EL AMOR Y DESAMOR EN LA ORGANIZACIÓN LÉSBICA[1]
Norma Mogrovejo
Abril, 2006
La existencia
lésbica latinoamericana es aún marginal y clandestina. El movimiento Lésbico ha
contribuido significativamente a que dicha existencia sea asumida y
reivindicada con orgullo y desde una dimensión política de resistencia. Sin
embargo los espacios exclusivamente lésbicos han sido y siguen siendo muy
reducidos. Antes de la aparición del movimiento, la existencia lésbica estaba
limitada básicamente a los espacios privados. Los espacios públicos donde
solían frecuentar algunas lesbianas eran primordialmente masculinos, a veces
gays, a veces mixtos pero subterráneos, estigmatizados por el alcohol y la
prostitución.
Entonces ¿dónde se
encontraban las lesbianas?, ¿dónde se conocían?, ¿dónde ligaban? Algunos
testimonios dan cuenta que en tanto los espacios para encontrar parejas eran
sumamente reducidos, la soledad y el aislamiento eran problemas intensamente
álgidos, de ahí que encontrar una pareja era casi una lotería que había que
cuidar para mantenerla aún cuando la pasión y el amor se agotara, así, aunque
ésta deviniera en una relación violenta, era mejor estar acompañada a vivir el
aislamiento. Los testimonios también dan cuenta que la forma de relación estaba
marcada por los únicos referentes de relación de pareja heterosexual, la división
de roles butch-fem y en consecuencia una división “sexual” del trabajo, es
decir, una relación desigual y jerárquica, uno de los testimonios manifiesta:
Para mí fue muy
emocionante saber que existía ese bar, empecé a ir y allí conocí a mi primera
novia, pero me di cuenta que era muy la onda de los roles establecidos y ya se
creía hombre y yo tenía que hacer de mujer.[2]
Los bares o clubes
exclusivamente lésbicos son espacios que aparecen a finales del siglo pasado y
con muchas dificultades, las lesbianas no constituimos un sector económicamente
rentable como para garantizar un antro exclusivamente lésbico, así, se abrían
algunos y muy pronto cerraban o los dueños hacían alguna concesión otorgando un
día a la semana pero nunca eran exclusivos y duraban muy poco.
Tanto el
movimiento feminista como el lésbico con su crítica a la familia patriarcal
revolucionó las formas de relación de pareja. Liberar el sentimiento afectivo y
reforzar el orgullo lésbico trajo la posibilidad de asumir el amor como una
elección y no como un destino, ello hizo más fácil romper una relación no
satisfactoria y tener la posibilidad de elegir otra. El activismo trajo también
nuevos espacios de encuentro y muchas lesbianas se acercaron a la militancia
más que por el interés político, con la expectativa de encontrar pareja o al
menos un referente social.
No sé como me vi
totalmente metida en Lambda[3], en la primera junta
eran 3 mujeres y como 40 hombres, tampoco era muy atractivo ir a ver a 3
mujeres que aparte 2 eran pareja, no había de dónde escoger. Porque también es
cierto que vas porque te sientes atraída por las mujeres y empezaba a decir ¡que
haya más mujeres, porqué 40 hombres!, y todos tan parlanchines, tan jotas, no
nos dejaban ser, nos arrebataban la palabra.
Las chavas se quejaban
mucho de porqué no les gustaba estar con los hombres, esto creó problemas,
entonces dijeron vamos a hacer nuestras fiestas de hombres, se platicó que no,
porque los hombres tienen muchos espacios, los bares, cantinas, las mujeres no,
y hacíamos fiestas mixtas o fiestas de mujeres y que quedara claro aunque nos
envidiaran. Yo me centré mucho en los jueves de mujeres cuando ya teníamos el
local. Tratábamos de hacer numeritos, pero a las chavas no les interesaba el
numerito hablado, las chavas iban a tomarse una cerveza o a platicar o a ligar,
entonces más bien era un numerito musical o algo atractivo que jalara. A las
chavas de plano mucho no les interesaba, entonces los jueves culturales realmente
no tenían mucho de cultural, mejor hubiéramos dicho jueves de bar y es que hace
falta espacios.[4]
Para las
activistas, los espacios sociales si bien al principio eran punto a favor,
pronto resultó problemático porque en cuanto conseguían pareja desaparecían de
los espacios políticos y volvían a la dinámica del encierro doméstico. La
frustración era doble, no era sólo que se perdía activistas en términos
numéricos, resultaba que el espacio público servía para retornar al encierro
privado.
