La lucha como mujeres que somos
Tarde del día 4 del Seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”
6 de mayo de 2015
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Havin Güneser, Movimiento de Liberación Kurdo (ESPAÑOL): →http://radiozapatista.org/Audios/pensamiento/6may_havin-guneser.mp3
Havin Generes, Kurdish Freedom Movement (ENGLISH): → http://radiozapatista.org/Audios/pensamiento/6may_havin-guneser_eng.mp3
Karla Quiñonez (audio del video): → http://radiozapatista.org/Audios/pensamiento/6mayo_karla-quinonez.mp3
Silvia Federici (audio del escrito que envió): →http://radiozapatista.org/Audios/pensamiento/6mayo_silvia-federici.mp3
Compañera base de apoyo Lizbeth: →http://radiozapatista.org/Audios/pensamiento/6mayo_companera-lisbet.mp3
Subcomandante insurgente Galeano: →http://radiozapatista.org/Audios/pensamiento/6mayo_sup-galeano.mp3
:::::::::::::::::::: Textos ::::::::::::::::::::
ÍNDICE
- Eugenia Gutiérrez del Colectivo Radio Zapatista: crónica "Mujeres de pie"
- Comandanta Miriam: Yo también me toca platicarles un poco cómo es la situación de las mujeres antes de 1994...
- Comandanta Rosalinda: Así empezamos la participación de las compañeras...
- Comandanta Dalia: Allí donde vimos que sí podemos hacer el trabajo, ahora ya nos tomamos ese espacio de participar...
- Compañera base de apoyo Lizbeth: Nosotros vamos a explicar un poco cómo hemos venido viviendo y haciendo los trabajos en la autonomía después del levantamiento armado de 1994...
- Compañera escucha Selena: El tema que voy a explicarles, o sea que les voy a leer, es el mismo tema que estaba leyendo la compañera pero dice más de los jóvenes como zapatistas y no zapatistas...
Nota: Cuando tengamos las palabras por escrito de las otras compas, las compartiremos al final de esta página y en PDF.
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Crónica
Mujeres de pie
Por: Eugenia Gutiérrez. Colectivo Radio Zapatista.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
7 de mayo de 2015.
Primera parte
Las incansables. Las que nos levantan. Las que transforman cada burla y cada golpe en desafío. Sobre el templete del auditorio de Oventik hace unos días, una mujer de pie nos observa. Es maestra de ceremonias, sostiene su cuadernito de apuntes del programa como si sostuviera a una criatura, no nos dice su nombre, nos mira en silencio durante horas.
En el templete del auditorio de la Unitierra, anoche, tres generaciones de mujeres nos enseñan y nos cuidan. El privilegio de escucharlas presentando ponencia en una universidad como no hay otra. Nada de víctimas que se autocompadecen. Nada de venganzas. Ni pobrecitas de nosotras ni pobres de ustedes.
De entre las luchas feministas en distintas partes del mundo, seis intervenciones abordan la problemática actual provocada por un patriarcado milenario y terco que ha encontrado en el capitalismo su camino mejor pavimentado.
Desde el Kurdistán, una compañera viene a entregar a las zapatistas una bandera para unificar dos luchas reales, completamente radicales. Un saludo para el maestro zapatista Galeano porque “él es nuestro maestro. Lo seguimos”. Un mensaje de Abdulla Öcalan, fundador del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), detenido en 1998, único preso en la isla turca de Imaril. Tanto le temen que lo vigilan mil soldados. Apoyándose en una lucha de décadas, Havin Güneser del Movimiento de Liberación Kurdo nos explica lo fundamental que ha sido la lucha de las mujeres para su resistencia mientras pone el dedo en la llaga: “La esclavitud de las mujeres constituye el origen de todas las formas de esclavitud” y, por tanto, de todos los problemas sociales. Si somos “la primera colonia”, para entender el origen del capitalismo hay que escudriñar el origen del patriarcado. Así de complicado, así de sencillo.
Llevan 40 años tratando de aprender “por qué todos reproducimos al sistema”. Y Öcallan ha propuesto a científicos sociales imaginar una “modernidad democrática”, pues se puede desmantelar el poder con alternativas centrales, locales y regionales que se muevan en lo horizontal y lo vertical, pero en equilibrio. Para hacerlo, hay que construir un “confederalismo democrático” como principio organizativo para una sociedad que sea moral, política, ecológica. Güneser nos cuenta de las presiones que el sistema ejerce todo el tiempo sobre mujeres y hombres. La peor, la ideológica, porque es ahí donde “capital y poder” se unifican. Pero tenemos “deberes intelectuales” y podemos construir “no una forma alternativa de estado sino una alternativa al estado mismo”.
“La imaginación debe ser lo que nos caracteriza”. La lucha kurda lo ha aprendido identificando sus errores, observando con atención las formas reaccionarias con que el capitalismo vive sus cambios, ajustando sus estructuras organizativas, atenta para “no vivir dependiendo de la piedad de otros”. Los pobres de antes se rebelaban. Los de hoy, “sueñan con ganar la lotería”. Desde su experiencia autodefensiva, rebelde, nos exhortan a “romper los muros en nuestra mente” sin dudar, pues “todo lo que ha sido construido por la mano humana puede ser demolido por la mano humana”.
Karla Quiñónez explica en video la problemática de las mujeres migrantes en Nueva York, corazón de piedra del capitalismo. Migrar “es ser un ser humano fantasma” que, siendo mujer, está además acostumbrada a la opresión. Insiste en que hay métodos usados diariamente por el sistema capitalista para acostumbrarnos a esa opresión, para obstaculizar nuestro libre pensamiento, para convencernos de que merecemos ser oprimidas, ¿o de qué otra forma aceptarían las migrantes latinas quedarse encerradas en sus casas, autoencarceladas durante seis o siete años? Karla reconoce fallas organizativas, propuestas como la “descentralización” que no funcionaron, que desembocaron “en un falso autonomismo”, pero nos dice que su grupo de trabajo aprende y cambia construyendo centros competitivos para mujeres que, aún en la mayor de las opresiones, tienen la riqueza de ser “herederas de la lucha de la comunidad” que dejaron atrás.
