Migración
y Sexilio Político[1]
Mientras las
empresas multinacionales cruzan fronteras del sur sin problemas,
no se puede
decir lo mismo de inmigrantes cruzando las fronteras del norte.
El exilio es parte de mí. Cuando vivo en el
exilio llevo mi tierra conmigo. Cuando vivo en mi tierra, siento el exilio
conmigo. La ocupación es el exilio. La ausencia de justicia es el exilio.
Permanecer horas en un control militar es el exilio. Saber que el futuro no
será mejor que el presente es el exilio. El porvenir es siempre peor para
nosotros. Eso es el exilio.
Mahmud Darwish
No contar con
una genealogía lésbica es sexilio porque significa que hemos sido perseguidas y
exterminadas en la historia, no tener referentes locales que permitan la lucha
colectiva es sexilio, encontrarte sin territorio por la dictadura heterosexual
es sexilio.
Norma Mogrovejo
El
término sexilio, de acuerdo con el sociólogo puertorriqueño Manolo Guzmán, se
refiere al proceso de aquellas personas que, por su (homo)sexualidad, han
tenido la necesidad de dejar sus naciones de origen (s/a, Palabrería LGBT, 2009). Agregaría al concepto de Guzmán que el
sexilio también puede operar como un éxodo de un pueblo a otro, de una región a
otra o de un barrio a otro en las grandes ciudades. El exilio o “sexilio” se
presenta como una posibilidad de sobrevivencia para algunos, una opción
política para otros, una estrategia que puede garantizar el cambio, el derecho
a la elección, la autodeterminación de las personas, la libertad individual, y
el derecho a la diferencia y a la disidencia. Contrario sensu, la alternativa
de vida será la obediencia a las normas, la doble vida, la frustración o en el
peor de los casos la esquizofrenia.
Para un
mejor entendimiento sobre la homofobia, leitmotiv del sexilio, es pertinente
hacer una breve revisión histórica sobre la forma en que ésta es impuesta a
nuestras culturas en un contexto colonial.
Diversas
autoras afirman que las sociedades precoloniales del Abya Yala[2]
tenían una alta estima por la homosexualidad y reconocían más de dos géneros.
Muchas comunidades tribales de Nativos Americanos, reconocían positivamente
tanto a la homosexualidad como al "tercer” género, y entendían al género
en términos igualitarios, no en los términos de subordinación que el
capitalismo Eurocentrado impuso. Las diferencias de actividades o
comportamientos entre hombres y mujeres no representaban categorías opuestas
como el dimorfismo occidental traducido luego como binario, ni estaban
relacionadas por medio de una jerarquía. Las denominaciones que los
diferenciaban estuvieron referidas fundamentalmente en el sentido anatómico.
Para
Laura Rita Segato una cantidad de pueblos indígenas, como los Warao de Venezuela, Cuna de
Panamá, Guayaquís de Paraguay, Trio de Surinam, Javaés de Brasil y el mundo
incaico pre-colombino, entre otros, así como una cantidad de pueblos
nativo-norte-americanos y de las primeras naciones canadienses, además de todos
los grupos religiosos afro-americanos, incluyen lenguajes y contemplan
prácticas transgenéricas estabilizadas, casamientos entre personas que el
occidente entiende como del mismo sexo, y otras transitividades de género
bloqueadas por el sistema de género absolutamente enyesado de la colonial /
modernidad (Segato, 2011).
Para
Michael J. Horswell el tercer género no significa que haya tres géneros. Sino
una manera de desprenderse de la bipolaridad del sexo y el género. El “tercero”
es emblemático de otras posibles combinaciones aparte de la dimórfica. El
término berdache es utilizado, a
veces, como "tercer género." Horswell relata que el berdache hombre
ha sido documentado en casi ciento cincuenta sociedades de América del Norte y
la berdache mujer en la mitad de ese mismo número. También comenta que la
sodomía, incluyendo la ritual, se registró en sociedades andinas y en muchas
otras sociedades nativas de las Américas. Los Nahuas y Mayas también reservaban
un rol para la sodomía ritual (Horswell, 2010).
Si bien, la empresa colonial introdujo
la clasificación universal de la población en términos de idea de raza con la
que estratificó a la sociedad en superiores e inferiores; lo que permitió a
Europa junto a la idea de modernidad, dominar y
explotar América Latina. Con la racionalidad moderna, lo “occidental” se
impuso como “centro” del mundo, lo que
le permitió a Europa, implantar su proyecto civilizatorio para ejercer la
dominación del sistema mundo. Para Lugones, siguiendo las investigaciones de
Oyewùmi, la empresa colonial pudo afianzarse junto a la imposición del concepto
de raza, con la imposición del género. Así, el género fue introducido por
Occidente, como una herramienta de dominación que designa dos categorías
sociales que se oponen en forma binaria y jerárquica. En consecuencia, a decir
de la autora, el patriarcado tiene un origen occidental, inexistente en el Abya
Yala (Lugones, 2010). Paredes por su lado afirma que el uso exclusivo del inca
sobre todas las mujeres de su imperio y de las mujeres vírgenes (acllas) como instrumento de lubricación
del aparato político y económico de su imperio. Los hombres padres se sentían
honrados cuando el enviado del Inca escogía a su hija, todavía niña, para
llevarla al acllawasi, donde sería usada de varias maneras: sexualmente,
asesinada en sacrificios, explotada en su fuerza de trabajo de por vida en
beneficio de la casta gobernante. Y este hombre padre se sentía orgulloso
también cuando su hija era tomada como otra de las esposas del Inca, es decir
como la amante del Inca. ¡Qué hay en estos datos sino las mismísimas formas del
uso de las mujeres como botín sexual o de intercambio de mujeres entre hombres,
signo de un patriarcado, que no es lo mismo pero es igual al practicado por los
españoles, q’aras, izquierdistas y demás hombres occidentales de la
Historia! (Paredes, 2014). Laura Rita Segato por su parte define al patriarcado
del Abya Yala pre intrusión, como de “Baja intensidad” en tanto el género
existe, pero de forma diferente que en la modernidad. En el mundo andino, la
autoridad de los mallkus, aunque su ordenamiento interno sea jerárquico, es
siempre dual, involucrando una cabeza masculina y una cabeza femenina y todas
las deliberaciones comunitarias son acompañadas por las mujeres, sentadas al
lado de sus esposos o agrupadas fuera del recinto donde ocurren, y ellas hacen
llegar las señales de aprobación o desaprobación al curso del debate. Si es
así, no existe el monopolio de la política por el espacio público y sus
actividades, como en el mundo colonial moderno. Al contrario, el espacio
doméstico es dotado de politicidad, por ser de consulta obligatoria y porque en
él se articula el grupo corporativo de las mujeres como frente político. El
género, así reglado, constituye una dualidad jerárquica, en la que ambos
términos que la componen, a pesar de su desigualdad, tienen plenitud ontológica
y política. Para Segato la dualidad es la relación de complementariedad, así,
el doméstico, es un espacio completo con su política propia, jerárquicamente
inferior a lo público, pero con capacidad de autodefensa y de auto
transformación. Podría decirse que la relación de género en este mundo
configura un patriarcado de baja intensidad, comparado con las relaciones
patriarcales impuestas por la colonia y estabilizadas en la colonialidad
moderna, afirma (Segato, 2011).
Paredes anota que la
Colonia, tiene el significado de invasión evidente o sutil de un territorio
ajeno para usufructuar los frutos y productos de los territorios colonizados, y
los cuerpos de las y los colonizados para tomar sus ajayus, sus
energías, sus espíritus, para enajenarlos, ocuparlos y disciplinarlos hasta
lograr la internalización de los invasores en los territorios del cuerpo, la
subjetividad, las percepciones y los sentimientos de identidad y deseo (Paredes,
2012).
Tanto para Julieta Paredes como
Segato, la imposición del sistema de género occidental fue posible gracias al
pacto realizado entre los invasores colonizadores y los hombres colonizados,
los que negociaron sus mujeres para preservar puestos de poder, lo que consolidó,
en la propuesta de Paredes, un entronque patriarcal que fortaleció al sistema
de opresiones patriarcal.
Este pacto patriarcal, a
decir de las autoras es el origen de la violencia ejercida por los hombres
colonizadores y colonizados en contra de las mujeres y los homosexuales
generizados como femeninos. Y es también, el origen de la indiferencia a las luchas de las mujeres y homosexuales contra
formas múltiples de violencia contra ellas, ellos y sus mismas comunidades
racializadas y subordinadas. El colonizador blanco construyó una fuerza interna
en las tribus cooptando a los hombres colonizados a ocupar roles patriarcales.
Junto a la racialización y
generización se impuso la heterosexualidad característica de la construcción colonial/moderna
de las relaciones entre hombres y mujeres. Pero la heterosexualidad no está
simplemente biologizada de una manera ficticia, también es obligatoria y permea
la totalidad de la colonialidad del género, en la compresión más amplia que le
estamos dando a este concepto. En este sentido, el capitalismo Eurocentrado
global es heterosexual. Esta heterosexualidad ha sido coherente y duraderamente
perversa, violenta, degradante, y ha convertido a la gente ‘no blanca’ en
animales, a las mujeres blancas en reproductoras de “la Raza (blanca)” y de “la
Clase” (burguesa); y a los homosexuales en parias, despreciados, perseguidos y
ejecutados. Los trabajos de Sigal y de Horswell complementan el de Allen,
particularmente en lo que respecta a la presencia de sodomía y homosexualidad
masculina en la América precolombina y colonial.
Entender el lugar del
género en las sociedades precolombinas permite un giro paradigmático en el
entender la naturaleza y el alcance de los cambios en la estructura social que
fueron impuestos por los procesos constitutivos del capitalismo Eurocentrado
moderno/colonial. Esos cambios se introdujeron a través de procesos
heterogéneos, discontinuos, lentos, totalmente permeados por la colonialidad
del poder, que violentamente inferiorizaron a las mujeres colonizadas. Entender
el entramado de la racialización y el engeneramiento, en las sociedades
precolombinas es esencial para comprender la importancia y la magnitud del
sistema en la desintegración de las relaciones comunales e igualitarias, del
pensamiento ritual y su cosmogonía, de la autoridad, los procesos colectivos de
toma de decisiones, de las economías, en las construcciones del saber, etc. La
reducción del género a lo privado, al control sobre el sexo, sus recursos y
productos es una entelequia ideológica tejida como biológica. La raza no es ni
más mítica ni más ficticia que el género, ambos son ficciones poderosas.
Las
hembras no-blancas eran consideradas animales en el sentido de seres “sin
género”, marcadas sexualmente como hembras, pero sin las características de la
femineidad. Las hembras racializadas como seres inferiores pasaron de ser
concebidas como animales a ser concebidas como símiles de mujer en tantas
versiones de “mujer” como fueron necesarias para los procesos del capitalismo
Eurocentrado global. Por tanto, la violación heterosexual de mujeres indias o
de esclavas africanas coexistió con el concubinato como, así también, con la
imposición del entendimiento heterosexual de las relaciones de género entre los
colonizados, cuando convino y favoreció al capitalismo Eurocentrado global y a
la dominación heterosexual sobre las mujeres blancas.
Los
homosexuales fueron aperreados, llevados a la inquisición, quemados vivos,
torturados, encarcelados, encerrados en manicomios, sometidos a electroshocks,
expulsados, asesinados, etc., debido a que su única existencia, atentaba con la
heterosexualidad, lugar por excelencia para la coacción genérica.
La
imposición del sistema de género fue y es completamente violento, ha implicado
la reducción profunda de hombres, mujeres y el tercer género del Abya Yala. De
ser dueñxs de sus territorios, cuerpos, sexualidad, deseo, de su cosmogonía,
religiosidad, economía, etc., fueron
reducidos a la animalidad, al sexo forzado con los colonizadores blancos, y a
una explotación laboral tan profunda que, a menudo, los llevó a trabajar hasta
la muerte.
Segato afirma que la presión
ejercida por las normas y las amenazas punitivas fue para disciplinar en las
prácticas de la matriz heterosexual binaria del conquistador, que impone
nociones de pecado extrañas al mundo aquí encontrado y propaga su mirada
pornográfica.
De ahí que, concluye Segato,
muchos de los prejuicios morales hoy percibidos como propios de “la costumbre”
o “la tradición”, aquellos que el instrumental de los derechos humanos intenta
combatir, son en realidad prejuicios, costumbres y tradiciones ya modernos,
esto es, oriundos del patrón instalado por la colonial modernidad. En otras
palabras, la supuesta “costumbre” homofóbica, así como otras, ya es moderna y,
una vez más, nos encontramos con el antídoto jurídico que la modernidad produce
para contrarrestar los males que ella misma introdujo y continúa propagando
(las políticas antihomofóbicas).
