dividen. Por ello, la lucha de las mujeres en general no podrá resolverse si la situación de las mujeres indígenas, negras, pobres, mulatas, mestizas (por ejemplo) no se reconocen como parte de una lucha conjunta. 
En los casos de las mujeres indígenas que accedemos a estudios de posgrado, muchas rechazamos, enfrentamos o cuestionamos los estereotipos sobre nuestra labor en la sociedad; pero, y en la mayoría de los casos, también nos vemos obligadas a disimular, adaptar o esquivar nuestras identidades (en el mejor de los casos) o a rechazarlas y negarlas en el peor; o sencillamente a quedar excluidas de aspiraciones profesionales y educativas. 
Los argumentos son muchos y variados: desde aquellos en los que se idealiza a la mujer para situarla en un papel pasivo, hasta los que la denigran y sitúan como un objeto sexual o “demasiado emocional” cuando resulta ser “atrevidamente crítica”.
Al enfrentarnos a la dificultad de acceder a la educación de posgrado, se nos sigue negando la posibilidad de subsistencia y ascenso social. Nuestros salarios siguen siendo inferiores al de los hombres o al de mujeres blancas o mestizas,  es mas probable que a la mujer indígena se le delegue al ámbito privado y que cuando decida estudiar o desarrollarse profesionalmente, por lo general vea sacrificado su ámbito familiar y se encuentre sola, esto a diferencia de los hombres que por lo general su desarrollo profesional esta sustentado en el trabajo de las mujeres: esposas, madres, hermanas, hijas y compañeras de trabajo (quiero anotar, esto no solamente es el caso exclusivo de la mujer indígena).
Tal vez el aspecto donde mejor se puede observar el racismo del que las mujeres indígenas somos objeto, sea el que tiene que ver con nuestros cuerpos.  Por ejemplo; la concepción de la belleza femenina, el control de la sexualidad y los roles culturales que tenemos asignados para nuestros cuerpos. La concepción de la belleza esta jerarquizada desde una perspectiva ideal blanca; es decir, entre más próximas a los rasgos fenotípicamente blancos más aceptación y jerarquía tendremos. De esta manera, el grado de blanqueamiento proporciona un capital simbólico que los sujetos utilizan para colocarse, luchar o subsistir dentro de una sociedad racialmente estratificada. El control de la sexualidad; por otra parte, es nítidamente violento, los roles que tenemos asignados a nuestros cuerpos concretizan formas directas de poder, con lo cuál al ser internalizadas nos vemos inmersas en un mundo que asigna valores o estigmas a nuestros comportamientos y decisiones para de esta manera seguir ejerciendo poder sobre nosotras.

4. Conclusiones

Los problemas que las mujeres indígenas vivimos están estrechamente relacionados con la situación de nuestros pueblos. La tarea esta en cuestionar aquellas estructuras que perpetúan la dominación y a los que por lo general se les juzga como únicos generadores y reproductores de relaciones patriarcales y jerárquicas; ignorando, que dichas estructuras responden a un sistema de dominación mundial y no solamente indígena. 
Las propuestas concretas son: 
• Dejar de sentirnos como victimas, porque al asumir este papel reducimos nuestra posibilidad de acción y permitimos ser segregadas a una posición pasiva o de incapacidad.
• Fomentar la lucha colectiva mediante acciones concretas como talleres que estén relacionados con nuestra experiencia de trabajo o estudios.
• Fomentar el trabajo intelectual y nuestra participación en los espacios académicos pensados desde mujeres y no solo repitiendo esquemas patriarcales desde mujeres; así mismo, rescatar desde las apuestas “occidental” (por así llamarla) y étnicas, los principios con los que podamos construir relaciones más equitativas  entre pueblos y entre hombres y mujeres. No se trata de desechar una u otra visión automáticamente, ni de satanizarlas o negar cualquier crítica; sino de realizar un ejercicio honesto de reevaluación, discusión, integración y crítica.
• Invitar a los hombres a luchar contra el racismo y el sexismo, ya que ellos no están exentos de las consecuencias de vivir y fomentar un tipo de sociedad excluyente y discriminatoria.
• Abrir espacios de discusión en nuestras comunidades sobre nuestros papeles como transformadoras de realidades.

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Notas
1 Knight, Alan. “Racismo, Revolución e Indigenismo. México 1910-1940” en Gómez Izquierdo, José Jorge. Cuadernos de Estudios sobre el racismo. Núm. 1. México: Universidad Autónoma de Puebla, 2004, pág. 38.
2 Saldivar Tanaka, Emiko. Towards a Theory of race. Manuscrito del 06 de abril del 2007.
3 Quijano, Anibal. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina [En línea]. En Lander, Edgardo. “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias socials. Perspectivas latinoamericanas”. Argentina: CLACSO, 1993. p. 201-246. (Ref. de 5 de junio de 2007). Disponible en Word Wide Web: http://www.clacso.org/wwwclacso/espanol/html/libros/lander/10.pdf 
4 Ibid., pp. 202.
5 Ibid., pp. 203.
6 Gall, Ollivia. “Identidad, exclusión y racismo: reflexiones teóricas sobre México”. (2004) En Revista Mexicana de Sociología, año 66, núm. 2, abril-junio, 2004, México, pp. 221-259.
7 Omi, Michel and Howard Winant. Racial formation in the United Status from 1960´s to the 1990´s.  USA: Routledge, 1994, pp. 55.
9 http://4realwomen.com/espanol/index.php?option=com_content&task=view&id=34&Itemid=28. Pueblos indígenas, pobreza y desarrollo humano en América Latina: 1994-2004, que analiza los casos de Bolivia, Ecuador, Guatemala, México y Perú, los países con mayor población indígena de la región. El informe fue realizado por el Banco Mundial al concluir la llamada Década Internacional de los Pueblos Indígenas del mundo.



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Judith Bautista Pérez en una foto publicada en Voces Indígenas en noviembre de 2012

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PDF de esta ponencia en:  http://sdrv.ms/11WEuQi


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