Desde Argentina, Silvia Federici envía un análisis leído por Paulina Fernández. Federici se concentra en explicar el contexto social y económico en el que el capitalismo se apropia de nuestros cuerpos y de nuestro trabajo. Más de treinta años de reestructuración global de la economía, cuyo pilar ha sido “el ataque sistemático contra los medios más importantes de nuestra reproducción: la tierra, la vivienda, el trabajo asalariado” precarizándonos la vida, trazándonos un futuro terrible porque no se trata de métodos transitorios. “La destrucción de nuestra riqueza común” es parte del plan. Así se diseña una clase trabajadora “sin garantías, sin protecciones, lista para ser trasladada de un lugar otro”. Al expropiarnos la tierra, ya sin arraigo, se nos priva “de los medios básicos de reproducción”. La globalización como historia de afectaciones terribles, como respuesta violentísima a la organización laboral, a las rebeliones de fines del siglo pasado.
Vivimos en el momento histórico de “la guerra interminable” que quiere lucrar con todos nuestros recursos, que nos hace desplazadas y desplazados de la tierra, apretujándonos en ciudades donde nuestra sobrevivencia depende del mercado. En ese contexto analiza Federici la violencia contra las mujeres. Y si vivimos dentro de un esquema que le ha declarado la guerra a la reproducción y a la vida, pues las más afectadas serán las mujeres, sobre todo las más pobres. A esto suma Federici la complicidad de los hombres en casa, “representantes del estado y del capital”. Luego hace un llamado a generar formas propias de combate a estos procesos perfectamente planificados de apropiación de nosotras, formas como las que han desarrollado las comunidades zapatistas.
Por la Red de Feminismos Descoloniales hablan tres mujeres. Mariana Favela lanza una crítica a los conceptos porque los piensa como estructuras rígidas que nos limitan. Nos exhorta a no mirar la historia “como un compendio de fracasos y de derrotas”. En cuanto al capitalismo, propone escarbar en los fundamentos del patriarcado para entenderlo.
Márgara Millán nos habla sobre los procesos por medio de los cuales “se nos impone” el estado actual que vivimos e invita a reflexionar “no sólo para oponernos” sino “para construir algo distinto”, para sobreponernos a las que ella ve como “dos de las contradicciones fatales del capitalismo: su relación con la naturaleza y su impulso al crecimiento infinito y descomunal”.
Coincide con Federici en el análisis de los procesos que llevan a nuestra precarización y al “tráfico de todo lo que se pueda vender”. Nos recuerda que este tiempo nuestro, el presente, “es uno que comparte un mismo y solo espacio”, pero no es unívoco ni homogéneo como nos dice el capital, sino “una eclosión de temporalidades múltiples que hoy emergen y que detienen el impulso de ese tiempo” unívoco. Márgara observa que, desde esa temporalidad arraigada a todo lo que permite la vida y la sobrevivencia, es en el tiempo de las mujeres “donde es más claro y llano que estamos en un tiempo de peligro”. Luego nos invita a despertar de “la creencia de eso ya dado”.
Sylvia Marcos retoma la caracterización teórica que ha hecho de la lucha de las mujeres zapatistas, planteando que lo que distingue su feminismo de otros es, por una parte, la lucha comunitaria al lado de los hombres y, por otro, la afirmación “somos iguales porque somos diferentes”. Cuestiona el empoderamiento que han buscado y buscan otros feminismos. Nos dice que “la realidad no cabe en la teoría” y que “no alcanza la teoría feminista actual” para explicar a las zapatistas.
Segunda parte
Hablan de pie seis mujeres zapatistas, una de ellas, no indígena.
La comandanta Míriam nos lleva a tiempos oscuros de opresión y acasillamiento. La narración de las afrentas que ella y las comunidades tuvieron que soportar antes de 1994 nos acalambra de vergüenza por vivir en un país que permitió eso, por ser parte de eso. Y, para colmo, la herencia, el mal ejemplo, la tentación de ser “el patroncito de la casa” incluso dentro de este movimiento libertario. Las mujeres zapatistas en su casa “como en la cárcel” sólo por ser mujeres, porque “no somos bienvenida en este mundo”. De los niñitos que vivieron la explotación del acasillamiento, Míriam nos cuenta que los patrones los usaban como compañía para sus mascotas, fueran perros o monos. Tenían que andarlos siguiendo, hacer lo que el animal hacía. “Donde va el mono va el niño”. Ocurrió en los días aciagos en que “no tuvimos la libertad”. Hoy la tienen porque la construyeron. Lo sabe un auditorio abarrotado que le aplaude de pie hasta que duelen las manos.
También comandanta, Rosalinda refrenda lo dicho por Míriam. “Es todo cierto. Fuimos maltratadas, humilladas, despreciadas porque nosotras nunca sabíamos si tenemos derecho de organizarse, de participarse, de hacer todos tipos de trabajo”. Rosalinda describe la luz que dejó entrar su rebelión del ’94. “Estábamos todas en la oscuridad, porque no sabíamos nada”, recuerda. Pero sabían pelear y la clandestinidad las fue reclutando una por una y pueblo por pueblo. Se organizaron y a ella la nombraron responsable local. Se fueron formando milicianas e insurgentas. “Cuando ya no aguantaban el maltrato” de “los pinches capitalistas”, se alzaron en armas. “Ahí lo vimos que sí tenemos el valor y la fuerza” igual que los hombres. Hoy Rosalinda es responsable regional y se traslada de comunidad en comunidad para que las mujeres sepan “que sí es necesario que haiga la participación de la mujer” porque “para hacer una revolución, no sólo los hombres. Tiene que hacer entre hombres y mujeres”.