En el proceso de conquista y
colonización, las luchas por derechos y políticas públicas inclusivas y
tendientes a la equidad son propias del mundo moderno, naturalmente, y no se
trata de oponerse a ellas, pero sí de comprender a qué paradigma pertenecen y,
especialmente, entender que vivir de forma descolonial es intentar abrir
brechas en un territorio totalizado por el esquema binario, que es posiblemente
el instrumento más eficiente del poder, es así que el Estado da con una mano,
lo que ya sacó con la otra (Segato, 2011).
Breny Mendoza profundiza el análisis de la heterosexualidad
como dispositivo de poder en la estructuración del mestizaje, en la sociedad
colonial y postcolonial de Honduras. El mestizaje, producto de la imposición
sexual en su cruce con la variable raza, muestra diversos escenarios que
estructuran la pirámide de las castas y el destino social de los sujetos, así,
mestizas, peronas, pardas, saltapatrás, zambas, indias, etc, nos dice Mendoza,
dan cuenta que el concepto de mestizaje ha sido construido como una categoría
heterosexual, pues implicó el producto híbrido de la relación entre el español
y la mujer indígena, a través de la apropiación de sus cuerpos, de su
sexualidad y su fuerza de trabajo. Señala, además, cómo las relaciones
homosexuales (y lujuria en general) de las y los nativos, en tiempos de la
conquista y de la sociedad colonial, fue
denunciada con horror por la iglesia y la Santa Inquisición, como una manera de
presentar los pueblos colonizados y esclavizados como inmorales, pecadores y por
tanto, merecedores de su suerte (Mendoza 2001).
Si bien
la persecución homofóbica tiene orígenes coloniales basados fundamentalmente en
intereses económicos como los derivados de la división genérica de roles, ésta
ha sido reforzada desde la iglesia y ha logrado una globalización del odio y la
persecución, logrando incluso la penalización de la homosexualidad en diversas
regiones y sobre todo, la intolerancia y persecución por parte de la sociedad
civil a través de la naturalización de la familia.
El asilo para grupos particulares de la población
Después
de la segunda guerra mundial, la comunidad internacional reconoció la
responsabilidad colectiva de proteger la vida y los derechos de personas que
huyen de la persecución en su tierra natal. Muchos países cumplieron con su
obligación moral y legal de proteger a los refugiados mediante el asilo. Las
leyes del derecho internacional definen a un “refugiado” como un individuo que
está imposibilitado de retornar a su país debido a persecución por raza,
religión, nacionalidad, o pertenencia a un particular grupo social o de opinión
política (United Nations 1951, 1967).
La
persecución Nazi no sólo se hizo por raza, religión, nacionalidad u opinión
política, también llegó a otros grupos como homosexuales y discapacitados, de
ahí la necesidad de considerar en los tratados internacionales a “miembros de
un particular grupo social” y como reconocimiento de nuevas formas de
persecución a grupos sociales que puedan aparecer en el futuro. Se les reconoce
el asilo a personas que sufren persecución por sus propios gobiernos o aquéllas
cuyos gobiernos no son capaces de protegerlos de la persecución de actores
no-gubernamentales (escuadrones de la muerte —mataputos— o guerrillas armadas).
La persecución incluye asesinato, tortura, violencia sexual, violación, arresto
arbitrario, prisión injustificada, golpes, insultos etc.
Desde
1994, Estados Unidos de Norteamérica ha reconocido como miembros de un
“particular grupo social” a homosexuales, de ahí que se pueda solicitar asilo
político por razones de orientación sexual. La solicitud puede ser presentada
físicamente estando en territorio estadounidense o en el aeropuerto o en la
frontera cruzando hacia los EU. La aplicación debe probar que la o el sujeto
está imposibilitado de retornar a su país de origen debido al miedo por
persecución basado en: una persecución anterior, miedo a futura persecución o
evidencia de un patrón o práctica de persecución en situaciones similares. El
miedo de persecución fundado, debe estar basado en raza, religión, nacionalidad
o pertenencia a un grupo particular u opinión política. Si una persona en su
país de origen ha sido perseguida y presenta serios daños físicos, coerción,
afecciones que han sido producto de tratamientos, violaciones, amenazas,
arrestos, torturas, etc., debido a su orientación sexual, mismos que han sido
realizados por acción del estado o manipulados por el estado o particulares que
el estado no puede controlar y prevenir, es sujeto de solicitud de asilo
político (s/a, Immingration Equality).
La Homo-lesbo-transfobia como estrategia correctiva
Si bien
la mayoría de los países han suscrito acuerdos internacionales para proteger
los derechos humanos de sus ciudadanos prohibiendo la tortura y otros tratos
crueles, inhumanos o degradantes, hay países en todo el mundo donde lesbianas,
gays, transexuales y bisexuales (LGTB o disidentes sexuales)[3]
sufren torturas o malos tratos de funcionarios públicos, o con el
consentimiento de éstos, debido a su identidad sexual. Pero la experiencia más
habitual de violencia, es la que padecen en sus casas, escuelas, centros de
trabajo o la calle.
La
homo-lesbo-trans-fobia[4] es
el odio irracional a los disientes sexuales, a los que se alejan del orden
social impuesto, a quienes eligen ser, o se descubren diferentes a la apariencia
o conducta de los emblemas del machismo (Bonfil, 2001). Al mismo tiempo, las prohibiciones, persecución y castigos han convertido a la disidencia sexual en un grupo social en clandestinidad y resistencia
(Mogrovejo, 2003).
La
homofobia es el arma con el que se persigue a quienes se atreven salir de la
norma heterosexual. Así, la heterosexualidad se convierte en una institución
dedicada a establecer límites de comportamiento para un orden sexual /social
establecido. Bonfil, afirma que los
homófobos constituyen “el brazo armado” de una sociedad intolerante que ve en
ellos la realización de una labor de “saneamiento moral” o correctiva (Reyes,
2004). Así, en una sociedad sumamente
sexista, la homofobia es el brazo armado en particular de la iglesia, del ejército,
de la escuela y del ámbito público en general.
Para algunas corrientes psicológicas
la homofobia es una enfermedad psico-social perteneciente al grupo de
enfermedades que se conoce con el nombre genérico de fascismo, que prepara
siempre condiciones de exterminio, tales como el racismo, la xenofobia o el
machismo y se fundamenta en el odio al otro.
Para otros profesionales y activistas
considerar a la homofobia como una enfermedad, es un enfoque que encierra una
trampa muy peligrosa, que se ha puesto de manifiesto en algunos juicios en
Estados Unidos contra personas que habían asesinado a homosexuales (los
llamados "crímenes por odio", caso Mattew Shepard y otros). Ello
supone, paradójicamente, una especie de eximente o atenuante a la hora de
juzgar el asesinato de un gay.
Esta definición ha conducido a una
situación inaudita en la historia del derecho penal: que la causa o motivación
de un crimen se convierte en un argumento a favor del homicida. El discurso médico, y especialmente el
médico-psiquiátrico, juega por tanto un papel fundamental en la legitimación de
la discriminación.
La homofobia no es una enfermedad, es
una actitud de odio al otro de la cual se es responsable, una actitud que se
puede cambiar, como tantas otras. No tiene nada que ver con extraños procesos
inconscientes (homosexualidad reprimida, trauma infantil, arrebato inevitable),
sino que es una decisión deliberada y consciente, un posicionamiento social e
ideológico avalado por discursos colectivos (los chistes de maricas, el machismo,
la educación, la ciencia, la impunidad, el régimen social de heterosexualidad
obligatoria). Es importante por ello desmantelar ese discurso, de manera que
incluso desde el punto de vista legal o jurídico nadie pueda utilizarlo como
coartada de lo que es simplemente un acto de brutalidad planificado y alevoso
(Sáez, 2014).
Los discursos criminalizadores y
patologizantes que han configurado el concepto de homosexualidad en los últimos
dos siglos todavía perviven en nuestra cultura: el homosexual como enfermo,
desviado, anormal, peligroso, y por tanto, temible, prueba de ello es la
negación por parte de la
Real Academia de la
Lengua a reconocer la palabra homofobia en el diccionario. El
gay es una excepción gramatical y social. La gramática es una forma de
ortopedia y un distribuidor de espacios: por supuesto, estamos fuera (Sáez,
2014).
Luchar
contra la homo-lesbo-trans-fobia es una dura tarea, ya que implica luchar
contra la cultura, contra los dogmas religiosos, contra costumbres y posturas
transmitidas de padres a hijos. Contra la sociedad conservadora y siglos de
desinformación y prejuicios. Pero luchar contra la homofobia es, también, una
demostración de calidad democrática, de voluntad de extender los principios de
libertad, igualdad y fraternidad a cualquier persona.
Violencia y persecución
Históricamente
la emigración ha jugado un papel importante como opción de libertad y
sobrevivencia. Las migraciones actúan por razones económicas, familiares,
políticas, por situaciones de guerra, de persecución, de violencia personal o
generalizada. Ante las diversas formas de violencia ejercidas contra la
disidencia sexual que van desde prácticas cotidianas de invisibilidad, burlas,
chistes referentes a maricas, hasta agresiones de tipo fascista cuyo objetivo
es el exterminio de la población gay, la comunidad ha exigido al Estado
protección y políticas que desalienten la discriminación en sus diversas
expresiones.
En
América Latina, la reacción homofóbica se manifiesta de forma peculiar. Pocos
países del continente tienen leyes duras contra los gays[5] y
algunos como Brasil, Ecuador, México Argentina y Bolivia se ubican a la
vanguardia en cuanto a la aprobación de medidas contra la discriminación. Pero
a la vez, es en América Latina donde suceden algunos de los ataques más
violentos contra homosexuales (Zanini, 2004).
En un
estudio comparativo de 25 países del mundo (Mott, 2002), Brasil ostenta el
horrible récord mundial, cada 3 días es asesinado salvajemente un homosexual,
es decir 10 al mes, le siguen México con 3 al mes y Estados Unidos con 2 al
mes, “gran parte de los homicidios fueron cometidos con rasgos de crueldad,
tortura, uso de armas y elevado número de golpes, peculiaridades del crimen
homofóbico” (The Advocate 15 de mayo del 2002). El autor de dicha investigación
obtuvo los datos de los registros encontrados, sin embargo, estas cifras deben
multiplicarse por cinco o más, debido a que mucha gente vive y muere en el
clóset y porque varios de los crímenes por homofobia no están definidos como tal
y por tanto están fuera del registro. En la investigación policíaca de los
crímenes aún impera la indiferencia, el desprecio y la negligencia por parte de
las autoridades procuradoras de justicia. La calificación de estos asesinatos
como “pasionales”, contribuye a la extorsión policíaca y a su desatención. En
México, de 1995 a
2013, han sido asesinados 887, en 19 años fueron ultimados con saña 700 hombres
homosexuales, 181 trans y seis mujeres lesbianas, informó la Comisión Ciudadana
contra los Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH).[6] El
98 por ciento de los crímenes siguen impunes. En el Distrito Federal sólo dos
de cada 10 de estos delitos son castigados (CCCOH, 2002).
La
promoción de odio homofóbico proviene en gran medida de las autoridades de
gobierno, destacando las persecuciones policíacas y allanamientos
domiciliarios, quienes justifican sus acciones en programas de “profilaxis
social” o “cero tolerancia al delito” identificando a la disidencia sexual con
la delincuencia o la inmoralidad, llegando en algunos casos, como Honduras, a
territorializar los espacios donde se les prohibe pasar a los disidentes
sexuales, tal como el Apartheid segregaba en Sudáfrica a los negros.[7]
La
diferencia fundamental con épocas pasadas es justamente la posibilidad que hoy
existe de verificar, señalar y registrar los avances contra la intolerancia, y
de sentar precedentes a través de triunfos jurídicos o culturales. El hecho de contar con datos estadísticos
sobre ejecuciones homofóbicas no significa necesariamente que esa jerarquía
estadística muestre al país más homofóbico de la región. Es muy probable que en
el resto de países ni siquiera exista el registro debido a los niveles de
institucionalización de la homofobia, principalmente en la policía. Aunque ni
sabemos si ésta se incrementa porque no contamos con datos exactos, Baird
afirma (cit. en Zanini, 2004) que hay un incremento de la homofobia, derivado
de una mayor exposición de los homosexuales, por el hecho de que cada vez más
personas “salen del armario”. Las cifras sugieren que Brasil ha logrado dar
mayor visibilidad a la existencia LGTB, aunque el costo sea muy alto. ¿Sería
preferible entonces que la comunidad homosexual se quedara “en el armario”?
Baird responde: A la hora de definir estrategias, los activistas deben calcular
las posibilidades de éxito y tener en mente que puede haber una reacción que
ponga en riesgo la sobrevivencia del movimiento. Pero afirma que, en general,
la lucha por los derechos sigue valiendo la pena. “Los gays de antes sufrían
por el silencio. Los de hoy sufren por la violencia. Entonces, ¿la situación
empeoró? No. El silencio probablemente sea peor” (Zanini, 2004).