Estaba
muy deprimida porque me había dejado Nancy, una amiga me invitó a las reuniones
de OIKABETH, fui entusiasmada porque no sabía dónde conocer otras lesbianas,
empecé a asistir, éramos como ocho, luego a las fiestas llegaban como
cincuenta, ahí conocí a Dulce, era nueva como yo, como no sabíamos mucho de
política pues… nos identificamos y nos hicimos novias, al principio fue padre
porque nos esforzábamos por hacer las cosas de la militancia, creíamos que
íbamos a hacer la revolución, que íbamos a cambiar el mundo. Teníamos que pasar
unas pruebas para ser parte del grupo, ahora lo pienso y era una payasada, pero
entonces nos la creíamos. Luego ya nos cansamos, nos fuimos a vivir juntas y
pues había que trabajar, dejamos el grupo.[5]
El hecho que el
espacio político se convirtiera también en un espacio social, trajo grandes satisfacciones
para el activismo, así, el inicio de nuevos romances en el contexto del
compromiso político dinamizó la organización lésbica. El grupo entero se
transformaba.
A
decir del sociólogo italiano Alberto Alberoni, el enamoramiento es el “estado
naciente” de un movimiento colectivo de dos.[6] De la
misma manera que en un movimiento social, el sujeto se entrega enteramente a
los fines comunes[7],
dos personas enamoradas luchan hombro con hombro por un proyecto común.
Alberoni encuentra en el estado naciente del enamoramiento las mismas
características del estado naciente de los movimientos. El encuentro de dos
personas, reconociéndose en su ideología y sus valores, da lugar a un
enamoramiento que se encauza en el movimiento. Las dos personas enamoradas
sienten que son el núcleo mínimo de un movimiento mayor[8]. Si
el estado naciente surge en el contexto de un movimiento, se potencia tanto la
relación amorosa como la actividad del movimiento. El amor en estos procesos
impulsa el deseo y la creencia de la transformación del mundo. Dos activistas
nos dicen:
"Conocí a Araceli en una marcha del Primero de
mayo, iba con pañoletita, ¡iba vestida de mujer!, luego fue a una junta para la
Sexta marcha homosexual, y desde entonces ya se quedó en el movimiento; ella
estuvo a punto de casarse, era heterosexual, gracias a que tuvo contacto con el
movimiento lésbico pudo salvarse. Nos hicimos amantes, empezamos con Seminario[9],
nos reuníamos en mi sindicato, fue bonito, llegamos a ser como doce
chavas, hablamos mucho sobre medicina
alternativa, hacíamos deporte, a prepararnos como guerreras. Araceli y yo
salíamos a las cinco de la mañana a correr, otra vez la perspectiva holística,
éramos vegetarianas las dos, hacíamos Kun Fu, empezamos a guardar cascos de
mineros para las marchas, chacos, usábamos agua fría para calar el
cuerpo".[10]
Fui a la tercera marcha,
no entendía de grupos y cuando oí consignas más jaladoras para mi manera de ser,
me pegué a ese contingente por eso coincidí con el de María. Nos dio una cita a
varias para dar seguimiento a las enseñanzas de don Juan y el mito de Lesbos, me interesaba unir esas cosas. Empecé a andar
con ella y organizar el Movimiento de mujeres socialistas, ¡yo estaba tan enamorada,
casi a primera vista, una mujer tan líder!, yo estaba interesada en trabajar
con el movimiento obrero y María me dijo que no me preocupara que me pusiera a
estudiar a Lenin, dejé la escuela, ya había salido de varias escuelas y decidí
ser autodidacta, me puse a estudiar Lenin, marxismo, la revolución china, para
ver cómo podíamos organizar el comité de la revolución, las guerrillas y empecé
a participar con las costureras. Nos hicimos pareja, fue una pareja en un
contexto de mucha libertad, no era lo que precisamente yo quería pero era lo
que era la moda y lo que me tocaba vivir, yo no podía decir siquiera que era mi
pareja, porque ella era polígama por decreto porque la moda no era amor, muchos
cuestionamientos muy fuertes que me hicieron mucho daño, me lastimó mucho esa
falta de compromiso pero también aprendí mucho. Ella tenía ese derecho pero
creo que no andaba con otra, andábamos las dos juntas de un lado para otro, yo
no andaba con otra, a veces vivíamos en su cuarto de azotea, a veces en la mía,
empezó poco antes del terremoto y me tocó el temblor en pleno movimiento de las
costureras, empezamos a organizar a las costureras.[11]
Así,
la fuerza de los grupos lésbicos en gran medida ha estado sostenida por
parejas, sea que encontraron la pareja al interior del grupo o sea que
ingresaron en pareja. En la búsqueda de la revolución, de la transformación, la
trasgresión a la norma, la relación lésbica era un lei motiv de la acción
social, la apuesta de que una revolución cambiaría la lesbofobia opresiva.