La comandanta Dalia refrenda lo dicho por Rosalinda. Fue en el ’94 cuando “supimos que tenemos el derecho como mujer, donde nos despertamos”. Se organizaron por pueblos y regiones “para una lucha para el bien del pueblo sin que tengamos estudio”. Nos dice que en 1994 tuvieron el valor “de mandar a pelear nuestros esposos, nuestros hijos, nuestras hijas”, sabiendo que enfrentar al enemigo “no es nada fácil, porque bien regresa vivo o muerto”. Sabían “que ellas tenían que tener esa responsabilidad de crecer a nuestros hijos y hijas que quedan”. Ahí, al filo de la muerte, en ese “primer valor de las compañeras” es donde las zapatistas “nos dimos cuenta que pensamos igual que los compañeros hombres”.
Para ser suplenta, nos explica Dalia, hay mucho trabajo previo, muchas reuniones, “visitar pueblos cada poco tiempo para organizar más las compañeras y compañeros”. Es básico educar a la infancia “para que no vayan creciendo nuestros hijos con esa mala idea” del capital y la explotación. Dice que las mujeres zapatistas “ahí vamos haciendo nuestra lucha” a base de paciencia, porque la tienen, porque son los hombres los que “no tienen paciencia”. Su voz se entristece un instante: “Aunque fueron cabrones los compañeros hombres” y “hay algunos cuantos todavía que se ponen cabroncitos, pero ya no son todos”. Luego parece alegrarse cuando nos informa que ya no pasa lo que nos contaba Míriam, pues “las mujeres ya no se quedan humilladas”, se quejan ante las autoridades autónomas. Dalia quiere levantarnos “contagiándonos, pero no de enfermedad sino de buena idea”.
Toca el turno a dos jovencitas, nacidas ya en tierras rebeldes y que participaron en el homenaje al maestro Galeano y a Luis Villoro el pasado 2 de mayo. La compañera base de apoyo Lizbeth, hija del maestro asesinado, habla por esas “jóvenas” que “ya no conocimos lo que es un cacique” ni un patrón y que “todavía tenemos pena de participar”. Luego nos describe los logros de la autonomía zapatista en materia de salud. Ya no hay chiquitos acompañando al mono, ya no hay niñas cuidando mascotas. La generación nacida en libertad cuenta con “ultrasonido, papanicolau, colposcopías, parteras, hueseras, plantas medicinales”. No conocieron las dudas sobre su ser mujeres. La hija sin su padre no titubea cuando asegura: “Sí tenemos el valor de luchar, sí los podemos hacer los trabajos”.
La compañera escucha Selena no es menos contundente. Nos explica detalladamente lo que sucede con la juventud que no aprovecha la televisión para ver algo importante, algo útil e informativo, sino que cae en la trampa capitalista de la distracción. Esto nos recuerda París. Las niñas y los niños pobres de un país rico que han ido cambiando con las décadas, nos dicen sus profes de teatro. Ya no tienen ánimo, ni fuerza, ni entusiasmo. La tele, el celular, el internet, las casas vacías de familia, la automatización de los seres pensantes, la autodesvalorización autoasumida, la violencia capitalista. A contrapelo de esa violencia, de manera organizada y sin que sus familias bajen la guardia, las niñas y los niños zapatistas han experimentado un cambio al revés en las comunidades más pobres de un país pobre. Selena, zapatista, es una joven que usa bien el celular y las teles pero “no para distraernos” sino burlándose del capitalismo. Su generación se ríe de quienes usarían zapatos de tacón en el lodo, también de quienes les llaman pobres y se van de migrantes, pues esos migrantes “son pobres-pobres” porque vuelven de la migración transformados. Su generación declara: “somos pobres, pero ricos de vivir”.
Otra parte
Por último, entran en escena mujeres de otros tiempos. Las primeras insurgentas, las de ayer que son origen de la rebeldía de las mujeres zapatistas. Las de hoy y mañana, generaciones más pequeñas: Toña, Lupita, Estefanía, Defensa Zapatista. Junto con las mujeres presentes a quienes acabamos de escuchar, son mujeres que con sus logros están trazando la derrota de una “hidra” machista infiltrada en la organización, derrota que redacta esta “visión de los vencidos”.
Disfrazado de hombre, sup Galeano nos habla desde la mujer dentro de él, desde una voz colectiva de mujer no indígena que “aún no sabe que es zapatista”. Él dentro de ella, retoma parte de un trabajo de sup Marcos donde la mujer se desgarra en un dilema. A la necesidad natural de abrirles grietas, sin herirlos, a los muros del alma de sus compañeros “machistizados” por el sistema de opresión que quiere definirnos, se suma el imperativo ético de agrietar su propio corazón para responder al desafío zapatista de ser “mejor persona, mejor mujer”, pero “sin dejar de ser lo que eres”. El dilema radica en que la mujer no indígena tiene que lograr que esas grietas no se vuelvan cicatrices, tiene que cargarlas abiertas como lo harían las mujeres zapatistas para responder a la pregunta “¿y tú, qué?” Sobre el amor con que ellas te acercan a su lucha, la mujer no indígena nos grita que “te obliga a que te hagas responsable de ese amor. No te deja ni un pinche rincón donde esconderte. Pinche zapatismo”.
Este feminismo desafiante no es como otros. Nace al filo de la muerte, se pregunta para qué, desde dónde y con quiénes, pero también contra quiénes y cómo. La mujer de pie en el auditorio de Oventik, observadora y cuidadosa, tímida y valiente a la vez, una mujer que podría ser nosotras. Nosotras que no podríamos ser ella. Ante nuestros feminismos urbanos contestatarios y arrojados, tan seguros de lo que merecemos, ésos donde disfrutamos la comodidad de ser incómodas, éste da miedo. Es un feminismo de tiempo completo donde la mujer sabe que no es nada nunca y en ningún lugar, a menos que sea en colectivo, en comunidad, en organización transformadora que lucha por sus derechos y por la liberación de una patria y un planeta. Un feminismo zapatista. Así de sencillo, así de complicado.