El sexilio, quiénes lo solicitan y por qué
En la
experiencia latinoamericana, la solicitud de asilo político por razones de
homofobia tal vez no sea muy frecuente, sin embargo, aparece como la
alternativa más fácil y corta para acceder a una legalidad en un país más
permisivo. Para los latinoamericanos, Estados Unidos es el país geográfica y
económicamente más atractivo para el sexilio. Obtener asilo político por
orientación sexual parecería un trámite no muy complicado siempre que el
disidente se haya constituido como “sexiliado”, es decir, que esté fuera de su
país debido a persecución homofóbica, y lo haga antes del término establecido y
en la forma indicada. A lo largo del proceso, que puede variar de seis meses a
tres años, dependiendo del caso, el solicitante deberá demostrar la persecución
de la que fue objeto. Sin embargo, las cortes comprenden que una persona que huye
de su país no siempre puede tomar consigo la evidencia necesaria para demostrar
su caso. Así, el propio testimonio creíble apoyado por la evidencia general
documentada de las condiciones en su país puede ser suficiente para demostrar
su demanda. Y en algunos casos se ha otorgado el asilo político a disidentes
que aunque no tuvieron evidencias de persecución tenían el miedo de acoso
futuro, por haberse hecho públicos. En una investigación con cuarenta y dos
latinoamericanos disidentes sexuales por homo, lesbo y transfobia,
entrevistados en Estados Unidos, el 38% de ellos obtuvo su legalidad por
solicitud de asilo político y 14% estaba en trámite, sumando ambas cifras 52%.
A continuación algunos datos encontrados:
Origen
Las
entrevistas fueron realizadas en San Francisco y Los Ángeles, gracias a
organizaciones civiles de apoyo a refugiados, migrantes y latinos a través de
los cuales pude contactar el universo de entrevistados.[8]
Los países no fueron seleccionados ya que se entrevistó a todos los que por las
características buscadas, fueron acercados, así, los sexiliados provenían de
los siguientes 14 países latinoamericanos:
Países
México
|
18
|
El Salvador
|
5
|
Guatemala
|
2
|
Honduras
|
1
|
Puerto Rico
|
2
|
Argentina
|
2
|
Brasil
|
2
|
Colombia
|
3
|
Ecuador
|
2
|
Venezuela
|
1
|
Cuba
|
1
|
Perú
|
1
|
Bolivia
|
1
|
Chile
|
1
|
Total
|
42
|
Como se
entrevistó a todos los sexiliados contactados, no fue posible hacer una
selección debido a su preferencia, es así que el azar contribuyó a la misma.
México aparece como el país más expulsor de disidentes sexuales, lo cual es
explicable debido a la cercanía con los Estados Unidos de Norte América. Sin
embargo, aunque Sudamérica es una región más lejana que Centroamérica, hay un
número considerable de sexiliados (31%).
Identidad
La
identidad, de acuerdo a Gilberto Giménez, es el conjunto de repertorios
culturales interiorizados, a través de los cuales los actores sociales demarcan
sus fronteras y se distinguen de los demás actores en una situación
determinada, dentro de un espacio históricamente específico y socialmente
estructurado. Giménez advierte que la mera configuración cultural no genera
identidad, para ello se requiere la voluntad de distinguirse socialmente a
través de la reelaboración subjetiva, es decir un autoreconocimiento y en
consecuencia, un autoposicionamiento. De allí la importancia de la
manifestación como estrategia: “el grupo práctico, ignorado, negado o reprimido
se torna visible y manifiesto para los demás grupos y para sí mismo, y revela
su existencia en tanto que grupo conocido y reconocido” (Giménez, 2002: 47). De
aquí la importancia de la definición de la identidad como una reafirmación que
busca un espacio digno para ser desarrollado sin tener que esconder su
expresión.
En el caso de la disidencia sexual, pese a que cada
vez hay mayor multiplicidad de ámbitos identitarios, los y las entrevistadas se
reconocieron en seis identidades. La mitad de los entrevistados (21) expresaron
asumirse como gays, este alto porcentaje en comparación con las otras identidades
lo atribuimos a que la marca genérica masculina goza de mayor movilidad incluso
en las identidades segregadas, como la gay. Casi la cuarta parte fueron
lesbianas (12). Una de ellas, manifestó ser lesbiana/ transgender/queer. Tres
transexuales de mujer a hombre, cinco de hombre a mujer y un bisexual.
En los últimos años se ha expresado una interesante
discusión teórica sobre la política de las identidades. Al respecto encontramos
dos posiciones. Aquellas que definen las “políticas de identidad” defendiendo
una identidad gay o lesbiana diferente a la heterosexual, que debe ser puesta
de manifiesto y sirve de fundamento teórico para levantar una comunidad
cohesionada y visible que ha sido discriminada y perseguida, como ha sido el
caso del movimiento lésbico-homosexual. La otra, muy influidos por las posturas
postestructuralistas de Foucault,
considera esencialista la reivindicación de una identidad. Esta perspectiva ha
derivado en lo que hoy conocemos como teoría queer que surge como una crítica a
la política de las identidades, principalmente a la configuración de las
identidades LGTTTB, que se han cristalizado y tendido a institucionalizarse en
su interlocución interesada con el Estado y su adhesión a los valores de la
heterosexualidad. La política queer plantearía la necesidad de la
desontologización o el dejar de “ser” como respuesta al apostillamiento
identitario que es lo que da origen a la discriminación, en la medida que se
abandone cualquier identidad, no habrá lugar a la discriminación, afirman (Ceballos,
2005).
Si bien la identidad ha jugado un papel fundamental en
la formación de los nuevos movimientos sociales en general, éstos han tenido
que partir de una recuperación positiva de la diferencia que a nivel social se
les ha atribuido y por la cual han sido objeto de exclusión. Esto es, han
tenido que deconstruir las imágenes negativas con las que se había cargado su
diferencia, de esta manera los grupos estigmatizados se fueron agrupando sobre
la base de compartir la opresión y exclusión (Espinosa, 2007). Sin embargo, con
fuerte debate sobre el multiculturalismo de los años noventa, en plena
instalación de la economía neoliberal de mercado, el posestructuralismo
auguraba el abandono de la categoría de sujeto como la entidad transparente y
racional que podría otorgar un significado homogéneo al campo total de la
conducta (Muffe, 1999). La era del reclamo basado en identidades específicas
habría terminado por cuanto implicaría la esencialización del sujeto, de ahí
que el propio concepto identidad debería quedar fuera de uso. Desde esta
lógica, conceptos como “mujer”, “hombre”, “homosexual”, “lesbiana”, etc. serían
una ficción y apelar a una identidad común de cualquiera de ellos resultaría un
ejercicio legitimador del sistema binario de poder. En tal sentido, apelar a
una política de identidad sólo serviría para los intereses de los grupos de
poder institucionalizado.
En contraposición de una concepción fija de la
identidad, la política de la performatividad, introducida por Butler, afirma
que la identidad como algo inestable necesita de una actualización repetitiva,
un ritual que logra su efecto mediante la naturalización en el contexto de un
cuerpo, “la repetición paródica del género” como estrategia de la acción
subversiva en su caricatura (exceso) de la norma (Butler, 2001). Para Sheila Jeffreys
en su libro La herejía lesbiana plantea que el concepto de género que usa Butler se
encuentra alejado de todo contexto de las relaciones de poder, fundamentalmente
de la opresión de las mujeres, “Cuando el género se convierte en una idea o en
apariencia, la opresión de las mujeres efectivamente desaparece, el género
tiende a ocultar las relaciones de poder del sistema de supremacía masculina.
El concepto de género ha gozado de la mayor acptación entre las teóricas
feministas liberales y socialistas y, más recientemente, entre las posmodernas”
(Jeffreys, 1996).
El nuevo sujeto
trans del feminismo institucional, a pesar de la repetición paródica del género
no asignado, no ha logrado romper las concepciones originales de femineidad y
masculinidad y por ello estaría reproduciendo el mandato de las reglas del
género. Para algunas feministas, este efecto, significaría nuevamente el
triunfo de la masculinidad en la interpretación de un no muy nuevo femenino (Espinosa,
2007). Pero para otras teóricas como Teresa de Lauretis, la identidad sigue
teniendo importancia porque es un punto de partida político, un estímulo para
el activismo y una directriz de la política personal (De Lauretis, 1992).
Consiente de la complejidad del concepto y aun cuando reconozca que la
identidad es una construcción, con todo, es un punto de partida necesario. Las
políticas de identidad proporcionan una réplica significativa a la tesis del
humano genérico y a la teoría política occidental de alcance universal.
En el estudio que nos convoca, el posicionamiento
identitario marcó una diferencia fundamental en la historia de cada uno de los
actores ya que la identidad, asumida como construcción cultural consciente o
inconscientemente, actuó como estrategia de deconstrucción de un sistema de
poder heterocentrista lo que motivó el éxodo, la obligatoriedad de abandonar
sus lugares de origen en busca de un nuevo espacio donde poder “ser”.
En todos los entrevistados hubo el firme
convencimiento de que la identidad era un derecho inalienable que debían
defender como una necesidad ontológica. Convencidos de que no podían “ser” en
sus lugares de origen, buscaron un espacio nuevo. Aunque no todos tuvieron la
certeza de posicionarse en una identidad definida, como el caso de un militar
que desertó del ejército por abuso de un superior—quien manifestó no tener
clara su identidad homosexual y al momento prefería definirse como bisexual––,
o la lesbiana transgender queer, quien definió su identidad no como un ámbito
fijo, sino transitorio o sin género, todos los casos se asumieron como
disidentes a la norma heterosexual. El testimonio de Vanesa expresa pues, la
certeza de un cambio identitario plasmado de manera oficial.
Justo hoy hice el
cambio legal de gender, ahora soy considerada female, no tuve que hacer juicio,
mi doctor de Tom Wedell Center hizo una carta diciendo que he completado mi
transición, que soy una mujer 24 horas al día y mi identidad corresponde al
nombre de Vanesa. Mi doctor llenó la forma, firmada con el soporte de mi
trabajadora social y el director de la clínica, hoy hice el trámite, me tomaron
la foto y fui inscrita (peruana).
Las
identidades siguen siendo territorios estratégicos desde donde el/la sujeta
posiciona su agencia para constituirse en sí misma en la lucha por el ejercicio
de la libertad. Sea desde la reivindicación de un género, preferencia sexual,
opción política, modo de vida y ejercicio del placer, la identidad sigue siendo
el lugar desde dónde defender el territorio del cuerpo, sin embargo, los
procesos de concienciación de la mayoría de los sexiliados han sido solitaria y
personal.
Nivel educativo
Lejos
de la presunción de que es la gente menos preparada la que migra a los Estados
Unidos, encontramos que de los entrevistados más de la mitad tenía estudios
superiores, si bien en su mayoría truncos. La preparación y el espíritu de
superación es una característica constante, según demuestra el hecho de que
cinco de ellos cuentan con posgrado y un número considerable se encontraba
estudiando.
|
Mexicanos
|
Otros
|
Total
|
Secundaria
|
3
|
|
3
|
Preparatoria
|
2
|
1
|
3
|
Carrera técnica
|
2
|
1
|
3
|
Licenciatura
|
9
|
17
|
26
|
Posgrado
|
2
|
5
|
7
|
Total
|
18
|
24
|
42
|
Derechos humanos
Este es
quizá el punto más sensible del trabajo. Como se dijo anteriormente, la
reacción homo, lesbo y transfóbica en América latina tiene dimensiones
particulares a pesar de los avances legislativos. Existen aún instituciones de
entrenamiento homo, lesbo y transfóbico que, lejos de ser espacios de
contención o promoción de valores democráticos, son de promoción del odio, la
violencia y el desprecio. La escuela ha sido, para todos nuestros sujetos, una
institución normativa y penalizadora, un espacio de tortura. Así, son
recurrentes los testimonios de expulsiones, acusaciones, burlas, empujones,
insultos, humillaciones, e incluso golpes multitudinarios. Todos sin excepción
sufrieron discriminación o maltrato en cuanto externaron diferencias con la
norma heterosexual.
En el colegio
primario, mis compañeros varones me cargaban: “ahí va la mariquita”. Pero no sé
por qué, yo nunca fui amanerado, pero había algo que ellos olían en mí que era
diferente porque ellos se peleaban a trompadas y yo siempre me mantenía al
margen. Tenía un compañero que me odiaba, me daba trompadas todos los días en
cualquier lado, un día me dio en el estómago que me dejó sin respiración por un
rato (argentino).
En la escuela las
monjas se daban cuenta, habían muchos rumores; me acusaban de que podría ser
contagioso con todas estas mujeres. Dos veces me han expulsado de la escuela,
porque hasta se inventaban historias de que yo las forzaba para besarlas y les
tocaba los senos, lo que no era cierto (boliviana).