Éramos 9, tres parejas y
3 solas, fuimos muy constantes dos años, hicimos talleres de anorgasmia,
básicamente a mujeres heterosexuales y fue lo que más me gustó, no sé si se
daban cuenta que éramos lesbianas, no lo manejábamos abiertamente, pero no
teníamos reparo en lo que hacíamos, hablábamos con mucha libertad de la
sexualidad y creo que tuvimos impacto con las mujeres con las que trabajamos,
solamente dimos un taller para lesbianas, además hicimos un audiovisual muy
lindo, lo presentamos en la Semana Cultural, “Todo lo que Ud quiso saber sobre
lesbianismo y nunca sabrá” y “Técnicas sexuales entre mujeres'”, están gruesos,
en el último todas participamos para su creación, compartimos mucho con la
gente, fue un trabajo muy profesional.[12]
Un elemento importante
en la constitución de los grupos lésbicos fue la personalidad de sus líderes y
el atractivo físico que muchas veces las convertía en figuras sumamente
seductoras.[13]
Estas líderes se convirtieron en íconos, referentes importantes en el contexto
político y que al mismo tiempo, garantizaban adherentes. Pese a lo superficial
que podría parecer la construcción de un liderazgo con esas características, el
discurso es un valor que en si mismo marcó una ruptura, ya que en algunos casos
estuvo marcado por la radicalidad propia de los años 70s y 80s, y en otros, por
un discurso denominado alternativo, esotérico y espiritualista.
María tenía muchas
seguidoras por dos aspectos. Realmente sus discursos eran interesantes y muchas
personas creíamos en las cosas que ella postulaba, era muy radical. Creo que
debemos ser algo radicales para que la gente jale hacia este lado, aunque luego
se queden en el camino. Si bien algunas se quedaban era al menos con la
autoconciencia o la conciencia colectiva. El otro aspecto era su atractivo
físico; por más que María recalcaba que a OIKABETH no se iba a ligar, muchas
llegaban a las reuniones del grupo, con la expresa intención de ligársela. Ella
se dejaba querer un poco.[14]
Fui una vez al Chopo y
escuché a Virginia, había escuchado algo del feminismo pero no estaba conectada
con nadie, me invitó a Cuarto Creciente y me enganché en la biblioteca. Virginia
habló de Cuarto Creciente, de las mujeres y su relación con la luna debido a
los líquidos, y los astros, sobre un evento que iba a haber en Cuarto por
muertos, eso fue lo que me atrajo, además, Virginia era una mujer muy
atractiva, muchas estaban enamoradas de ella y ella supo manejarlo. [15]
El liderazgo si
bien fue cuestionado en el ámbito del feminismo autónomo porque repercute en jerarquías,
centralización de información y por tanto de poder, fue un valor apreciado en
las dinámicas del amor, aunque en algunos casos fue una exigencia no siempre
posible de cumplir.