El 6 de mayo de 2015, acercándose a las 12:00, quedará en nuestra memoria como una noche en que habló la madre de los bohemios arrebatándoles sus tarros de cerveza y quebrándolos en el suelo, pero a lo lejos porque son sus hijos y no quiere lastimarlos. Una noche que no podría haber sido en otra lucha que no fuera autónoma, rebelde, consciente, y con mucho trabajo aún por delante.
La historia del movimiento kurdo señala que el verdadero logro del capitalismo es hacernos creer que es eterno cuando no lo es, cuando lo eterno es “la libertad y la vida libre”. La historia del movimiento zapatista lo demuestra. ¿Por qué permitir que el patriarcado nos convenza de su eternidad? Lo dicho por las mujeres que enfrentan al Estado Islámico y al capitalismo en el Kurdistán parece dicho por las mujeres que enfrentan al estado mexicano y al capitalismo en Chiapas: “existimos y tenemos el derecho de seguir existiendo”.
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Participación de las compañeras zapatistas
Seminario “El pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”
6 de mayo de 2015
Comandanta Miriam – 6 de mayo de 2015
Buenas noches, compañeras y compañeros.
Yo también me toca platicarles un poco cómo es la situación de las mujeres antes de 1994.
Desde la llegada de los conquistadores sufrimos la triste situación de las mujeres. Nos despojaron nuestras tierras, nos quitaron nuestra lengua, nuestra cultura. Es así donde entró la dominación del caciquismo, terratenientes, entra la triple explotación, humillación, discriminación, marginación, maltrato, desigualdad.
Porque los pinches patrones nos tenía como si fuera que somos el dueño de ellos, nos mandaba a hacer todo el trabajo en las haciendas, sin importar si tenemos hijos, maridos o si estamos enfermas. No nos pregunta si estamos enfermas, si no llegamos a trabajar manda su muchacho o el esclavo, a dejar el maíz enfrente de la cocina para que hiciéramos la tortilla para ellos.
Y así pasó mucho tiempo, trabajamos en la casa del patrón. Molemos la sal porque la sal no era así como ahora, la sal que viene así fina, sino que la sal que antes usaban son grandes, son bolas grandes y lo tenían que moler las mujeres; y llegaban a moler la sal para el ganado, y a sacar la cáscara del café cuando es tiempo de cosecha de café. Si entra a las 6 de la mañana, sale a las 5 de la tarde. Todo el día tiene que dejar listo los bultos de café que le toca hacer a una mujer.
Es así que trabajaron las mujeres. Así trabajaron las mujeres con maltrato, con cargar el agua, y la miseria, o sea que le dan una paga miserable, sólo le dan un puñito de sal o un puñito de café molido, es el pago que le dan a las mujeres.
Y así pasando los años que las mujeres sufrían, y cuando nosotros, cuando nosotras, a veces lloran nuestros hijos y amamantamos a nuestros hijos, nos gritan, nos burlan, nos insulta físicamente, que no sabemos nada, que somos inútiles, estorbo para ellos. No nos respetan, nos usan como si fuera objeto.
Ellos hacen lo que le da la gana a una mujer, porque escogen a las mujeres bonitas o a las muchachas bonitas como su amante y dejar hijos por donde quiera, que no le importa qué sufren las mujeres, lo trata como si fuera animal con sus hijos que crecen sin padre.
Nos venden como si fuéramos una mercancía, todo esto en el tiempo del acasillamiento, nunca hubo descanso para nosotras.
Voy a platicar un poco del acasillamiento. Acasillamiento es que llegan en las haciendas o en el rancho, llegan con su familia y quedan ahí, y trabajan para el patrón, porque los hombres son los que trabajan sembrar el café, limpiar el café, cosechar el café, limpiar el potrero, sembrar el zacate, todo eso, hacer la milpa, el frijolar, pero era para el patrón; los hombres trabajan eso.
Pero aparte hay otra cosa que les puedo platicar, como el acasillamiento, aparte hay que le decimos mozo o esclavos, que de por sí siempre va a estar en la hacienda, mujeres y hombres.
Pero esos hombres o mujeres que son esclavos o mozos, que quedan ahí en la hacienda, son hombres y mujeres que a veces no tienen familia. Llega una familia nada más a trabajar en esa hacienda y a veces enferman el papá, la mamá, y muere, y quedan niños huérfanos y el patrón lo toma esos niños y lo crecen ahí en la hacienda. ¿Y qué hacen esos niños? No es porque lo adopta como hijo adoptivo sino como esclavo. Esos niños crecen y le da ese trabajo, si tiene mascota el patrón, o sea tiene sus mascotas, el perro, el mono, cualquier cosa de animales, y le da de cuidar a su mozo, lo cuida. Donde va el mono ahí tiene que ir, ahí tiene que cuidar, tiene que bañar, tiene que limpiar donde duerme, así pasa.
Ya después, cuando hace fiesta el patrón, como antes llegaban los curas en las haciendas grandes, y los patrones como lo bautizan sus hijos, o cumpleaños, o casamiento de sus hijas en las haciendas, le da casamiento los curas. Ya después hacen convivios y esos mozos les dicen que cuidara la puerta mientras ellos están haciendo fiesta, conviviendo junto con sus compadres, sus amigos, todo eso, mientras el mozo cuida la puerta, no lo deja entrar ni un perro ahí donde se están conviviendo. Todo el día tiene que estar, según cuánto dura su fiesta de un patrón.
Y la esclava son ellas que hacen la comida, que lavan los platos, que cuidan el hijo del patrón o cuida sus hijos de sus amigos de los patrones.