En la escuela era más
reservado, callado muy introvertido, aislado, me gustaba estar más con las
niñas, no por los juegos si no porque me sentía más seguro. Con los
varones sentía que había mucha agresión
y no me gustaba. Recibí muchas ofensas en la escuela toda clase de insultos
maricón, puto, puñal etc. (mexicano).
En la primaria
empezaban las agresiones, traía el pelo corto, me gustaba jugar fútbol con
niños, empezaban los sobrenombres, la marimacha, la niño, me hacían sentir mal,
yo trataba de aparentar que no lo era, no me hacían sentir bien las cosas que
hacían las niñas, me sentía mejor jugando diferente, deportes. Pero desde allí
empezaron las agresiones verbales y físicas, varias veces fui golpeada en el
baño por otras compañeras, cuando estuve en el equipo de fútbol recibí varias
agresiones (salvadoreña).
Había agresiones muy
fuertes, complots de casi todos los compañeros contra mí, era como una presión,
una angustia diaria, cuando no era uno, era el otro. Así los 40 compañeros que
iban en la clase pues no había un día que en que alguien no me molestara. De
niño me golpearon 7 compañeros de la escuela, me juntaba mucho con mujeres y
les empecé a caer mal a los compañeros. Un día que estaba con una compañera de
clase, se enojaron y todo empezó con una simple bamba, machicha entre todos y
de ahí se soltaron los golpes, fue doloroso porque terminé con la boca
reventada, la nariz sangrante y moretones en la cara. En casa les daba razones
que me pegaron, me hicieron esto, lo otro pero nunca les decía que la razón era
porque era marica (mexicano).
Cuando entré a la
secundaria, tenía el cabello un poquito crecido, porque allá se estila que los
varoncitos tengan el cabello corto. Una profesora me tiró el cabello y me dijo
“te me lo cortas porque esto es de mujer” y claro yo me sentí mal en mi
orgullo... Era difícil entrar a los baños. Tenía que esperar que terminara el
recreo y corriendo y salir corriendo porque había un grupo de estudiantes que
me fastidiaban mucho y me tocaban el cuerpo y me forzaban y me agarraban,
empezaban a manosear. Nunca me gustó eso, trataba de no ir (peruana).
El
ámbito familiar es otro espacio institucional que lejos de ser el espacio
primario para la afectividad, es generador de violencia. Del total de 42
entrevistados, 32 declararon haber recibido maltrato familiar debido a su
disidencia sexual. Los testimonios dan cuenta de maltratos y abusos a muy
temprana edad debido a que los niños no responden a las expectativas que el
orden genérico requiere, situaciones que incluso llevan a la amenaza de muerte:
Si alguno de los
patojos me sale hueco prefiero que se muera antes de que crezca (guatemalteca).
Te prefiero muerto a
joto (Guatemalteco) o Haré de cuenta que ha muerto (colombiano).
Mis hermanos me
molestaban, me ofendían, me golpeaban cuando estaban pasados en alcohol o
tomaban drogas, siempre hubo mucha agresión hacia a mi (mexicano).
En el rancho todos
los niños hacían cosas muy diferentes a las que me gustaban, eran muy rudos y
no me gustaba, se me hacía muy pesado y prefería quedarme fuera de los juegos o
quedarme con las niñas, era más cómodo. Siempre se me hizo pesada la vida en el
campo, mi papá me exigía que le ayudara en la milpa, con los animales y
trabajos en la casa. Fue mucha su presión por convertirme en un hombre y que me
comportara como los demás niños, se me hizo una pesadilla. Eso influyó mucho
[para] que me sintiera diferente a ellos porque estaba detrás de mí (mexicano).
Me decía que parecía
vieja, me identificaba como mujer siempre, siempre, delante de mis amigos y de
todo el mundo y que no iba a servir para nada, fue una carga muy pesada. En las
noches tenía pesadillas y lloraba y mi papá en vez de irme a reconfortar,
cuando lloraba me iba peor porque me pegaba y me decía que parecía vieja y cada
regaño incrementaba mi temor y no quería soñar porque sabía que me iba peor cuando
despertara. Me obligaba a pelear con los niños para que demostrara que era
hombre, generalmente con los más grandes. A mi no me gustaba, sobre todo porque
era disparejo, porque él decía si yo peleaba con los más grandes iba a aprender
a ser hombre y se daba mucho en el pueblo que se hacían rueda de los señores y
yo tenía que pelear con los niños, hasta que me sacaban sangre de la nariz o
era que yo se les sacaba, casi siempre me la sacaban porque eran mayores. El
problema era que los señores se reían, a veces nos ponían los guantes, a veces
a manos limpias. Cuando el niño que me había ganado estaba con otros niños, ahí
me iba muy mal. Había un niño en especial que me agarraba siempre y estaba con
amigos siempre y me daban, me surtía todo, ya sin mi papá, sin quien me
defendiera, era muy complicado (mexicano).
El modelo
predominante de familia de América Latina hasta hace poco era y en muchos
territorios como se aprecia, sigue siende el de
familia nuclear, constituida a mediados del siglo XIX, conformada por la
pareja heterosexual con hijos, son unidades económicas, sociales y políticas,
que subordinaban los intereses de los hijos y mujeres a los del padre. En estas
familias, los hombres tenían el poder indiscutido y las mujeres eran
subordinadas a cambio de protección y estatus social, que además incluía el control sobre sus cuerpos, sus emociones,
sus hijos y su trabajo.
La
heterosexualidad obligatoria como ámbito conminatorio:
En el barrio también
la gente sabía que yo era diferente, me consideraban diferente; algunos me
hacían burla, otros hacían bromas; los hombres querían demostrarme que podían
cambiarme, constantemente [sufría] el acoso sexual (puertoriqueña).
Para
muchos la persecución por faltar a las normas de la masculinidad o feminidad impide
incluso la posibilidad de acceder a un empleo:
Ha sido muy difícil
para mí conseguir trabajo en mi país, porque no era lo suficientemente
femenina; sin tacos ni maquillaje,
era muy difícil; después de tantas negativas ya ni me atrevía a preguntar por
trabajo en alguna parte (boliviana).
Cuando empecé con mi
proceso de transgenerización, primero a pintarme sutilmente, ponerme aretes
discretos, empecé a tener problemas con mi jefe, yo me defendía y alegaba que
mi trabajo respondía por mí. Pero cuando me dejé crecer el pelo y usar ropa no
tan masculina, me despidieron (guatemalteca).
Aun
cuando esta forma de violencia proviene de particulares, existe una
responsabilidad estatal de proteger a los sectores vulnerables de cualquier
forma de violencia, pero gran parte de estas injusticias cuando fueron
denunciadas, no han sido oídas o recepcionadas como tales. Esta forma de
violencia estatal junto a programas de limpieza social o cero tolerancias,
donde el diferente es el sujeto a erradicar, ha llevado a cientos de disidentes
a abandonar sus hogares, sus ciudades y sus países, buscando un nuevo espacio
de libertad y seguridad.
Razones del sexilio
Destacan como razones del exilio las
situaciones ligadas a la violencia, tales como amenazas de muerte, violencia
política, maltrato familiar, VIH, así como la búsqueda de libertad.
Si bien las leyes de inmigración de Estados Unidos, hasta 2009, incluían
al VIH como una razón para negar visa, por tratarse de enfermedad infecciosa,
se ha concedido el asilo a personas portadoras del VIH por razones de
humanidad, pues probaron discriminación de las instituciones de salud en la
atención a pacientes con VIH, o que en
su lugar de origen les está limitado el acceso a medicamentos y/o que a falta
de los mismos está en riesgo su vida. El siguiente testimonio da cuenta del
trato discriminador a seropositivos en una clínica privada y las serias
limitaciones que presenta el seguro social:
Lo hice por mi
cuenta, me tardaron como 15 días en darme los resultados yo quería ver a este
médico que no me lo dijo tan mal. No estaba y me pusieron otro y vi los
resultados y no supe interpretarlo, estaba con mucha angustia y la enfermera me
dijo que el médico estaba de vacaciones y que si quería, esperara al médico de
emergencia. Esperé como 3 horas porque tenía mucha angustia. Cuando sale me
dice, “pero por qué te preocupas tanto, lo que hiciste ya lo hiciste, no te
preocupes, lo que te va a pasar es que un día te vas a volver loco y entonces
ya te trataremos y si te da diarrea vienes y te trataremos de la diarrea, si te
haces ciego, vienes y vemos con qué te lo podemos quitar. Ya no puedes resolver
nada, no entiendo por qué estás tan preocupado, debiste preocuparte antes, en
realidad no tiene caso que te vea, no puedo hacer nada, lo que tienes que hacer
es ir al seguro y empieza que te traten y si quieres tratarte con nosotros, ven
cuando tengas algo, no puedo hacer nada, ni tú. Lo hecho está hecho”. Me sentí
re mal porque para empezar yo no sabía que te hacías ciego, tampoco sabía que
te daba diarrea, que te podías volver loco. Ese día estaba muy preocupado
porque había pedido permiso en mi trabajo por una hora y ya habían pasado tres
y ya por experiencia ya no me podía esperar, me fui al seguro, pedí cita, no me
atendieron ese día me dieron cita como en 15 días. Me dijeron que fuera a “La
Raza”, yo tenía la clínica “Legaria”, tuve que hacer cambios, me dijeron que
vaya con la infectóloga y mis trámites tardaron como 5 días para La Raza y por
fin cuando llegué, había 75 personas esperando en la sala, estaba atascado,
enfermos de todo y gente en una situación gravísima, muy delgada con manchas,
con tapaboca, tosiendo, parecían cadáveres andando. Una situación terrorífica.
Me citaron a las 9 y eran las 12 y nadie me atendía, me dijeron que vaya a ver
mi peso y presión, y enfrente estaba un muerto en una camilla y parecía que era
de SIDA, se les cayó la sábana. Ya con la doctora me dijo “qué bueno que
cuentas con seguro social, pero es importante que te preocupes porque tengo
1200 casos que han sido despedidos de su trabajo que antes les estaba
atendiendo y tienen VIH y no les puedo atender porque ya no tienen seguro
social. Casos de tu compañía y del Comisión Federal de Electricidad y de PEMEX”
y me empezó a mostrar “y cuando en tu trabajo se enteren o se te empiece a
notar la enfermedad, seguro te van a correr, yo te recomiendo que empieces a
ver organizaciones donde te vayas preparando mijo, porque la cosa se va a
complicar porque los 1200 casos que te digo son los que tenían seguro, pero si
contamos a los que ni siquiera han tenido trabajo, es una cantidad que ni te
imaginas y no tienen acceso a los medicamentos. Aún de la gente que estamos
atendiendo, es como el 11% que se queda sin medicamentos porque se acaban los
medicamentos, ahorita ya no puedo escribir porque se acabó las formas de copia
y tengo que usar estas antiguas y meter papel carbón pero como ya no hay papel
carbón ve como, ya no puedo ni escribir, no tengo ni siquiera los implementos
básicos para hacer mi trabajo, estamos en números rojos”. Me empezó a plantear
un panorama bastante malo. “Pero no te preocupes, nosotros damos lo que está a
la mano y afortunadamente ningún paciente se me ha muerto”. Pero cuando ves los
pacientes afuera... no están muertos pero están agonizantes y el panorama se me
hizo muy grave (mexicano).
En el
caso de Centroamérica la violencia cobra especial importancia debido a la
historia de guerra que la región ha vivido, tal es así que las estrategias de
intimidación empleadas en la época de violencia política, siguen vigentes. Así,
es frecuente la persecución policíaca con agravantes de allanamiento, amenazas
de muerte y atentados. Tres de los casos estaban ligados a la situación de
guerra donde el ejército tuvo autorización para realizar acciones de represión
abierta. Destaca el caso de un periodista salvadoreño que por el hecho de
publicar información sobre VIH y homosexualidad en uno de los diarios de
circulación fue objeto de diversos atentados. También destaca el caso de una
hondureña que por apoyar a organizaciones LGTB fue allanado su domicilio con
lujo de violencia y amenazas de muerte aún estando presentes sus hijos menores,
quienes ahora sufren las consecuencias traumáticas.
La persecución Estatal es aún una razón de peso que
pone especialmente a los disidentes sexuales en situación de indefensión. En el
caso de México, la extorsión policíaca, muchas veces acompañada de violencia
incluso sexual, ha sido nombrada como una situación que ha llevado en más de un
caso a la desestabilidad emocional, debido a que ésta se presenta de manera
recurrente. Uno de los entrevistados manifestaba que cada semana tenía en la
puerta de su casa a efectivos de la policía judicial cobrando su “cuota” bajo
amenaza de develar su identidad en su centro de trabajo y su familia. Ante esa
situación, nuestro sujeto se preguntaba, ante quién poner denuncia si eran los
representates de la ley y el orden los que los extorsionaban. Varios casos
refieren a arrestos o “razzias” a la salida de discotecas de ambiente gay,
encierro en separos y violaciones por parte de la policía.