Empezó a tronar la
relación con María, ella me pedía mucho que yo fuera una líder del movimiento y
yo me di cuenta que no era una líder a ese estilo. Entonces empezó a andar con Araceli,
ella venía de la guillotina, que eran anárquicos, luchadores y unían lo gay con
lo político. A nivel individual entendí
que no era mi lugar, sentía que no podía dar mucho a nivel organizativo, no
creía realmente en esa revolución, ahora creo en la revolución espiritual, mi
alma no comulgaba totalmente y hubo un momento que me votó la energía y me fui
a estudiar teatro. ¡Claro!, estuve en duelo total, eso pesó en mi alejamiento
del grupo, pero si hubiera habido en mí un lugar claro en el movimiento,
hubiera creído en mi misión, mi misión no estaba ahí, sumado a la ruptura con
María, me alejé totalmente del movimiento. Luego empecé a andar con Leticia,
era sindicalista y me gustaban las luchadoras sociales fue cuando formamos el
grupo de madres.[16]
El liderazgo sustentado
en la seducción ha sido también un elemento que ha marcado las dinámicas
grupales, así muchas decisiones al interior del grupo estuvieron basadas más
que en la racionalidad, en la fuerza de la atracción sexual de las líderes,
ligado a ello como lo manifiesta Bety, en un sector donde la falta de afecto y
la marginalidad tienen un lugar importante, la práctica política, aun cuando estuviera
en espacios críticos como el feminismo, estuvieron marcados por los estilos
corporativistas de la política tradicional mexicana.
La seducción era como
decir “yo te seduzco para que después votes por mí o me apoyes en esto”, aunque
mi pareja y yo lo hablábamos y poníamos un alto en esa parte, sí llegaban
chavas nuevas en el proceso del Encuentro, 'Yo soy muy maternal contigo te
valoro, te doy mi mirada, te abrazo, entonces por supuesto que tu vas a votar
por mi' era cabrón ese rollo de la fuerza sexual, dentro del ambiente lésbico. Habemos
muchas mujeres necesitadas de afecto como en todos lados, pero en la
marginalidad se agudiza más y si te dan tantito cariñito, caes redondita si no
tienes trabajo adentro.[17]
De la misma manera
que el enamoramiento intensifica la acción del grupo, la ruptura de parejas líderes
produce un quiebre en el mismo, y como consecuencia la toma de posiciones de
sus adherentes con una u otra. Así, uno de los más sentidos conflictos en
Lambda estuvo centrado en la ruptura de una de las parejas que fueron
fundadoras del grupo.
El
Comité Feminista tuvo una severa fractura cuando Rubi empezó a andar con Carmen
y se separó de Canela, porque la gente empezó a tomar partido. Canela fue una persona muy querida en el grupo, era
una líder, era brillante, audaz y asumía públicamente el rollo lésbico, cosa
que no mucha gente lo hacía. Cuando Canela se fue de viaje a Copenhague para un
Encuentro en 80, Carmen se instaló en casa de Rubi, entonces el grupo satanizó
mucho esa relación. Tanto Rubi, Canela, como Carmen, estaban en el Comité de
Trabajo Feminista, obviamente fue allí donde se sintieron las consecuencias.
Tanto Carmen como Rubi tuvieron una actitud de retraimiento, todo el mundo
empezó a decir 'qué pasa con el Comité Feminista, ya no hay trabajo, ya no pasa
nada’. Después Canela se alejó mucho del
grupo porque andaba muy mal, resintió la pérdida y se metió a trabajar como
loca, tenía tres trabajos como para no pensar. Esa fue una fractura porque la
gente tomó posición.[18]
Así,
cada ruptura de una pareja de líderes, causaba una merma importante, cuando no
la división o desaparición del grupo. Aunque en algunos casos los quiebres
aparentaban posiciones ideológicas, en realidad éstos respondían a rupturas
emocionales.
Araceli
empezó a tener acercamiento con los troskistas, entonces rompimos, ella se
salió del grupo y luego formó Zinya, nosotras continuamos con Seminario.[19]
En
el caso de Madres lesbianas, la ruptura de una de las parejas, trajo consigo la
desaparición del grupo. Luego de haber sido un grupo abierto y numeroso donde
entraban y salían sus adherentes, el grupo se reconformó con un núcleo de dos
parejas, dos de ellas madres y las otras dos parejas de éstas.
Hicimos una fuerza de 4
mujeres y no permitimos que entrara nueva gente, nos hacía falta pero teníamos
muchísimo miedo de volvernos a desmembrar, había pasado en dos etapas
anteriores cuando éramos muchas, pensábamos que éramos fuertes, es que sí
lográbamos trabajar en armonía, compaginar más, estar más de acuerdo 4 que 10.