Así vive la gente ahí en las haciendas, y no es porque le da de comer lo que comen también en el convivio, sino que tienen que tomar pozol si hay pozol, frijol si hay frijol, sólo lo que comen ellos mientras ellos comen cosas buenas, pero con sus amigos.
Ya después, cuando el patrón quiere salir a una ciudad, de su hacienda a una ciudad que tiene que caminar 6 días, y se va el mozo, o si tiene hijos los patrones, a veces tienen hijos pero son inválidos, el mozo tiene que cargar el hijo del patrón a llevar a la ciudad. Y si vuelve a regresar en la hacienda la patrona tiene que ir otra vez el mozo allá y traer otra vez a su hijo cargando.
Y como cosechan café, todo lo que cosechan en la hacienda, y ese mozo tiene que estar al tanto con las mulas, con los machos, no sé si conocen los caballos, tienen que ensillar, desensillar su caballo del patrón, ordeñar el ganado y llevar las cargas hasta en la ciudad donde vive el patrón. Si vive en Comitán tienen que ir a dejar hasta en Comitán, sale en la hacienda y tiene que ir porque le dicen que son arrieros. Y así sufrieron muchos hombres y mujeres esclavas en ese tiempo.
Sí hay matas de árboles frutales ahí dentro de la hacienda, si se trepan ahí a cortar dicen que no lo dejan cortar, lo tienen que bajar echando chicote, no sé si saben, el látigo, le pegan, no puede cortar las frutas sin permiso del patrón porque todo lo que cosecha lo lleva a la ciudad. Es así que sufrieron los hombres y las mujeres.
Después de tanto sufrimiento de las mujeres o la explotación del acasillamiento, se dieron cuenta los hombres de cómo los maltrataban a sus mujeres. Unos pensaron que mejor salir de la hacienda de acasillamiento. Uno por uno fueron saliendo y se refugiaron a las montañas porque quedaron los cerros, o sea los finqueros no acapararon la tierra de los cerros, sino quedó, y ahí se fueron a refugiarse. Como que pensaron que es mejor salir para que no sigan sufriendo las mujeres en esa hacienda.
Ya después cuando ya están en las montañas algunos pasó mucho tiempo así, y después se dieron cuenta que es mejor juntarse y formar una comunidad, y así volvieron a regresar en las montañas. Se juntaron, platicaron y lo formaron una comunidad donde pueden vivir. Así formaron la comunidad.
Pero otra vez cuando ya están en las comunidades, como el patrón, o sea el acasillado trae otra idea, como lo trataron con el patrón los hombres, como que traen arrasando malas ideas también los hombres, y aplica dentro de la casa como el patroncito de la casa. No es cierto que se liberó las mujeres sino que ya son los hombres que fueron el patroncito de la casa.
Y otra vez las mujeres quedaron en la casa como si fuera cárcel, que no salen otra vez las mujeres, quedaron ahí encerradas otra vez.
Ya cuando nacen niñas no somos bienvenidas en este mundo, porque somos mujeres, porque nació una niña, o sea como que no nos quiere. Pero si nace un varón todavía festejan todavía los hombres, contentos se ponen porque son hombres. O sea, trae una mala costumbre de los patrones. Así pasó mucho tiempo. Después, como nacen las mujeres, es que como son inútiles las mujeres y si nace el niño ellos pueden hacer todo el trabajo.
Pero lo bueno, lo que hicieron, es que no perdieron para formar la comunidad, empezaron a nombrar sus representantes de la comunidad, y empezaron a hacer reuniones, convivieron juntos. Lo bueno es que no le quitaron esa idea, no le quitaron sino que vinieron otra vez. Los patrones y la conquista quisieron desaparecer su cultura, pero se equivocaron porque sí pudieron formar su comunidad.
También los hombres porque es el que manda en la casa y las mujeres es el que obedece lo que dice el hombre. Y si te dice que vas a casar, es que vas a casar, o sea no te va a preguntar si quieres casar con el hombre que te viene a pedir, porque el papá ya tomó el trago, o sea ya tomó antes el trago y te obliga a mandar con el hombre que no quieres.
Es así como venimos sufriendo otra vez con los esposos, porque nos dicen que las mujeres sólo sirven para la cocina, sólo sirve para atender el esposo, sólo sirve para cuidar los hijos, y como los hombres de por sí no abrazan a sus hijos, o sea no apoyan a las mujeres, sino que sólo te da tu hijo y qué le importa cómo lo vas a crecer tu hijo. Y como -voy a hablar en la realidad como pasó durante años- a veces las mujeres decimos que cada año nace un bebé, cada año y medio nace un bebé, o sea como estaturitas crecen los niños, de un año, al año y medio ya está otro, así, escaloncito crecen los niños. Pero el papá no le importa si está sufriendo la mujer porque la mujer tiene que cargar leña, tiene que hacer milpa, tiene que asear la casa, tiene que barrer, cuidar los animales, tiene que lavar la ropa, tienen que cuidar el niño, el pañal, todo eso, todo es trabajo de mujeres.
Por eso decimos que sufrimos la triple explotación de la mujer, porque la mujer tiene que estar a las tres o cuatro de la mañana en la cocina, dependiendo cuántas horas lleva para ir a trabajar el trabajadero de los hombres, tienen que levantar temprano para hacer el pozol, el café, el desayuno del hombre. El hombre se va a trabajar, regresa en la tarde el hombre, quiere que ya está cargado su agua, servido su agua donde va a bañar; baña el hombre, sale a pasear, a jugar, la mujer queda otra vez en la casa todo el día, hasta en la noche como esta hora no ha dormido todavía la mujer, hasta las 8 duerme la mujer.
Y es así que venimos sufriendo mucho. No le importa al hombre si estás enfermo, cómo te sientes, no te pregunta y así pasó. Así vivieron en realidad, así vivieron las mujeres, nosotros no echamos mentira porque lo vivieron.