Las instituciones de organización jerárquica, como el
ejército, cuya lógica de funcionamiento se sustenta en la obediencia y no en la
razón, en la organización
piramidal sostenida por el respeto, el miedo y la sumisión, que exacerba la
masculinidad como un valor ligado a la violencia; presentan frecuentemente casos de abuso y violación a
derechos humanos. Un caso emblemático es el de un joven mexicano en el servicio
militar, recurrentemente violado por su superior. La situación se tornó
insoportable, lo que lo llevó a desertar del ejército. Para protegerse, el
superior involucrado lo acusó de haber abusado sexualmente de sus compañeros,
fincándosele cargos por delito de deserción agravada con la consecuente persecución
de la institución castrense. Ante esta acusación, su familia le dio la espalda.
La Comisión de Derechos Humanos no asentó su denuncia por tratarse de un asunto
del fuero militar y, sumido en una fuerte depresión, y tras un intento de
suicidio, apoyado por amigos huyó al norte a solicitar asilo político. Su
abogado encontró como antecedentes gran cantidad de casos similares que
sustentaban positivamente su petición de asilo político.[9]
Otro caso de persecución estatal lo encontramos en un
funcionario diplomático, padre de una lesbiana mexicana, quien al enterarse de
la identidad de su hija intentó asesinarla, pero ella logró escapar con la
ayuda de su madre. Pero el puesto de diplomático le permitió obtener
información de los lugares donde estaba su hija, quien tuvo que cambiar incluso
de nombre para poder sobrevivir.
La persecución no estatal, es decir la realizada por
la sociedad civil, es también una circunstancia que puede hacer peligrar la
vida y seguridad de los disidentes. Destaca el caso de un mexicano amenazado de
muerte por los hermanos de un ex novio a quien contagió de VIH.
Pensé en la
posibilidad de tratarme, hacer el último esfuerzo de buscar una esperanza de
mantenerme, estaba harto de la discriminación, de las agresiones, de los insultos,
que la gente me viera como una persona que no tenía valor. Aparte de estar
positivo, de haberme metido con personas y de haber hecho inconscientemente una
cadena de contagio, me provocó enemigos muy fuertes, muy poderosos, que querían
acabar con mi vida. En particular fue una antigua pareja, tuvimos un momento de
convivencia años atrás, y yo todavía no me enteraba que era VIH positivo, me
sentía bien, no podía pensar que pudiera estar enfermo. Después de tiempo, un
mes antes de venir, me llamó a mi casa pidiéndome cuentas por lo que había
pasado y a pesar de que ofrecí brindarle mi ayuda, apoyo, a llevarlo a donde yo
me trataba para que él también recibiera atención médica, era más grande su
enojo, fue más grande su odio para amenazarme, para decir “voy a acabar contigo
y no me voy a tentar el corazón para la forma en que te voy a matar”. Yo me
imagino que él estaba en la misma condición que yo. Yo me imagino que en ese
momento necesitaba con quién sentir odio, con quién sentir coraje, porque yo no
sabía quién me había contagiado y quise entenderlo. Yo era el culpable a sus
ojos, aunque no hay seguridad tampoco de ello. Yo me tuve que esconder en
varias casas antes de venirme, al momento de ir a una central camionera para
comprar un boleto para huir al DF fui sorprendido por uno de sus hermanos y
otra persona y me dieron una severa golpiza, una golpiza muy violenta en el
estacionamiento en la central camionera. Eso también provocó sin que lo
supiera, sacaran llaves de mi casa y se metieran y me dieron otra golpiza
adentro y me dieron ultimatos para conseguir dinero para que mi ex-pareja se
atendiera en una buena clínica, momentos que me orillaron, ultimatos que en
tanto tiempo consigues esta cantidad de dinero y vas a hacer esto y esto, no lo
hice porque antes de que se cumpliera mi sentencia yo ya estaba fuera de
México, estaba viviendo con otros amigos. Me tenían investigado, en una ocasión
que me fui de mi casa para esconderme en casa de mi amigo, dieron con la casa,
la golpiza que me dieron en la central camionera fue porque me siguieron, no
entiendo los métodos que usaron pero estaba muy bien vigilado.
En el caso centroamericano, la amenaza que realizan
los Maras ante la indiferencia de la policía, así como la agresión de los
vecinos con pintas humillantes o el maltrato físico y emocional de la familia,
han sido causa para el sexilio.
Otra de las razones encontradas es el deseo de acceder
a un proceso de transgenerización sin humillaciones y estigmas. En San
Francisco existe una clínica de la Ciudad, que entre otros servicios, ofrece la
dosificación de hormonas junto con asesoría psicológica y legal a fin de evitar
la automedicación y en consecuencia el peligro de muerte de las personas en
proceso de transgenerización. Un trans de mujer a hombre, que se sexilió entre
otras cosas, en busca de un tratamiento hormonal, testimonia los niveles de
odio hacia las personas trans en su país:
Como mi mujer
estudiaba en la noche, yo la iba a traer, y como es una ciudad chica no hay
buses; caminaba como unas seis u ocho cuadras. Regresaba para la casa con ella
y venían unos muchachos molestándola; en una parte oscura uno de ellos se nos
abalanzó y la quiso topar. Entonces, por defenderla forcejeé con él—mi voz algo
se notaba, aunque yo trataba de hacer más fuerte mi voz y muchas veces me
lastimaba la garganta por tratar de fingir una voz más fuerte. En el forcejeo,
él bajó las manos y tocó mi pecho y fue cuando él se dio cuenta. Nos dijo de
que nos íbamos a morir, que éramos unas tales, unas cuales, que éramos unas degeneradas...
Con nosotros barrió el piso. Ya armado de coraje, porque también la estaba
ofendiendo a ella, le dije que sí, que sí era y qué, y que si no le daba
vergüenza ser hombre, porque ella siendo tan bonita y mujer me hizo más caso a
mí que a él.
Nos pusimos a
decirnos de cosas y todo y cuando se vino contra mí, la golpeó a ella; porque
yo me hice a un lado; cuando yo veo eso, me le voy encima y en el forcejeo lo
único que me acuerdo es que sonó: ¡pum! Y yo me quedé en el suelo, y cuando él
se levantó es cuando veo una pistola, y me dijo: esto y mucho más te mereces.
Como alguien venía y dijo que ya no nos mataba a mi mujer y a mí, porque eso
merecíamos, morir, por ser una gente tan degenerada, si ni lo hacía, es porque
alguien venía. Voló por ahí y si lo veo no lo voy a reconocer. Así fue como yo
tuve el atentado por defender a mi mujer (ecuatoriano).
Las
agresiones callejeras con insultos, piedras o basura, son recurrente en los
testimonios de los disidentes sexuales a lo largo del continente, así como el
abandono de la familia con las consecuentes expresiones tales como “te prefiero
muerta a lesbiana”. Razones que junto a otras, hacen una estancia insoportable
en sus lugares de origen y motivaron la decisión del sexilio.
Situación migratoria
Debido a que el sexilio fue la condición para las
entrevistas en cuestión, buscamos latinos disidentes a la norma heterosexual y
genérica que tuvieron que salir de sus países por razones de homo, lesbo o
transfobia. La situación migratoria al momento de la entrevista mostró que de
la población entrevistada, 16 (38%) había obtenido de manera legal el asilo
político y seis estaban a la espera de resolución. A diferencia de lo que
puedan afirmar las autoridades mexicanas respecto de los asilados en el
extranjero, de los 18 mexicanos, cinco obtuvieron el asilo y cinco estaban en
espera de obtenerlo. Un número menor pero considerable (5 para el caso mexicano
y un centroamericano) era de inmigrantes ilegales. Es interesante observar que
la estrategia del matrimonio heterosexual (como simulación) para conseguir la
legalidad no aparece como un dato significativo. Dos de las entrevistadas eran
puertoriqueñas, y a pesar de ser ciudadanas norteamericanas debido a que Puerto
Rico es un Estado Libre Asociado, dejaron su país debido a la homofobia y las
leyes intimidatorias que existían entonces.[10]
Centroamérica
y el Caribe
|
Homo
|
Lesb
|
Bisex
|
Trans ♀-♂
|
Trans ♂-♀
|
Total
|
Asilo Político
|
1
|
2
|
|
|
2
|
5
|
Tramite AP
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Residencia x familia
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Tram Resid x Trabajo
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Ilegal
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Ciudadana (PR)
|
|
1
|
|
1
|
|
2
|
Total
|
5
|
3
|
|
1
|
2
|
11
|
Sudamérica
|
Homo
|
Lesb
|
Bisex
|
Trans ♀-♂
|
Trans ♂-♀
|
Total
|
Asilo Político
|
2
|
2
|
|
1
|
1
|
6
|
Residencia x familia
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Tram Resid x matriminio
|
1
|
2
|
|
|
|
3
|
Turista
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Ciudadana
|
1
|
1
|
|
|
|
2
|
Total
|
6
|
5
|
|
1
|
1
|
13
|
México
|
Homo
|
Lesb
|
Bisex
|
Trans ♀-♂
|
Trans ♂-♀
|
Total
|
Asilo Político
|
3
|
2
|
|
|
|
5
|
Tramite AP
|
2
|
1
|
1
|
|
1
|
5
|
Residencia x trabajo
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Tram Resid x matrimon
|
1
|
|
|
|
|
1
|
Ilegal
|
3
|
|
|
1
|
1
|
5
|
Ciudadana
|
|
1
|
|
|
|
1
|
Total
|
10
|
4
|
1
|
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Las solicitudes de asilo
Teniendo
en cuenta la realidad de los derechos humanos en la región, la solicitud de
asilo político por razones de disidencia sexual es un derecho al cual podríamos
aplicar la mayoría de los disidentes sexuales debido a que hemos experimentado
cotidianamente discriminación, persecución y violación a nuestros derechos
humanos. Con estos requisitos básicos, sustentados en la historia de vida,
abogados particulares o de organizaciones de la sociedad civil han argumentado
la pertinencia del asilo político. Los honorarios de los abogados que han
llevado a cabo los procesos han sido sufragados por las organizaciones de la
sociedad civil dedicadas al apoyo de migrantes o mediante bonos que el gobierno
ofrece a abogados que defienden casos de población vulnerable. Sólo dos de los
entrevistados pagaron los honorarios de un abogado.
Cuando llegué aquí y
me dice el chavo de Liz Foundation que puedo aplicar asilo, hice una cita con
la barra de abogados, hablé con una abogada, y me dijo: “tienes que cumplir
tres cosas: si tú perteneces a un grupo social en donde tu vida no haya podido
ser como tú hubieras querido ser o que no hayas vivido tu vida plena, una
represión a tus derechos humanos—y la ley en EU te protege contra eso––, si tú
has sido discriminado por eso y si has tenido alguna especie de persecución, ya
sea por tu creencia religiosa o tu creencia política o por pertenecer a tu
grupo social, puedes aplicar a para asilo. Lo único que necesito es que me
digas qué ha pasado con tu vida y qué has hecho en tu vida”. Le conté la
historia y me dijo: “hay muchos elementos que te apoyan para asilo”. Ingresé
los documentos en marzo del 2003, llegué en octubre del 2002. Hice la solicitud
como en febrero, pero el 12 de marzo el INS [Ofinina de Migración] me mandó una
notificación para que me presentara a la entrevista. Me entrevistaron y me
preguntaron sobre mi historia, básicamente lo que tú me estás preguntando, tuve
que narrar mi niñez, mi adolescencia, con más detalle porque tenían preguntas
sobre derechos humanos. Fueron muy respetuosos. Sí había preguntas capciosas
pero hacían las preguntas tratando de saber si la gente no está tomando ventaja
para pedir asilo haciéndose pasar como gay, para darse cuenta si eres honesto
con las respuestas, no los veo como policías haciéndote preguntas para que
falles, te hacen preguntas adicionales para ayudar a resolver tu caso, el
problema es que si tú estás mintiendo, ellos lo detectan que te estás
aprovechando de una coyuntura (mexicano).
El
plazo perentorio para solicitar asilo político es de un año desde el momento en
que se ingresó al país y el proceso puede ser resuelto en seis meses (o más) en
los servicios de inmigración. Una vez presentada la documentación, el servicio
de inmigración envía al solicitante una notificación para una entrevista. Luego
de la entrevista, el servicio de inmigración hace las investigaciones
correspondientes y realiza una siguiente notificación en la que puede estar
lista la resolución. Si es favorable, se le toma la fotografía y se le otorga
el asilo. Si no es favorable, es posible apelar mediante un proceso judicial,
donde se resuelve el caso.