La gente lo que más buscaba era hablar. Cuando se dieron cuenta que nosotras no
solucionábamos nada se retiraban. El objetivo no era solucionar los problemas,
era compartir nuestras experiencias, juntarnos a hablar, que hicieran catarsis,
apoyarnos, porque puedes encontrar alguna respuesta a lo mejor en lo que
escuchas.
No éramos ni tan fuertes
ni tan sólidas, amé mucho mi grupo pero que frágil estábamos. Llegó una chica
de veinte años, madre, con un niñito de tres años, se coló en mi relación. Mi
relación seguramente estuvo muy descuidada, creo que ninguna de las dos puso
mucha atención y mi compañera se involucró, ahí me di cuenta que soy una vieja,
hasta que le puse atención ya no había qué hacer, fue la única que se coló en
este cuarteto pero no para trabajar sino porque ya había puesto la mira en mi
pareja. Me empecé a dar cuenta y para mí fue fatal, fatal, pero buenísimo a la
vez. Yo tenía mucho tiempo de vivir en su casa, yo la sentía mi casa. Yo me
vengo abajo, me tengo que salir de casa de Tania y sin trabajo porque me estaba
cambiando al negocio de Tania y entonces tenía casa y trabajo por Tania. Lloré,
pero dije “es momento de retirarse” mi segundo divorcio pero ya no estaba tan
desamparada, tenía amigas, me fui a casa de una amiga y pusimos departamento
entre amigas. Ese divorcio sí lo sentí mucho. El grupo se acabó, les decía “Fabiana
y Paty, sigan Uds., yo no puedo”, Tania se separó estaba muy ocupada y se
dedicó a vivir su tórrido amor, tenía razón, no era madre. Todo cambió, el
local era de Tania, todo era de Tania. Yo no me di cuenta de nada, hasta que
salí, era otra dependencia. Fabiana y Paty dijeron vamos a esperar que te
repongas, pero soy muy lenta para reponerme, para levantarme, ahora me costó
más. Me sentía muy sola. Pero fue darme cuenta que no había resuelto cosas, me
olvidé de fortalecerme, de trabajar conmigo misma, de no ser dependiente.[20]
Si bien el
movimiento lésbico tiene en sí un cuestionamiento a la normatividad impuesta
por la heterosexualidad obligatoria, uno
de los pilares del patriarcado, aún no ha sido capaz de cuestionar la
monogamia obligatoria, otro de los pilares de la sociedad patriarcal. Los
marcos de referencia de una relación amorosa están muy ligados a los
heterosexuales, relaciones de posesión, propiedad, celos, fidelidad
condicionada, violencia. No hemos sido capaces de cuestionar ni escapar a esos
valores que refuerzan nuestra propia opresión. Los testimonios dan cuenta de
prácticas que intentan romper relaciones tradicionales de pareja, sin embargo,
carentes de una reflexión teórica y política al respecto, estos han devenido en
censuras morales, crisis y rupturas.
Me empecé a sentir
incómoda con mi pareja y compañeras de trabajo porque empezó a aparecer la
competencia, la envidia entre las compañeras, era a ver quién es la más
chingona aquí, quién manda. Empezó la conexión con grupos de Europa y apareció
el rollo del poder, la seducción, el alcohol. En las fiestas fue grueso porque
fue una desinhibición total porque a todas nos salía el instinto y nadie sabía
manejarlo y era terrible. Decidí apartarme de todo ese mundo, de las fiestas,
yo sufría en las fiestas porque mi pareja y yo estábamos ligando con otras y
era un desmadre. Rompí con mi pareja, huyendo de mi misma, de una parte de mi
misma, no es que no me gustara el amor a las mujeres, sino esta trasgresión de todo,
“te quito a tu pareja cuando quiero, beso a cualquiera cuando quiero, cuando se
me da la gana me acuesto con quien quiero, cuando se me da la gana me
emborracho, me pongo marihuana, me acuesto con tres mujeres, lo que quiera”
nada más me faltó dar trancazos.[21]
En algunos casos, la trasgresión a
la monogamia fue motivo de juicios políticos que si bien fueron parte del
crecimiento de los grupos en el cuestionamiento de conceptos, mostraban férreos
conceptos morales tradicionales.