Ya después cuando vas en una iglesia o un centro ceremonial donde hacen fiesta van también las mujeres, a veces va, pero con la cabeza agachada. O sea no debes levantar tu cabeza, tienes que caminar así agachada, ni voltear en los lados, tapar la cabeza con el rebozo así, como que así queda tu carita ahí.
Así pasó mucho tiempo que lo traía arrastrando el hombre esas malas ideas, esas malas enseñanzas. Así pasó, compañeros. Como que no somos nada. Como que sólo los hombres sí pueden ser autoridades, pueden salir en las calles y pueden participar.
No había escuela. En algunas comunidades hubo escuela después pero tampoco no fuimos a la escuela porque somos mujeres, no nos dejan ir a la escuela porque si nos vamos a la escuela nos dicen que sólo vamos a buscar marido ahí, y mejor aprender a trabajar en la cocina porque de por sí vamos a tener marido y tenemos que aprender todo cómo atender un esposo.
Y cuando nos pega, cuando nos insulta nuestro esposo, no podemos reclamar. Y si pedimos auxilio con otras instituciones del mal gobierno son los más peores, porque apoyan a los hombres, les dan más razón a los hombres y nosotros quedamos calladas, humilladas, avergonzada por ser mujer.
No tuvimos el derecho en la reunión de participar, que nos dicen que somos una tonta, inútil, que no servimos para nada. Nos dejan en la casa. No tuvimos la libertad.
Y no hay atención a la salud, aunque había clínicas, hospitales del mal gobierno, o sea como que no nos atiende porque no sabemos hablar la castilla, y a veces nos regresamos y muchas mujeres y niños mueren de enfermedades curables porque de por sí no somos nada para ellos, porque nos discriminan porque somos indígenas, nos dicen que somos indios pata rajada, que no podemos entrar en las clínicas, en los hospitales, porque no nos dejan, sólo le dan atención a otra gente que son de dinero.
Todo esto sufrimos en carne propia. Nunca tuvimos la oportunidad de decir lo que sentimos por muchos años, por la enseñanza de los conquistadores y de los malos gobiernos.
Es todo, compañeros. Continúa la otra compa.
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Comandanta Rosalinda – 6 de mayo de 2015
Buenas noches, compañeros y compañeras, hermanos y hermanas.
Así como acaba de explicar la compañera Comandanta Miriam es todo cierto. Fuimos maltratadas, humilladas, despreciadas, porque nosotras nunca sabíamos si tenemos derecho de organizarse, de participarse, de hacer todos tipos de trabajo, porque nadie nos daba la explicación cómo podemos organizarnos para salir en esa explotación.
Porque en esos tiempos estábamos todas en la oscuridad porque no sabíamos nada, pero desde la clandestinidad llegó un día en que algunas compañeras fueron reclutadas, y esas reclutadas fue reclutando a otras compañeras pueblo por pueblo.
Después llegó el momento de nombrar una compañera responsable locales de cada pueblo. A mí me nombraron como responsable local de mi pueblo. Es ahí donde empecé a salir en las reuniones para traer más informaciones para el pueblo, luego hacemos reuniones con las compañeras del pueblo para darles explicaciones cómo se puede organizar en los trabajos colectivos, y también explicamos que es necesario que haya compañeras milicianas, insurgentas.
Sí entendieron los padres y madres, sus hijas mandaron de ser milicianas, de ser insurgentas. Y esas compañeras hicieron ese trabajo con mucha gana porque ya entendieron cómo está la explotación del mal sistema. Así empezamos la participación de las compañeras.
Claro que no fue nada fácil, pero poco a poco fuimos entendiendo y así avanzamos hasta llegar en 94 cuando salimos en la luz pública, cuando ya no aguantaba el maltrato que nos hacían los pinches capitalistas. Ahí vimos que sí es verdad que sí tenemos el valor y la fuerza igual que los hombres, porque pudieron enfrentar con el enemigo, no le tuvieron miedo a nadie. Por eso nosotras estamos dispuesto en cualquier cosa que nos quiera hacer el mal sistema capitalista.
Después pasé de ser responsable regional, ese responsable regional es hacer reunión en las regiones con las compañeras responsables locales, para llevar informaciones al pueblo, para organizarse más las compañeras cómo hacer trabajos en el pueblo. Y también salimos a visitar a los pueblos para organizar más responsables locales, para darle a entender a las demás compañeras que sí es necesario que haiga la participación de la mujer. Así empezamos a participar.
Poco a poco fuimos perdiendo el miedo y la vergüenza, porque ya entendemos que tiene el derecho de participar en todas áreas de trabajo. Después nos dimos cuenta para hacer una revolución no sólo los hombres, tiene que hacer entre hombres y mujeres.
Es todo, compañeros, compañeras.
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Comandanta Dalia – 6 de mayo de 2015
Buenas noches, compañeros y compañeras, hermanos y hermanas.
Les voy a explicar un poco lo que dijo la compañera Comandanta Rosalinda.
Así como explicó, ahora me toca explicar para ser una candidata, que desde 1994 supimos que tenemos el derecho como mujer, donde nos despertamos, así fuimos entendiendo poco a poco los trabajos de las compañeras.
En los pueblos, en las regiones, empezamos con la práctica de cómo organizarnos para una lucha por el bien del pueblo sin que tengamos estudio.
Donde nos dimos cuenta, en 1994, como mujeres que somos, como madres y padres que somos, tuvimos ese valor de mandar a pelear nuestros esposos, nuestros hijos, nuestras hijas, y sabíamos muy bien para ir a enfrentar con el enemigo no es nada fácil porque bien regresa vivo o muerto, pero nunca pensamos en esa cosa, estamos bien claro que ellas tenían que tener esa responsabilidad de crecer a nuestros hijos, hijas que queda. Es donde nos dimos cuenta que pensamos igual que los compañeros hombres.