Cuando uno aplica
para asilo político, te entrevista el servicio de migración (INS), a partir de
que reciben la aplicación tiene que pasar 6 meses para pedir el permiso de
trabajo. El resultado tarda un año o un poco más. La protección que te dan,
dijo mi abogado, es que como estoy en proceso, no me pueden regresar a México
hasta que se defina. En la entrevista, me tomaron las huellas, las que mandan
investigar que no tenga récord criminal al FBI. Al momento que tienen la
respuesta mandan la carta y me dicen si me aceptaron o no, si no me aceptaron
te dan cita para un juzgado, tengo que ir con un juez y comprobar (mexicano).
Sí, tengo una cita
dentro de un mes con migración, se me presentó el permiso para no salir del
Estado de California, en la cita debo dejar mis huellas dactilares. Tengo
entendido que después de la cita que tenga con migración, independientemente
que la respuesta sea si o no te puedes quedar aquí, puedo solicitar en 3 meses
un permiso para trabajar en el Seguro Social. Estoy en programas que brinda EU
para personas viviendo con VIH y este programa me permite recibir apoyo
económico por estar en deshabilidad por mi salud. Aquí es asombrosa la ayuda
que te proporcionan, quedé admirado y totalmente agradecido de que en este país
hay muchas compañías que ofrecen servicios diferentes. O sea lo que a mí me
brinda el gobierno es solo para mí porque hay otro programa que me proporciona
casa, otro programa que me proporciona comida, otro programa que me proporciona
estudio, hay un programa que me proporciona tiquets para ir al teatro, al cine,
para ir a divertirme a muchos lugares, totalmente gratis y lo que recibo de
dinero del gobierno es sólo para mí, para gastármelo en ropa, en divertirme.
Estoy muy contento porque incluso hubo un amigo que pensó en mí y me regaló una
computadora que tiene un año y ya no la quiere usar, él va a comprarse una
nueva y me va a regalar la suya (salvadoreño).
No sabía al respecto.
Me dijeron que podía hacer el trámite de asilo político cuando fui al Instituto
Familiar de la Raza y en la clínica donde hago el tratamiento hormonal. Tuve
una entrevista, me pusieron un abogado, fue por Derechos Humanos, fue
completamente gratuito (ecuatoriano).
Otorgamiento de asilo político
En la
resolución favorable para el asilo político encontramos algunas políticas que
han favorecido a los solicitantes, dependiendo de las circunstancias. En primer
lugar, están las solicitudes hechas por personas provenientes de países en
situación de guerra, en las que esa circunstancia ya es una causa suficiente
para la solicitud de asilo, pero si además de la guerra se presenta la
agravante de la orientación sexual que genera más odio y en consecuencia
peligro para la vida del solicitante, el caso tiene mayor consideración.
Fui a la organización
que se llama CARESEN que es una organización para inmigrantes más que todo
centroamericana. Hubo dos veces que se atentó contra mi vida en las
manifestaciones guerrilleras en el Salvador, a pesar de que se firmó el acuerdo
de paz yo sentía miedo de regresar. A pesar de que mi participación no fue tan
palpable como el de muchas otras y de verdad estaban en lista negra, solicité
asilo y me lo concedieron (salvadoreño).
En
algunos de estos países el clima de posguerra ha dejado muchas secuelas sobre
todo de inseguridad. Las políticas de limpieza social, en algunos casos
expresadas en leyes como la de Honduras, han dado poder a las fuerzas armadas
para reprimir a las disidencias sexuales con los métodos de la guerra sucia.
Tal es el caso de la hondureña comentada anteriormente, a quien le allanaron su
domicilio con amenazas de muerte, razón por la cual obtuvo el asilo político.
La aparición de los Mara Salvatrucha, un grupo de
jóvenes delincuentes que aprovechando el clima de inseguridad han causado
terror en Centroamérica y entre los migrantes por sus métodos violentos.
Siempre quise luchar
por mis derechos y por los derechos de las que son como yo, mis ideas son de
luchar en mi país. En mi país me amenazaron de muerte porque era parte de la
comunidad [LGTB] y me les pude escapar a los pandilleros (Maras). Llevamos la
información a la policía y nunca les hicieron nada ni nos hicieron caso por ser
transgeneros y eso me motivó para venir a EU. La policía no hace nada por estos
casos.
Conocí una Asociación
que trabajan para personas seropositivas y nos dijeron cómo era el sistema de
asilo político. Preguntaban de todo y me interesó y otro amigo que tenía asilo
político me convenció. Mi proceso demoró 6 meses. Yo tenía 5 demandas puestas a
la policía contra mi padrastro, entonces yo traje todo lo que me justificaba y
lo de la policía que no hizo nada sobre estas personas [Maras] que me querían
matar (salvadoreña).
La
persecución que pone en peligro la vida, sea por parte del estado o de la
sociedad civil, es argumento fuerte para lograr el asilo político, tal como lo
señalamos anteriormente en el caso de un mexicano amenazado de muerte por la
familia de su ex novio a quien contagió de VIH. O el caso de una mexicana que
sufrió persecución tanto desde la sociedad civil como desde espacios
provenientes al Estado Mexicano:
Tocaba en un bar en
la Zona Rosa que se llamaba “El nueve”. Unos tipos nos pusieron una golpiza y
cuando llegó la policía nos trataron de sacar dinero y nos dijeron que nos iban
a violar para que se nos quitara lo lesbiana. En la Universidad también varios
compañeros me molestaban y uno me golpeó en el estacionamiento de la escuela.
Me sentí vulnerable e incapaz de hacer nada y otras amigas me decían lo mismo y
cosas horribles. Redadas, te sacaban dinero, una vez me arrestaron y me dejaron
ir porque traía una tarjeta de mi papá.
Sí tenía persecución,
porque estaba en una asociación, se llama “Cuarto Creciente”, un día fui a ver
a mi mamá y mis papas me dijeron que no se iban a hacer responsables si algo me
pasaba por andar en esto. Como a los 4 días registraron mi casa y se llevaron
cosas de mi casa, libros, cosas. Mi papá puso gente para vigilar mis
movimientos.
Después de que mi
papá trató de matarme, mi amigo Alejandro me dijo que si no me salía me iban a
matar y bueno me vine a Seattle. Cuando llegué me cambié el nombre, porque no
quería que mi papá me encontrara. Contactó con una abogada, y decidió ayudarme,
trabajamos como 4 años juntando información, y pasé miedos y pesadillas. Fue difícil
mi caso. Se tardaron 3 años en responder para hacerme la cita. Me dejaron
mensajes de amenazas, me tomaron fotografías. El gobierno mexicano pidió que
tomaran fotos y salió en periódicos mexicanos con mi nombre, pero me dieron el
asilo político. Fue hace cuatro años. Fui la primera mexicana que por ser
lesbiana logro el asilo político (mexicana).
El caso de una persona trans que recibió diversas
formas de vejaciones y persecuciones por razones de su orientación sexual y que
hicieron peligrar su vida, fue tomada en cuenta para el otorgamiento del asilo
político:
Nunca me vestí en
Perú. Solo una vez intenté maquillarme los ojos y recibí una agresión. Un grupo
estaba bebiendo fuera, dijeron “ahí viene ese maricón” con lisuras ofensivas.
Yo dije: “¿qué te pasa estúpido?, ¿qué tienes?” Ya estaba cansada y decidí
responderles, pasó una botella por mi cabeza, muy cerca, y ellos empezaron a
perseguirme. Como hacía mucho ejercicio, pude correr mucho más y regresé a casa
llorando, con un temor muy grande.
No hay leyes que
persiguen pero tampoco hay leyes que protegen, existe mucha discriminación,
machismo, es una sociedad muy conservadora, muy cerrada en sus conceptos,
creencias y la persecución de hecho se da. Tuve ataques de homofóbicos en el
mismo centro de Lima, alrededor mío, con mucha gente y nunca nadie dijo,
“alto!, que le pasa!, no la agreda” Empezaron a empujarme, a patearme y nadie
dijo nada, hasta que ellos quisieron. Intenté hacer una denuncia, me fui a la
comisaría y los policías me dijeron: “No está el capitán. No podemos tomar la
denuncia, ven otro día”. Iba otro día y ellos se decían, “éste es un maricón
más, haz tú la denuncia” y no la hacían, se peloteaban. Al final dije váyanse
al diablo y rompí la forma que compré en el Banco de la Nación y la tiré allí.
No hay canales para ejercer el derecho. Recuerdo, una vez fui a un mercado, “La
parada”, me fui con un pantalón corto muy apretado y bien chiquito y raído y un
polito corto y me atacaron y me robaron. Me agarraron por el cuello me
levantaron y dijeron “maricón de mierda ahora te mueres”. Quedé fría, no podía
hacer nada. Otro me rebuscó y sacó mis pertenencias, dinero, reloj. Una señora
salió, fue la única vez que alguien me defendió, fue una mujer que vendía
comida en la calle, agarro una escoba y les dijo “suéltenla desgraciados”, me
dio agua y me dijo ¿“estás bien amor”?
Fui de visita a la
ciudad de Zatipo. En las afueras, en la selva central, había huelga de maestros
de tres o cuatro meses. Me quedé a estudiar. Estaba muy fuerte el terrorismo en
esa zona: Sendero Luminoso, el MRT. Vi muchas matanzas, fue algo horrible.
Vivía en la chacra, en el campo, para llegar a la escuela tenía que caminar dos
horas, tenía que cruzar un puente que estaba custodiado por el ejército. Un día
que regresé a casa temprano, me detuvieron los soldados junto a cuatro
personas. Me pidieron documentos, en ese tiempo no tenía documentos, tenía la
inscripción de boleta militar previa a la libreta militar. Ellos dijeron tú te
vas porque es tiempo, estando yo inscrita en Lima, no en la ciudad de Zatipo,
me llevaron a la zona del aeropuerto y soltaron a las otras personas y me
dejaron sola. Les dije “déjenme ir, déjenme ir, por favor, si dejaron ir a
aquellos, déjenme ir a mí también”. Me asusté y me puse a llorar, me llevaron a
una zona oculta de mucha vegetación y me violaron como tres. Me sentí horrible.
Nunca hablé de ello. Me sentí muy mal, no sabía qué hacer, me deprimí, era como
ir hundiéndome, hundiéndome. Fue una situación bastante fea, me sentí muy
desolada, sucedió esto varias veces, cada que cruzaba el puente ellos me
detenían, los mismos. Una vez yo intenté correr, no conocía muy bien la zona.
Estaban entrenados en esa región, me cercaron, me agarraron, me golpearon en el
estómago, en las piernas, arrancaron mi ropa, con una camisa me taparon el
rostro y no supe cuántas personas me violaron, mucha gente. Me amenazaron que
si los denunciaba, ellos dirían que yo era terrorista, que era un infiltrado
terrorista, que tenía volantes que repartía en la escuela y que por eso me
mataron y por lo tanto me quedé callada. Tuve que aguantar muchas humillaciones
que me marcaron mucho, me hirieron bastante. Lo bueno es que cesó. Salí de
Zatipo, terminé la escuela y me quedé en la zona del campo con mis tíos y no
salía mucho. Hasta que regresé a Lima.
Yo misma me dije
dentro de mí, “no quiero vivir en este país que tanto lo amo pero no voy a
poder ser feliz, en el cual no me van a respetar, no voy a poder realizarme
como persona”.
Un amigo me envió una
carta de recomendación de un padre invitándome a un retiro espiritual. Obtuve
la carta de recomendación de un padre, de un abad, de Piura, con esas dos
cartas me presenté en la embajada y me dieron la visa.
No sabía al respecto.
Me dijeron que podía hacer el trámite de asilo político cuando fui al Instituto
Familiar de la Raza y en la clínica donde hago el tratamiento hormonal. Tuve
una entrevista, me pusieron un abogado, fue por derechos humanos, fue
completamente gratuito. Para mí fue duro porque tuvimos que hablar de toda mi
vida prácticamente, tenía que darle muchos detalles, fue algo bastante difícil
poder hablarlo porque lloraba mucho, mucho (peruana).
El
miedo a la persecución futura es otra de las razones para otorgar asilo
político. Es el caso de la mexicana gender queer:
Aproximadamente en el
2000, quería buscar un lugar más queer friendly. Entonces San Francisco, el
área de la Bahía fue el lugar más atractivo, llegué sin una determinación fija
que iba a hacer. Finalmente, decidí pedir asilo. Se sustentó en miedo basado en
persecución política por cuestión gender queer. Gender queer es ser hombre o
mujer al mismo tiempo o ninguno de los dos, aunque sigo siendo lesbiana.
Pesaron todos los antecedentes de persecución contra minorías sexuales y el
gobierno de México no hace nada por detener o evitar todo ese tipo de ataques.
Hubo una entrevista, estuvo bien, tranquila, sin trampas, respetuosa. Fue
pesado esperar, sin saber nada. La regla es que a los150 días de la solicitud,
puedes solicitar para trabajar (mexicana).