Una vez me hicieron un
juicio porque mi forma de relacionarme con las chavas no estaba dentro de las
normas cuadradas, moralistas, del grupo. Porque tenía pareja abierta, porque
vivía en la poligamia, y una de las personas que más me agredió fue María,
porque según ella, yo tenía una conducta machista... Me destrozaron, fue un
juicio muy grueso, muy cabrón. Sí, me afectó, me hizo pensar que a lo mejor
ellas tendrían razón y que yo estaba mal, pero fue más fuerte mi propio
criterio al respecto; yo no he obligado a nadie y se han dado las
circunstancias para tener las relaciones; y también que no me podían marcar
normas de conducta, justamente porque nosotras estamos transgrediendo normas de
conducta social y por eso somos criticadas y no se me puede hacer juicio por lo
mismo. La única forma de responderles fue sentarme a escribir un documento, con
bases, con un planteamiento más teórico, más fundamentado, con argumentos que
me iban a dar credibilidad. Lo empecé a manejar a partir de la propiedad
privada, que la mujer no era una propiedad privada y que ellas estaban
considerando a la mujer como objeto; estaban diciendo que yo las había usado.
Ellas no les estaban dando la categoría de sujetos, ni pensantes, ni con
derecho a decidir. Y la que se puso a reflexionar sobre este documento, fue
precisamente María. A partir de entonces, por lo menos se rompió el mito que
teníamos que ser monógamas como requisito. Así, María, cambió un poco su
carácter y aceptaba apapachos. Se abrió un poco más.[22]
Las rupturas en las relaciones de
pareja han afectado no sólo la dinámica interna de los grupos, en muchas
ocasiones han trascendido en la dinámica propia del movimiento, así, en tanto
algunas líderes luego de una ruptura salieron de la organización e iniciaron
otra, la rivalidad entre estas ha sido manifiesta, como se dijo antes, muchas
veces expresada como cuestiones ideológicas.
En
una reafirmación de que lo privado es político, el amor y el desamor son partes
constitutivas de las dinámicas políticas de cualquier movimiento -realmente
pude entenderlo hasta que mis propias relaciones amorosas fueron parte de
dinámicas colectivas-; la generación de diferencias insalvables, inquisitivas,
a veces insanas, también han sido parte de esta dinámica. Y aunque la autonomía
fue un bien deseado, tal vez con desesperación, la aparición de nuevas líderes,
ponía en riesgo la hegemonía de las históricas quienes hicieron lo posible para
mantenerla. El poder de las viejas líderes iniciaba también y contradictoriamente
un espacio de institucionalización del poder, la gerontocracia, ejercicio
permanentemente recusado por las nuevas generaciones.
Liz
Highleyman, teórica de los estudios queer,
afirma que “quienes sostienen las políticas de identidad a veces tienen
dificultades para ver las cosas desde una perspectiva que no se base en la
identidad”, esto es, por ejemplo, perder el sentido “del otro” y ubicar
enemigos más que en el afuera, en el adentro. “Los movimientos basados en la
identidad han abandonado, con demasiada frecuencia, una agenda que apunte al
cambio social amplio en pro de reformas que benefician a miembros de su grupo
particular”[23].
La necesidad de pertenencia enfatiza las diferencias insalvables del “otro”
como base para construir una identidad propia.
Si bien las dinámicas amorosas han sido parte
constitutiva de las formas organizativas en el movimiento lésbico, el amor, no
ha sido aún un tema central en la discusión política. Actualmente empezamos a
trabajar la violencia doméstica al interior de las parejas lésbicas que también
es una realidad, pero el marco de discusión sigue siendo “la pareja” como una
única forma de relación amorosa y en ese contexto, es cierto que hay un trabajo
de autoestima y reflexión sobre los celos, pero no hemos logrado aún, un
profundo cuestionamiento del significado que los celos tienen en la apropiación
y cosificación de las personas y la violencia que ello implica, como una
estrategia del régimen heteropatriarcal para el control del cuerpo, la
movilidad y el pensamiento de las mujeres.