Para ser una suplenta es hacer primero el trabajo, pláticas de la lucha, o sea que vimos que hay más responsabilidad de hacer ese trabajo; así como hacer reuniones en las regiones, en los municipios y en las zonas; visitar pueblos cada poco tiempo para organizar más las compañeras y compañeros en los trabajos colectivos para sostener nuestra resistencia en las tierras recuperadas, que los recuperamos en el 1994, que nos había quitado los terratenientes, que desde la clandestinidad veníamos haciendo trabajos colectivos; y también dar plática en cada pueblo, hombres y mujeres, niños y niñas, para dar de entender de la lucha.
Para que no vayan creciendo nuestros hijos con esa mala idea no los dejamos que aprendan esas malas ideas del mal sistema capitalista.
Así fue avanzando los trabajos de las compañeras y su participación como compañera zapatista en cualquier tipo de trabajo, o cualquier cargo que nombra el pueblo. Así fue reconociendo sus derechos de las compañeras, que sí tenemos esa libertad. Libertad de opinar, de analizar, discutir, planear, en cualquier cosa, y tanto los compañeros entendieron que sus derechos de las mujeres.
El primer valor de las compañeras permitieron que sus esposos, hijas, estuvieran en la lucha. Segundo, dieron a la libertad a su esposo, pues vimos lo que hacen los hombres, sí podemos hacer también como mujeres, tenemos ese valor.
También tenemos palabras, ideas de analizar, a ver problemas. Aunque fue muy difícil para nosotras pero sí hicimos ese esfuerzo. Aunque fueron cabrones los compañeros hombres antes, pero sí le supimos de darle a entender a los compañeros, aunque hay algunos cuantos todavía que se ponen cabroncitos pero ya no son todos.
Pero la mayoría ya lo entendieron. Ya no se dejan las compañeras, ahora ya no se quedan humilladas como antes, como decía la compañera Comandanta Miriam, ya se quejan las compañeras con las autoridades civiles, así como agentas o comisariadas. Como en cada pueblo tenemos agentas y comisariadas, si no lo pudieron arreglar esas agentaas y comisariadas, pasa con las autoridades municipales. Lo arreglan porque tenemos reglamento de cada pueblo, según el acuerdo de cada pueblo.
Pero no creas que todavía todas las compañeras que se quejan porque tienen miedo a su esposo, pero tenemos que llegar de saber con otras compañeras, salen las pláticas cuando hacemos reuniones, y lo tenemos que investigar como compañeras, o sea entre nosotras tenemos que arreglar porque entre nosotras tenemos mucha paciencia, no igual como los hombres que no tienen paciencia.
Allí donde vimos que sí podemos hacer el trabajo, ahora ya nos tomamos ese espacio de participar, formar otra generación aunque con errores, pero si estamos haciendo con error nos corregimos. Allí vamos haciendo nuestra lucha, así que fuimos organizando y tenemos mucha paciencia como mujeres que somos, por eso cuando pasamos en responsables locales, responsable regional, candidata, suplenta y hasta llegar a ser comité clandestino revolucionario indígena.
Para organizar más las compañeras y dar de entender más a los jóvenes y jóvenas, lo tenemos que orientar, que jalar, o alcahuetear, o contagiándolos pero no de enfermedad, sino de buena idea. No es una mala idea para darle a entender que no vivan explotados por el sistema capitalista, pero sí lo estamos haciendo, ya están organizando los jóvenes y jóvenas. Así como lo ven que aquí está presente con nosotros las dos compañeritas que están aquí con nosotros, son compañeras jovencitas, ellas se llaman Selena y Lizbeth, ellas van a ser nuestras futuras autoridades, fruto de los niños.
Ahora vamos haciendo por escalones, no tiene fin, por eso como comité aquí estamos como Comisión Sexta, gracias a la organización que sí aprendemos a leer un poco, a escribir un poco, a hablar un poco de castilla, no sabíamos nada de hablar ni una palabra en castilla. Por eso no nos vamos a dejar de organizarnos como mujeres en este sistema capitalista, porque hay todavía tristeza, dolor, encarcelamiento, violación, así como las madres de 43 desaparecidos.
Por eso estamos compartiendo con ustedes como Sexta nacional, internacional, hermanos y hermanas. Gracias a nuestra organización zapatista ya somos tomadas en cuenta como mujeres zapatistas, por eso nosotros nos organizamos hombres y mujeres, por el mal sistema capitalista.
Lo que nosotros queremos que haiga un cambio en todo. En todo el mundo, para todo el país. Pero sí nos vamos a organizarnos, si no luchamos por el sistema capitalista va a seguir así hasta nos acaba todos, nunca va a haber un cambio.
Debemos luchar al cien por ciento hombres y mujeres. Tener una nueva sociedad, que el pueblo sea el que manda. Nosotros, como mujeres zapatistas, no nos vamos a dejar de luchar, mientras que nos mate el mal gobierno, porque siempre nos tiene perseguidos los malos gobiernos.
Disculpen, compañeros y compañeras, hermanos y hermanas, no sé hablar muy bien el español. Como no aprendí muy bien, a ver si lo escucharon lo que dije.
Es todo.
Muchas gracias.
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Compañera base de apoyo Lizbeth – 6 de mayo de 2015
http://radiozapatista.org/?p=13295
Buenas noches, compañeros y compañeras, hermanos y hermanas.
Nosotros vamos a explicar un poco cómo hemos venido viviendo y haciendo los trabajos en la autonomía después del levantamiento armado de 1994.
Nosotras como jóvenas y jóvenes zapatistas de ahora, ya no conocimos cómo es un capataz, cómo es un terrateniente o patrón, mucho menos conocemos cómo es El Amate, ni sabemos cómo llegar con los presidentes de los municipios oficiales para que nos resuelvan nuestros problemas. Porque gracias a la organización del EZLN ya tenemos nuestras autoridades en cada pueblo, ya tenemos nuestras autoridades municipales y nuestra junta de buen gobierno para que resuelvan cualquier tipo de problema que pasa en cada compañera y en cada compañero, zapatistas y no zapatistas, en cada pueblo.