El caso de una brasileña grafica mejor la causalidad
de miedo a persecución futura:
En el año 2001 me
despidieron de mi empleo en una firma de alta tecnología. Como yo tenía visa de trabajo, tenía que
salir del país. Mi mayor problema no era regresar a Brasil y enfrentar el
armario sino dejar a mi compañera americana. Desgraciadamente EU no reconoce
las relaciones del mismo sexo para fines migratorios, y encarábamos una dura
separación. Sin embargo, tuve la suerte que encontré trabajo y no necesité
salir del país. A partir de esto, Leslie y yo llegamos a la conclusión de que
no teníamos nada a perder si hiciéramos nuestra historia pública. La situación
era la siguiente: la empresa para la cual yo trabajaba no tenía fondos para
auspiciar mi “green card”. Decidimos aplicar para emigrar al Canadá. Ese país otorga derechos inmigratorios a
parejas del mismo sexo. Si una de nosotras obtuviese la residencia, la otra
podría venir sin problemas.
Por el otro lado,
sabíamos que al ser no-inmigrante, la inmigración americana podría deportarme
por estar en una relación del mismo sexo. Es que la inmigración sabe que no nos
podemos casar, entonces, en la mente de la inmigración estos extranjeros están
tentados a violar los términos de la visa, o contraer matrimonio para quedarse
en el país. Ambas alternativas son ilegales, y en vez de arriesgarse, la
inmigración simple y llanamente expulsa al extranjero. O sea, yo podría ser
expulsada y tendríamos que salir del país, y muy probablemente ir al Canadá.
Nos dimos cuenta que independiente de la decisión que tomásemos probablemente
tendríamos que mudarnos al Canadá, Leslie y yo decidimos quejarnos de esta
desigualdad de derechos inmigratorios. Esta desigualdad duele ahora mucho más
que antes pues hay un proyecto de ley en el congreso americano que otorgaría a
parejas binacionales del mismo sexo derechos inmigratorios. Sin embargo, el
Permanent Partners Immigration Act (PPIA), está tristemente varado en un
subcomité del congreso. Leslie y yo decidimos comenzar una organización llamada
Love Sees No Borders (www.loveseesnoborder.org) para denunciar esta injusticia. Al mismo tiempo que luchábamos por igualdad,
el miedo de la separación y deportación nos rondaba.
Una bella noche, en
una reunión del Lesbian and Gay Immigration Rights Task Force, capítulo de San
Francisco, conversamos con un abogado de inmigración que nos dijo que gracias a
nuestra visibilidad yo tenía un caso legítimo de miedo de persecución futura en
el Brasil, y nos recomendó que aplicásemos para asilo político. Cuando recién
me despidieron de mi trabajo, Leslie y yo nos informamos sobre asilo
político. En aquella ocasión nos dijeron
que en realidad gente que había sido agredida y/o perseguida tenía casos
fuertes, y como yo nunca había sido perseguida en el Brasil me sería
extremamente difícil y hasta imposible obtener asilo. Así que Leslie y yo
aniquilamos esa opción desde un inicio, y seguimos adelante con los planes para
mudarnos al Canadá. Cuando este otro abogado nos explicó que el asilo también
es otorgado en base a miedo de persecución futura, y que mi visibilidad me
convertía en una candidata a persecución en el Brasil casi no le creímos. Sin
embargo, le oímos atentamente y él nos explico que en realidad teníamos un caso
legítimo y que deberíamos aplicar. Así
lo hicimos, y tuvimos la gran suerte de que obtuve asilo (brasileña).
Otra de
las motivaciones por las cuales se otorga asilo político con relativa facilidad
es el origen, para ciudadanos que “huyen” de países que tienen conflicto
político con Estados Unidos como Venezuela:
No quería seguir
escondiéndome de nadie, entonces me vine a vivir a Estados Unidos. Es un lugar
donde puedes empezar desde abajo, fue por miedo. Lo tramité con un abogado de
una organización civil. Sustentamos en razón de que dejé el país porque mi vida
corría peligro, ya que una amiga sufrió un atentado y mi ex pareja avaló la
historia del atentado y por problemas económicos (venezolana).
El caso
de Raúl hubiera sido de fácil resolución de haber solicitado la aplicación de
la Ley de Ajuste Cubano, sin embargo el abogado solicitó además asilo político
por VIH y por orientación sexual, lo que complicó el proceso.
Yo apliqué por asilo
político y por la ley de Ajuste Cubano, pero por ser VIH positivo mi estatus
está pendiente de análisis. Hacía diez años que estaba viviendo en Brasil y no
había tenido intenciones de mudarme a Estados Unidos, pero en el 2000 mi
enamorado vino a trabajar a EU y me invitó a venir con él. Al principio vine,
con intenciones de estudiar inglés por unos meses. Pero él me propuso quedarnos
y después seguirnos para Canadá. Me gustó la idea y empezamos los trámites
migratorios como dependiente de una persona que estaba trabajando aquí. Sólo
que, después terminamos (él y yo), y me quedé aquí, no me quedó otra solución
que solicitar el asilo político. Siendo cubano pensé que las cosas serían más
fáciles. El año pasado entré con solicitud para asilo político, bajo la ley de
Ajuste Cubano, pero ellos tienen ciertas limitaciones para las personas que son
VIH positivos; dicen que solamente podría aplicar para la ley de estatus cubano
si yo tuviera un dependiente o familiar directo, padre, hermano, hijo, en
Estados Unidos, que se hicieran responsables o que abogaran por mí, con mi estancia.
Tuve una cita para
una entrevista en septiembre pasado, y fue suspendida porque la señora que nos
atendió en migración, nos dijo que mi abogado había malinterpretado las reglas
de migración, que si era cubano y aplicaba por la ley de Ajuste Cubano, al mismo
tiempo no podía aplicar como asilo político, y en ese caso no se aplicaba
solicitud por razones humanitarias para acoger a personas VIH positivas. Era un
poco complicado y me dijeron que tenía que esperar a que recibiera una nueva
notificación de migración. Estoy en contacto con mi abogado y todo está
pendiente. Pasé casi un año sin trabajar, debido a que no tenía permiso de
trabajo, porque cuando estaba viviendo con mi parcero mi visa no me permitía
trabajar. En ese tiempo estuve sin trabajo y estaba pendiente que se resolviera
mi situación legal. Después que apliqué por el asilo o refugio, conseguí
permiso de trabajo y creo que encontré trabajo bastante rápido (cubano).
Las
razones humanitarias como en los casos de seropositivos que necesitan el medicamento
debido a que es difícil obtenerlos en los lugares de origen, es otra de las
motivaciones fuertes para el otorgamiento de asilo político.
Salí con resultado
positivo en el 89 y en México no había el AZT que era lo único que había en ese
entonces y en Aguascalientes no había nada. El médico me dio una sentencia de
muerte y yo no quería morir en México.
De por sí mi familia ya tenía la vergüenza de un hermano maricón y que la gente
murmurara que [yo] había muerto de SIDA... dije no, y por eso decidí salir de
Aguascalientes. Ya conocía EU, me dieron la visa ya que tenía un buen trabajo,
una cuenta bancaria. No tuve ningún problema. Antes que se cumpliera el año fui
a hablar con un abogado que ya ha ganado casos y sí logró ganar mi caso,
argumentó que era gay y VIH positivo, fuimos 5 casos (mexicano).
Lo empecé a solicitar
porque tengo HIV y en Buenos Aires tuve la suerte de contar con una obra social
que funcionaba bastante bien y por eso podía conseguir las medicinas a tiempo.
De todas maneras había medicinas que capaz tardaban 20 días y no podía darme el
lujo de esperar porque empieza a crecer el virus. Cuando vine a visitar a
Christian llamamos a la Clínica “La esperanza” para preguntar si me podían dar
las medicinas si yo era indocumentado, y me dijeron “sí, venga, tranquilo aquí
le damos todo”. Dije “qué raro, Christian, cómo te van a dar todo”. Vine el 25,
el 27 me presenté, llené unos formularios y la enfermera me pregunta “¿que
medicinas tomaba en Buenos Aires?”, sacó unos frascos y me dice, “Toma esto la
primer semana, hasta que nosotros te empecemos a proveer las medicinas por la
farmacia”. Yo no lo podía creer! Uno de los ayudantes hizo un grupo para
personas gays, éramos 6 latinos migrantes, nos reuníamos los martes. Fue divina
la experiencia porque nunca había estado en grupos de autoayuda. Como quedó
inconcluso, me invitaron al grupo de los viernes y mi vida cambió
completamente. Nunca había estado en grupo grande, gracias a ellos conocí la
posibilidad de pedir asilo político por lo del HIV, que en realidad, eso no
contó mucho, porque hicieron más hincapié en la parte represiva.
La clínica se encargó
de conseguirme un abogado por medio de una asociación civil de abogados. Un
abogado gratuito se empezó a encargar de mi caso y yo tenía que presentar mi
caso antes del 25 de diciembre del 2002 y al abogado lo contacté como en julio.
Pasaban los meses y yo seguía esperando hasta que en noviembre me empezó a
llamar, y todos los días me hacía llevar esto, lo otro, hasta que el 23 de
diciembre le digo el 25 es mi fecha límite. “Vos no te preocupés que yo lo
estoy armando”. Entró mi trámite a migraciones el día 26, me llegó la primera
cita el 25 de enero. Fui a la cita a hablar con el oficial y me dice, creo que
con estas preguntas es suficiente. Me hicieron una entrevista respetuosa muy
profunda, las mismas cosas que tú me estas preguntando, mi primera experiencia
sexual, cómo me había dado cuenta...etc. Luego me dice: “Te voy a dar una cita
el 4 de enero si la gente de acá considera hacerte otras preguntas, vas a ir a
una corte”. Voy el 4 de febrero, me toman una foto, paso a una oficina y una
señora me dice “Welcome the United States”, quiere decir que el abogado trabajó
perfectamente, eso se lo debo a Hermanos de Luna y Sol. También les debo el
cambio de profesión. En Argentina trabajaba como maestro de matemáticas de 7 de
la mañana a 10 de la noche y acá estoy cantando tangos. Mi vida dio un vuelco
en todo sentido. Dejé las matemáticas. El trabajo que hacía en Buenos Aires era
inhumano en barrios de alto riesgo. Llego acá y ya canté en el “Fine Arts
Palace Teather”. Me llevaron del Instituto Familiar de la Raza y es una
experiencia que no voy a olvidar en la vida, cantando ante mil personas como lo
deseaba de chico, es una sensación maravillosa (argentino).
En el
caso de un mexicano que solicitó asilo político por razones de tratamiento del
VIH y le había sido denegado, en la apelación, la jueza tomó nota
específicamente de un acto de violación a sus derechos humanos como motivo para
el otorgamiento de asilo político.
Vine al curso y
conocí a mi médico, le expuse mi caso para que me hicieran exámenes que no se
hacían en México. Me dijo que sí, pero me tenía que quedar más tiempo para
iniciar un tratamiento que me alargara la vida. Tenía visa de turista y así me
atendían en el hospital. Luego fui a ver a una abogada y me comentó “pide asilo
político, tienes un caso difícil”. No tenía todas las pruebas, fueron muchos
trámites. Me tardé mucho en sacarla porque me fue negada una vez, en el 2002. Y
tuve después suerte con mi caso porque la juez me preguntó sobre la violación
(multitudinaria) y por qué quería yo ser asilado, y dijo “Sr. Aguilar, es un
honor concederle, la Nacionalidad Estadounidense”. Fue increíble (mexicano).
De la
misma manera, las razones humanitarias están referidas a casos de necesidad de
tratamiento hormonal que no es posible en el país de origen.
No sabía al respecto.
Me dijeron que podía hacer el trámite de asilo político cuando fui al Instituto
Familiar de la Raza y en la clínica donde hago el tratamiento hormonal. Tuve
una entrevista, me pusieron un abogado, fue por derechos humanos, fue
completamente gratuito (guatemalteca).
Consideraciones finales
Vemos, pues, que el otorgamiento de asilo político ha
salvado la vida a algunos de los disidentes sexuales, que de haberse quedado en
sus países, probablemente no tendríamos su testimonio, por lo que el asilo
político está cumpliendo el objetivo fundamental de la protección del bien más
preciado, la vida. De igual manera, ha posibilitado un mejor futuro a muchos
otros, del que les estaba previsto en sus lugares de origen, no solamente en lo
referente al ámbito económico, que seguramente mejoró cualitativamente, sino
principalmente en lo referente a la dignidad humana. Quienes han vivido
cotidianamente insultos, denigración, violencia física, emocional y económica,
valoran sustancialmente la posibilidad de haber transformado su realidad y
haber encontrado un espacio más permisible. Es importante tener en cuenta que
la primera configuración del sexilio es en referencia a la familia. Lugar que
para muchos lejos de ser espacio de contensión y afecto, se convierte en el
primer riesgo que el/la disidente debe enfrentar y muchas veces soportar. Huir
de la violencia homo-lesbo-transfóbica familiar, también ha significado poner a
salvo la vida, la seguridad y la estabilidad emocional.