La lesbo y homofobia empiezan a ser entendidas
desde no hace mucho como el brazo armado de una sociedad obligatoriamente
heterosexista, pero poco hemos considerado a los celos y su consecuente
violencia como el brazo armado de una sociedad obligatoriamente monogámica, es
decir del patriarcado. Hemos sido educadas para la posesividad y el apego, conforme a la ideología del
amor romántico, que considera a los celos como un valor, una “prueba de amor”
que puede “justificar” la violencia doméstica. Pero al mirarlos de frente, se
puede descubrir el miedo humano a la pérdida y al abandono.
El poliamor, nos ha replanteado las formas de
relación amorosa, desestructurando mitos como que las personas que se aman y
son buena pareja “no tienen ojos” para otras personas, o la creencia de que no
se puede amar a más de una persona al mismo tiempo, el mundo está lleno de amor
para todos porque es ilimitado y genera siempre más, y ponen la ética de la
generosidad por encima de la propiedad privada planteando el reto de sumar en
vez de restar. Probablemente muchas de las rupturas en la organización lésbica
hubieran tenido otro desenlace si los cuestionamientos al apego, la posesividad
y sentimientos de propiedad privada sobre la pareja hubieran sido más consistentes,
pero el hubiera no existe y es quizá el momento de empezar a trabajar al
respecto y que esta historia, sirva para mirar adelante.
BIBLIOGRAFIA
Alberoni,
A. Enamoramiento
y Amor, Gedisa, México 1989.
Derek
McCullough y Hall, David. El Polyamor, Lo que es y lo que no es. Electronic
Journal of Human Sexuality, Volume 6, Feb. 27, 2003, www.ejhs.org
Highleyman, Liz. “Identidad, ideas y
estrategias”, en: Bisexual Politics. Theories,
Queries & Visions.
Editado por Naomi Tucker. New York : The Haworth Press, 1995. Traducción
Alejandra Sardá. Buenos Aires.
Mogrovejo,
Norma. Un amor que se atrevió a decir su
nombre. La lucha de las lesbianas y su relación con los movimientos feminista y
homosexual en América Latina. Plaza y Valdez México, 2000.
Mogrovejo,
Norma. Lestimonios. Voces de mujeres lesbianas, 1950-2000, Plaza y Valdez,
México 20001.
[1] Ensayo
presentado al Coloquio “Todo sobre el amor lésbico”. Toulouse, 14-17 de abril
de 2006. Las entrevistas aquí presentadas son parte del libro Un amor que se atrevió a decir su nombre. La
lucha de las lesbianas y su relación con los movimientos feminista y homosexual
en América Latina. Algunos de los nombres han sido cambiados a solicitud de
las actoras.
[3] Lambda fue un grupo mixto con una
importante participación lésbica-feminista de 1978 a 1984.
[5] Yolanda, 20 de octubre 1994, grupo
OIKABETH.
[7]Alberoni, A. Enamoramiento
y Amor, Gedisa, México 1989.
[8]Ibidem.
[9] Seminario Marxista Leninista de Lesbianas
Feministas (SMLLF)
[10]Entrevista con una líder del SMLLF, 9
de febrero de 1995.
[12] Bety, entrevista 26 de enero de 1996,
grupo Mujeres Urgidas de un Lesbianismo Auténtico (MULAS).
[13] Es importante mencionar que para la época, la
crítica a los estereotipos coloniales de belleza no eran parte de los análisis,
así, la mayoría de estos íconos de liderazgos estuvieron tamizados por la raza
y la clase social.
[14] Luz María, 3 de diciembre de 1994, grupo
Lesbos, OIKABETH y Fortaleza de la Luna.
[15] Reyna, 8 de diciembre de 1995, grupo
Cuarto Creciente.
[16] Sara, ibidem.
[17] Bety, ibidem.
[18]Entrevista con Malena. 16 de noviembre
de 1994, grupo Lambda.
[19] Entrevista con una líder del SMLLF, 9
de febrero de 1995.
[23]Highleyman, Liz. “Identidad, ideas y estrategias”, en: Bisexual Politics. Theories, Queries & Visions. Editado por Naomi Tucker. New York : The Haworth
Press, 1995. Traducción Alejandra Sardá. Buenos
Aires.
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