Nosotras ya tenemos la libertad y el derecho como mujeres de opinar, discutir, analizar, no como antes, como ya dijo la compañera.
El problema que tenemos todavía es que tenemos pena de participar o explicar cómo estamos trabajando, pero sí lo estamos haciendo los trabajos como compañeras.
También nosotras como mujeres ya estamos participando en cualquier tipo de trabajo, como salud, de ultrasonido, laboratorio, Papanicolaou, colposcopia, odontología, enfermería; también como tres áreas, que son parteras, hueseras y plantas medicinales.
También estamos trabajando en la educación, como formadoras y coordinadoras, promotoras de educación.
Tenemos locutoras, tercios compas.
Participamos en los colectivos de compañeras, en encuentros de mujeres, y de jóvenes y jóvenas.
También ya estamos participando en autoridades municipales, que ahí hay también cualquier tipo de tareas que como mujeres lo podemos. Estamos trabajando también en las juntas de buen gobierno, como responsables locales, y directiva de negocios de compañeras.
En diferentes áreas de trabajos de la autonomía ya estamos participando junto con los compañeros, aunque nosotros como jóvenas no sabemos cómo gobernar pero nos nombran para ser autoridad para el pueblo, porque nos ven que sabemos un poco de leer y escribir, pero haciendo los trabajos ahí vamos aprendiendo.
La mayoría de los trabajos que venimos realizando somos puras jóvenas, pero sí les decimos claro que para hacer estos trabajos cuesta, no es fácil, pero si tenemos el valor de luchar sí lo podemos hacer estos trabajos, donde el pueblo manda y el gobierno obedezca.
Ahora los hombres y las mujeres este modo de luchar y gobernar lo practicamos todos los días. Para nosotros ya vemos como nuestra cultura.
Es todo lo que quería decir, compañeros y compañeras.
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Compañera escucha Selena – 6 de mayo de 2015
Buenas noches, compañeros y compañeras de La Sexta.
Buenas noches, hermanos y hermanas.
Buenas noches a todos en general.
El tema que voy a explicarles, o sea que les voy a leer, es el mismo tema que estaba leyendo la compañera pero dice más de los jóvenes como zapatistas y no zapatistas.
Pero también nosotros como jóvenes zapatistas estamos enfrentando la guerra de la baja intensidad que nos hace el mal gobierno y los malos capitalistas. Nos meten ideas de la modernidad, como los celulares, la ropa, los zapatos, nos meten ideas malas a través de la televisión, como las novelas, los partidos de futbol y también en los comerciales, para que como jóvenes estemos distraídos y no pensar cómo organizar en nuestra lucha.
Pero nosotros, como jóvenes zapatistas, no hemos caído tanto en eso, porque a pesar de todos esos, o sea les compramos la ropa, pero no les compramos la ropa que son modistas, compramos ropas que son las que usan los pobres, que es como nos ven como estamos vestidos. También compramos zapatos pero son que es zapato así cualquiera, como usan los pobres; no compramos zapatos de esa zapatilla que tiene esos puntos todavía en el tacón, porque si lo compramos nosotros allá donde vivimos hace mucho lodo, y también si nosotros lo ponemos como jóvenas nuestros pasos que vamos a dar vamos a quedar atascado y vamos a necesitar nuestra mano para sacarlo el zapato; igualmente no les compramos también lo que es esas botas de piel, porque igualmente puede pasar, se puede despegar en el lodo porque no es resistente, sí claro, compramos unas botas pero es para trabajo, que sí va a resistir en el lodo, no compramos ese zapato que no resiste.
Y los celulares también los compramos pero lo sabemos usar como zapatista, que nos sirva en algo. También la televisión tenemos, pero lo usamos para escuchar noticia, no para distraernos.
Además les compramos pero primero tenemos que regar el sudor, trabajar la madre tierra para poder comprar el que queremos.
Pero en cambio los jóvenes que no son zapatistas son los que más han caído en esa trampa de los malos gobiernos, porque aunque no me lo crean esos jóvenes pobres-pobres, abandonan su familia, su pueblo, se van a chambear a los Estados Unidos, a Playa del Carmen o en otros países, sólo para conseguir un celular, un pantalón, una camisa, un zapato de moda. Se van porque no quieren trabajar la tierra, porque son haraganes, ¿por qué les decimos que son pobres-pobres? Porque son pobres como nosotros, pero son pobres de pensar porque salen de sus pueblos y cuando regresan ya traen otras malas ideas, y otras costumbres de vivir, porque ya vienen con las ideas de asaltar, de robar, consumir y sembrar marihuana, y al llegar en su casa dicen que ya no quieren trabajar con el machete, que porque ya no están acostumbrados, que mejor se van a regresar otra vez donde estaban, que ya no quieren tomar pozol, que ya ni lo conocen qué es el pozol, y siendo que crecieron con el pozol, con el frijol. Pero allá donde fueron se creen que no conocen comida de los pobres, allá se creen que son hijos de ricos, pero es mentira, son pobres como nosotros.
Pero en cambio, nosotros como zapatistas, somos pobres pero ricos de pensar, ¿por qué? Porque aunque ponemos los zapatos y la ropa, los celulares, no cambiamos nuestra idea ni nuestra costumbre de vivir, porque a nosotros como jóvenes zapatistas no nos importa cómo estemos vestidos, o cómo sean nuestras cosas que usamos, lo importante es que los trabajos que hacemos es para el bien del pueblo, que es lo que queremos nosotros como zapatista; que es lo quiere en todo el mundo, que no haya mandones, que no haya explotadores, que no estemos explotados como indígenas.
No sé si me entendieron lo que leí.
Pues era todo mi palabra y ojalá que les sirva en algo.
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