Hemos podido observar que, efectivamente, los niveles
de violencia dirigidos a los disidentes sexuales en el Abya Yala siguen siendo
una realidad preocupante y muy probablemente muchos quedaron en el camino
debido a los crímenes por odio, y es muy factible que ni siquiera cuenten en
los registros. También podemos concluir que los trámites para la solicitud del
asilo político parecieran no muy complicados, lo cual resulta absolutamente
beneficioso para quienes tras el trauma de la persecución, el peligro de
muerte, la búsqueda de certezas, estabilidad emocional y económica, entre
otras. Los procedimientos no deben dejar de lado los principios de trato
humanitario, propio de los derechos humanos.
Es también una realidad observable que algunos de los
casos—con el riesgo que puede tener contrastar desde fuera la experiencia
ajena—parecieran no haber sido lo suficientemente graves como otros. Muchos de
los que desde América Latina hacemos una lectura de tales circunstancias, no
podemos evitar comparaciones y reflexionar sobre experiencias vividas que
probablemente parecieran tan graves o en algunos casos superiores, lo cual nos
pone ante la hipotética circunstancia de que la mayoría de los disidentes
sexuales podrían ser sujetos de asilo político en Estados Unidos. En
consecuencia, surgen algunas interrogantes: ¿hasta qué grado de represión
debemos mantenernos en nuestros países de origen? ¿Cuál es el momento o la
circunstancia que justifica dejar nuestro país o región y buscar mejores
horizontes? ¿Qué pasaría si todos los disidentes sexuales con justas razones o
no decidiéramos abandonar nuestros países? ¿Hasta qué punto vale la pena luchar
por transformar la realidad de nuestros países en nuestra propia región? ¿Es
realmente Estados Unidos el paraíso y modelo de solución a la falta de libertad
que los Estados latinoamericanos son incapaces de otorgar? ¿Cómo entender este
clima de violencia en el contexto regional hacia los disidentes sexuales?
Agamben plantea que si bien el “tránsito a la
democracia” en la región latinoamericana ha limitado el autoritarismo previo,
éste no ha sido erradicado debido a los intereses del nuevo orden internacional
y las reconfiguraciones económicas. No obstante, el nuevo orden económico ha
implicado reducir las facultades del Estado y su poder discrecional se ha
mantenido bajo la figura del Estado de
excepción. Para la defensa de la ley, el Estado conserva la capacidad de
traspasar el derecho vigente mediante dicha figura, que comprende la suspensión
o la violación de la ley, amparada desde el propio derecho. Se podría
decir que esta figura de la excepcionalidad “alarga” el brazo del Estado y el
alcance de su violencia.
En América Latina, el Estado de excepción no sólo ha
estado presente cuando peligra el orden establecido o existe una fuerte disputa
por la hegemonía; se ha convertido en la “norma” y se ejerce sobre una parte
de la sociedad que, de hecho, queda fuera del orden instituido. El derecho iguala
sólo a los “iguales”, mientras otros quedan fuera de su protección y permanecen
en los bordes, expuestos a distintas formas de la violencia como ocurre, por
ejemplo, con la población indígena o con ciertos grupos de mujeres,
especialmente las más pobres y los homosexuales.
La experiencia latinoamericana, desde los años setenta
y hasta nuestros días muestra que el Estado de excepción, en todas sus
modalidades, es parte constitutiva de nuestros Estados, y esto ocurre fuera y
dentro de las llamadas “democracias” por el carácter restringido y
estrictamente electoral[11]
de las mismas. Agamben afirma que en el mundo actual “las grandes estructuras
estatales han entrado en un proceso de disolución y la excepción se ha
convertido en regla. El espacio jurídicamente vacío del Estado de excepción ha
roto sus confines espacio-temporales y al irrumpir en el exterior de ellos, en
el cual todo se hace así posible de nuevo” (Agamben, 1998). Así, hay una
relación entre el nuevo orden internacional y la continuidad del sistema
político autoritario de los setentas. Es así que las actuales democracias son
posibles para la consumación de la apertura irrestricta de los mercados y el
capital transnacional, la impunidad de los gobiernos asesinos y genocidas que
protagonizaron las políticas represivas, la desarticulación y desorganización
de la sociedad civil, la eliminación de las alternativas políticas de izquierda
mediante una neutralización y derechización de sus demandas, que las hace
funcionales al nuevo orden global imperante, precisamente, desde los años
setenta.
No se puede pensar la transformación de los Estados
latinoamericanos de manera independiente de la reorganización estatal que se
está configurando a nivel planetario, y que los coloca en relaciones de
subordinación y condicionamiento con respecto de las instancias estatales
supranacionales o de las naciones más poderosas.
Sin negar que el asilo ha posibilitado la
sobrevivencia de muchos disidentes sexuales, en esta relación de desigualdad,
no es casual que Estados Unidos aparezca como el paraíso que da acogida a los
disidentes a la norma, aun cuando ésta sea la heterosexual y ello implique que
principalmente los líderes o los activistas más visibles, o cualquier disidente
sexual, tenga que dejar sus lugares de origen y sus luchas e integrarse en una
sociedad donde aparentemente no hay que luchar por nada porque la apertura
democrática les permite una sociedad de libertad ligada al consumo. Así, el
“America way of life” aparece como un modelo alternativo a las carencias
económicas, democráticas, de movilidad, y de libertad de elección. Nuevamente
Norteamérica se constituye como el modelo alternativo, el paraíso democrático
que acoge a las víctimas del subdesarrollo, de la barbarie, de las injusticias
de los gobiernos antidemocráticos, de las dictaduras, de aquellos a los que
apoyó en los golpes de Estado, a los que orilla mediante medidas económicas a
restringir el papel de Estado benefactor y dejar a la población más vulnerable
a las lógicas del mercado internacional, o impulsa lógicas fundamentalistas que
impidan libres decisiones sobre los destinos personales y nacionales.
Por otro lado y siguiendo la propuesta de Ochy Curiel
en su reciente libro, Nación heterosexual (Curiel, 2013), afirma que la
construcción de Nación tiene un significado profundamente heterosexual, debido
a que se estructuran bajo las dimensiones de un contrato heterosexual basado en la diferencia
sexual, lo que le imprime la característica de un régimen político. Si bien la Constitución define la nacionalidad
como
base de la ciudadanía, puede ser
utilizada para limitarla, como es el caso de muchas mujeres y lesbianas
migrantes. Aunque la nacionalidad se obtiene por derecho, la ciudadanía está
limitada cuando el régimen de la heterosexualidad actúa como demarcador de
derechos. Así, nos sugiere que poco importa el país al que la disidencia sexual
se mueva, mientras el régimen heterosexual se exprese en la constitución misma
de cualquier nación, éste servirá para delimitar una existencia que escape a las
reglas sexo-genéricas. Huir de la persecución homo-lesbo-transfobica de un
país, puede librarnos de la muerte, sin embargo, las bases de la discriminación
seguirán presentes mientras la Nación heterosexual tenga existencia. Si bien a
decir de Wittig, ser lesbiana (o disidente sexual) implica una práctica de
cimarronaje a un sistema heteropatriarcal, cuando dicho sistema pone en
ejercicio su artillería del odio y la persecución, la homo-lesbo-transfobia;
pareciera que el cimarronaje es imposible de concebir en tanto que cualquier
estado, se conforma como una Nación Patriarcal. No existe pues en apariencia,
posibilidad de huida. Cualquier estado tendrá formas diversas de expresar su
homofobia, aún cuando en lo individual otorgue asilo y se presente con rostro
humanitario y democrático. Sin embargo, operar el cimarronaje colectivo, la
acción política disidente, posibilita poner en marcha coreografías que pongan
en riesgo la estabilidad y hegemonía de un Estado heteropatriarcal, neoliberal
y colonial.
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Sardá.
[1] Publicado
en: Mogrovejo, Norma, Disidencia Sexual y Ciudadanía en la era del Consumo
Neoliberal. Dos estudios de Caso: Migración y Sexilio Político; Madres lesbianas,
familias resignificadas. Poco sexo, más clase y mucha raza. Creatividad
editorial, México, 2015.
[2] Abya Yala es la
denominación que el pueblo Cuna de Panamá dio al territorio que ahora conocemos
como “América”, antes de la llegada de los españoles, un nombre que ahora se
recupera como parte de nuestra descolonización.
[3]
Denomino Disidencia sexual a todas las identidades sexo-genéricas que se
negaron a la norma heterosexual.
[4]
Lesbofobia, homofobia o transfobia es el miedo irracional y odio a aquellas
personas que aman a alguien de su propio sexo o asumen una identidad diferente
al género socialmente asignado (Paharr, 1988). El rechazo irracional a la
homosexualidad, históricamente ha tomado diferentes formas e intensidades,
llegando en casos extremos al exterminio de homosexuales o agresiones físicas.
Al no estar integrada la homosexualidad con un estatuto simbólico similar al de
la heterosexualidad, ocurre que la mayoría de las personas homosexuales
comparten la visión dominante sobre ellas (Lamas, 1994). La homofobia es un
prejuicio comparable al racismo y antisemitismo, tan irracional como la
claustrofobia (Enciclopedia of homosexuality), que otorga a la conducta sexual
humana la misma “complementariedad” reproductiva, adjudicándole a la heterosexualidad
la valoración de natural y a la homosexualidad la de contra-natura (Lamas, La Jornada , julio 15, 1994).
[5] Ecuador despenalizó la homosexualidad en noviembre de
1997, Chile en 1998, Puerto Rico en 2003 y Nicaragua en 2007. En los países que
son o fueron hasta hace poco colonias europeas, las leyes varían. De acuerdo a
informes de la ILGA, la homosexualidad es legal en Surinam, Bahamas y algunas de las
pequeñas Antillas (Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves,) pero la homofobia es también persistente debido a la
influencia de la cultura latinoamericana y problemas socio-económicos,
políticos y religiosos. En países como Barbados, la pena puede ser de cadena
perpetua, Trinidad y Tobago hasta 25 años de prisión; en Belice, Dominica, Granada, Guyana,
San Vicente y las Granadinas y Jamaica, hasta 10 años; y en éste último,
además, con trabajos forzados; y en Dominica la alternativa podría ser un hospital
psicológico.
México promulgó en 2003 la Ley
Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, y creó el Consejo Nacional
para Prevenir la Discriminación. Uruguay logró en julio de 2003 la penalización
de la homofobia a nivel nacional. En diciembre de 2004, en Perú, entró en vigencia la Ley 28237 (Código
de Procedimientos Constitucionales) que permite presentar amparos por actos
discriminatorios basados en la orientación sexual. Desde 1991, la Constitución
colombiana protege derechos de la comunidad LGTB, como el derecho a la
igualdad, el pluralismo y el derecho al libre desarrollo de la personalidad. En
Bolivia, el artículo 14 de la Constitución aprobada en 2009 incluyó a la
prohibición de discriminación por razón de orientación sexual. En Brasil,
Alagoa, D.F., Mato Grosso, Pará, Santa Catarina y Sergipe se prohíbe la
discriminación por razones de orientación sexual. En 2008, se presentó ante la
legislatura Argentina el proyecto para la igualdad de derechos a nivel nacional
con un amplio apoyo político. Los países que han considerado a los crímenes de
odio por orientación sexual como una circunstancia agravante son Nicaragua
desde 2008, Puerto Rico desde 2005 y Uruguay desde 2003.
[6]
Oaxaca Digital, 16 de mayo 2014.
http://oaxaca.me/crimenes-de-odio-por-homofobia-887-asesinatos-en-19-anos-en-mexico/
[7] Por disposición municipal, en San Pedro Sula, los
vendedores ambulantes, trabajadores sexuales y disidentes sexuales están
prohibidos de traspasar la línea férrea, espacio que demarca la parte “bonita”
de la ciudad.
[8] También realizamos algunas entrevistas a sexiliados que
vivían en otros estados, vía telefónica.
[9] En mayo de 2009 Amnisty International presentó al
presidente de la república, el informe “Impunidad Uniformada” un reporte de
casos de violación a los derechos humanos cometidos por la Secretaría de la
Defensa Nacional y la Procuraduría General de Justicia Militar, la
irregularidad de los procesos de justicia militar y la impunidad de la
institución.
[11] En estas “democracias”, el ejercicio de la violencia y la violación a
los derechos humanos es cotidiana, amparadas en el único acto electoral, que es
sumamente cuestionable. La práctica cotidiana de la democracia en las
decisiones políticas, públicas o privadas, no son un interés a promover.
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